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martes, 23 abril, 2024
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Muerto el rey, viva el rey

■ "Hey, que trabaje el rey" -Skaparapid

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Por: E. ANDREA ROBLES G. •

La monarca más longeva del Reino Unido murió: acaparando así cámaras y micrófonos de todo el mundo. La consternación llegó a los noticieros prime time, hasta los podcast del jet set mexicano, e incluso a los muros de políticos y opinólogos zacatecanos.

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Se habló de su edad, de sus coronas, su relación con su finada ex-nuera, de su matrimonio, de sus más de treinta perros de linaje igual de cuidado que el de la familia real. Se habló de su personalidad, de la cantidad de presidentes a los que saludó en visitas de Estado y hasta del número de sombreros que usó en su muy extensa vida. 

Pero de lo que poco se habló (exceptuando los rincones digitales de opinión de neo-izquierda) fue de las prácticas colonizadoras, racistas y clasistas que encabezó la monarca británica.

Tampoco se habló mucho de sus posturas sobre la política económica del Reino Unido: las entradas y salidas del bloque económico. O de la perspectiva migratoria vigente en el último medio siglo. Mucho menos se habló sobre el papel que jugó el reinado de Isabel II en la crisis humanitaria africana. Los temas incómodos no se tocan porque el pecado no está en la acción, sino en la indiscreción. 

Tal vez el deceso de Isabel ponga en el debate público internacional el papel de la corona en la construcción de Estado; el de la nobleza en todos sus títulos y las prácticas imperialistas que existen al día de hoy. Tal vez sea urgente poner sobre la mesa el por qué algunos países al día de hoy luchan por consolidar la democrática fáctica, mientras que otros se enlutecen con la muerte de quien ostentó en vida, un poder ilimitado.

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