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sábado, 20 abril, 2024
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Un rapcito a falta de puntos en las encuestas

■ “De morro me preguntaron que de grande qué quería ser [...] si un día volviera a nacer, no dudaría rapero contestaría, ni presidente ni juez, mucho menos policía”. C-Kan, Zimple, Don Aero.

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Por: E. ANDREA ROBLES G. •

Todavía ni los adornos patrios se han colgado sobre la Avenida Hidalgo y las casas encuestadoras están trabajando casi tanto como los que ostentan el poder desde la partidocracia, que a base de statements y esquivando el proselitismo adelantado, han dejado claro que sí quieren ocupar la silla más importante del Palacio Nacional.
Muy encomendados a que Dios les ayude, a estos madrugadores no les han faltado los trucos para subir puntos, ganar likes, que su apellido y nombre de pila esté en el vox populi, y ¡ojo aquí! Que ante la creciente expresión hip-hop y la conquista de espacios que históricamente han peleado los defensores y exponentes de la cultura urbana en todas sus vertientes, no va a faltar quien diga que era raperito desde la cuna, que creció echando bombas en las canchas y que hasta se quebró una pierna una vez patinando, aunque en el barrio no se paren ni a comprar un cincuenta.
En una de esas, no cabe la duda en este espacio semanal, que eventualmente algún aspirante llegue con medios y cámaras y micrófonos nacionales, y su respectivo papel de las tortillas por ahí en el plantón 4:20, que dicho sea de paso está a las afueras de donde algunos aspirantes (y neo hip-hoperos) a figurar en la boleta del 2024, atienden este negocio llamado servicio público.
Lo cierto es que todavía no dejan digerir a Los Ángeles Azules incursionando en el trap, cuando ya estamos saturados de canciones que sonarán por todas las colonias desde alguna camionetita adaptada con su respectiva sonido, lonas y panfletos. Y que nadie se vaya a extrañar, que si algo aprendimos del proceso electoral del 2018, es que lo disruptivo es la nueva -y quizá única opción viable- de hacer marketing político.
Pero mucho valdría la pena hacer un recuento de las opiniones personales, de fracciones, de grupos, de partidos cuando figuras emanadas de <<las calles>> conquistaron espacios públicos, como en su momento lo hizo Pedro Carrizales, mejor conocido en las colonias como “El Mijis” que con su tatuada piel, las cicatrices en su cráneo y una historia dura de vida, no sólo recorrió su natal San Luis Potosí, sino que en bici, o por medio de la palabra, cruzó este país representando a una parte de la población mexicana que existe, y que como se encuentra inscrito en el corazón de Tepito, existe porque resiste.
Habría que escribir con tinta indeleble para el siguiente proceso, una bitácora sobre las posturas que han optado desde su postura civil y pública sobre debates que tienen años en la agenda gubernamental; misma que se detiene constantemente porque a nadie le alcanza para pagar el costo político de adoptar una postura. El consumo lúdico del tetrahidrocannabinol, los incentivos psicotrópicos en las esferas artísticas, la diversidad sexual, la ideología de género, las libertades reproductivas, entre otros incómodos temas, siguen formando parte de un expediente que no se ha tocado abiertamente por casi nadie, pero que un mundo donde <<siempre hay un tuit>>, al país no se le debe olvidar las deudas políticas que arrastramos y a que a veces son más indignantes que la contraída con el Fondo Monetario Internacional.
Las agencias que cobran una millonada por sus servicios de mercadeo no tardarán en hacer nacer de la nada y sin ningún tipo de originalidad a una serie de personajes que querrán identificarse con la otredad, y los pobres ya no podrán configurar un pilar en el discurso público; sin embargo, para nuestro mal y para su bien, este país tiene miseria de frontera a frontera para ser apropiada en la futura propaganda electoral. Sin embargo, la memoria de nadie, deberá ser tan flaca como para olvidar que a mediados del año dos mil veintidós salieron a la luz, los primeros vestigios de las creaciones ex nihilo muy ad hoc a las rimas de Las Morras de los Reyes Sureños 13, Chalco, Unión de Guadalupe; por citar sólo uno de los miles de barrios que hay en todo el país, y que en lo individual y en lo colectivo, representan toda una cultura: una estructura organizacional social, una dinámica laboral, así como un legado identitario único en cada caso que habrán de resistir a las prácticas imperialistas de explotación.

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