Zacatecas requiere aumentar su capacidad recaudatoria, quien lo dude carece de información o de criterio. En ese esfuerzo el Gobierno del Estado ha diseñado una estrategia novedosa y legítima, cuya ruta pasa por el interés de las mineras, empresas que representan como pocas la peor cara del imperialismo, capitalismo y neoliberalismo, con todo lo negativo que las expresiones en uso conllevan. Se puede inferir que de ello se explica la actitud de la Presidencia de la República con este Estado, a quién le debe, en acto de justicia, más allá de la contemporaneidad, el respaldo para recuperar una mínima parte de lo que se ha extraído de su suelo durante siglos, y que ha llevado a imperios ajenos a nuestra nación a enriquecerse, sin que por eso a Zacatecas le quede más que la referencia y… la lástima.
El Gobernador Alejandro Tello cuenta hoy con una oportunidad extraordinaria de respaldo político y social espontáneos. Muchas de las diferencias ideológicas se han pasado para otro momento. Sin embargo en democracia, los cheques en blanco no pueden ser. A esta oportunidad debe acompañarla un acto de liderazgo y visión de Estado que distinga las buenas intenciones de las acciones sustanciales, que amplíen el margen de legitimidad de las decisiones acertadas e incrementen la credibilidad del Gobierno local, distanciándose así de la mala racha en la que parece estar empecinado el Gobierno Federal, encabezado por EPN.
Una de estas acciones bien puede ser el impulso del Sistema Estatal Anticorrupción, propuesta que fue distintiva de Alejandro Tello en la campaña electoral, y que obtuvo tal respaldo, que luego fue replicada por sus adversarios. Fue también uno de los actos inaugurales de su Gobierno, lo que trajo una expectativa positiva que no debe perderse, sino confirmarse.
El diario nacional Reforma, afirmaba en una nota del día 21 de Febrero: “Se rezagan 16 estados con Anticorrupción” (entre ellos Zacatecas). Por su parte, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y Transparencia Mexicana, al inaugurar el proyecto “Semáforo Anticorrupción: Monitoreo de los Sistemas Locales Anticorrupción”, anunciaba que solo Chiapas y Nayarit están ya listos para iniciar con el desarrollo de su sistema local.
Si bien está hecha (en principio) la reforma constitucional que da origen a tal entramado institucional, aún falta lo más importante: la parte operativa e instrumental. Ahí está la oportunidad para llamar a la ciudadanía a participar, para convocar a un gran proceso de consulta y planeación deliberativa, en clave gobernanza, que a su vez permita a todos sentirse escuchados, atendidos y convocados. Hacer política de la buena.
No olvidemos que sí bien, los impuestos son necesarios e inevitables, la forma de que su carga impositiva sea menos pesada es logrando que el contribuyente tenga claro el destino de su aportación y a su vez, que tenga confianza en que tal ingreso tendrá una utilidad social de la que se verá beneficiado.
Como lo expone Carlos Elizondo Mayer-Serra, en su ensayo “Impuestos, Democracia y Transparencia”, una de las razones de la baja recaudación en México “han sido los problemas de legitimidad del Estado y la poca transparencia y efectividad de su gasto”. Podemos afirmar que hoy tenemos más transparencia que nunca antes, y una voluntad del Gobierno del Estado en esa dirección que no puede desconocerse, sin embargo también ha quedado claro que el acceso a la información no es suficiente, apenas alcanza para descubrir el mal manejo de recursos públicos (que, contradiciéndonos, no es cosa menor), pero aún no para abatir la impunidad.
En razón de ello es que surgió el modelo sistemático de combate a la corrupción. Volviendo a Elizondo, “un tema adicional al de transparencia, pero indispensable para cerrar la pinza de una mejor rendición de cuentas, es el de definir con claridad la responsabilidad del funcionario público y la evaluación de las políticas públicas”. Zacatecas puede recuperar la iniciativa de impulso al Sistema Estatal Anticorrupción y con ello afianzar la confianza y respaldo, urgente para enfrentar el contexto de confrontación con los poderes fácticos.
Cierro con una última reflexión del citado ensayo de Elizondo: “una ciudadanía que no se siente representada y adecuadamente informada, al igual que lo harían los accionistas de una empresa, no tiene buenas razones para “comprar” más “acciones de la empresa”. No es fácil convencer de que existen razones de interés común para pagar más. En la medida que el gasto siga siendo opaco y exista la percepción de baja calidad en el mismo o corrupción dominante, el mero hecho de tener representantes electos democráticamente e incluso el contar con mejor información sobre el gasto público no le da al ciudadano certidumbre sobre el destino de sus impuestos”.
Venga pues, hagamos del contexto, oportunidad. ■
@CarlosETorres_
