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sábado, 20 abril, 2024
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Día Mundial del Teatro. Jugando a ser Dioses

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Muchas de las disciplinas exhiben su desarrollo a partir de grandes hazañas que resuelven problemas que solamente viéndolas se cae en la certidumbre de su veracidad. La ingeniería y la arquitectura son un buen ejemplo de estas posibilidades cuando se testifican con asentamientos humanos que antes parecerían de ficción, lo mismo que las grandes obras como los canales y las carreteras submarinas, para citar solo algunas. En el campo de la bioquímica y la física, parece que no hay límites para las cascadas de nuevas aportaciones que se hacen en esos campos, la tecnología de la comunicación el cómputo se transforma indefinidamente día con día pero, probablemente, donde más aparecen estos alardes, es en el área de la medicina, donde hay tanta y varia invención que se ha logrado rescatar de la muerte – no se sabe si para mal o para bien- a millones de personas en todos los rincones del mundo, en especial en los países ricos.

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Sin embargo, hay una disciplina humana relacionada con la cultura y las artes que aporta vida en cada uno de sus intentos. Aunque en sus orígenes se asociaba con las fiestas paganas y también en ocasiones con connotaciones religiosas, con el paso del tiempo, salvo en las manifestaciones colectivas donde la comunidad participa en sus fiestas patronales como el caso, por ejemplo, del festival de Bracho y otras festividades multitudinarias.

Particularizando, la disciplina que permite crear vidas nuevas y construir situaciones únicas que no exactamente corresponden a la realidad, pero, paradójicamente, es esta irrealidad la que le da vida y la hace creíble. No nada más se construyen realidades aparte que reclaman su vigencia, también da vida a personajes y personalidades dentro de tramas que por increíbles que parezcan cobran actualidad y validez en la medida en que el elenco se convenza de su desempeño para, en ese tenor, convencer a la audiencia de que en ese espacio escénico están ocurriendo eventos reales que serán vividos por actores y audiencia en una situación que es completamente “real”. Por esta razón, se puede decir que el teatro sirve para dar y quitar vidas, humores, personalidades que solo se viven en ese preciso momento y su vigencia transformadora y creativa permanece hasta el momento en que la representación perdura.

En esta forma, la disciplina teatral, para manifestarse como tal, requiere que todos los creadores que forman parte de las propuestas teatrales, estén entrenados en una gran cantidad de pautas que van desde habilidades tan simples como aprender a hablar con corrección y desplazarse dentro de un escenario, hasta aquellas tan complejas como aprender a respirar con corrección, pasando por los alardes de memoria para aprenderse libretos muy complicados hasta llegar a la transformación total de las escenas y el escenario donde se manifiesta la visión del director y las habilidades de los actores para llevar en su viaje escénico a la audiencia, que durante la representación se transforma a la nueva realidad planteada y, como consecuencia, también transforma su entorno cotidiano por la realidad inmediata que le propone la acción teatral. En este sentido, la transformación es completa: los actores, la audiencia y el espacio escénicos se niegan a sí mismos y se transforman en una vida nueva en la que todos se convencen que esa irrealidad es la que priva en ese momento, transformando la existencia de todos en el tiempo que dura la representación.

El teatro se vuelve entonces en el vehículo transformador en donde lo que más importa es la humildad y la convicción de los actores para transformarse a sí mismos, la imaginación ilimitada que el director escénico aporte a la trama que por regla general proviene de un texto literario y la disposición de la audiencia para aceptar esos momentos y dejarse “engañar” por los episodios que están siendo representados. El crecimiento de todos se deriva de la convicción colectiva de la aceptación de que la realidad puede ser transformada dando vida nueva a momentos que sin el teatro no existirían.

Entonces, para los amantes de esta disciplina, tanto creadores como espectadores, siempre estará presente la preparación exhaustiva para hacer que este oficio crezca y se mantenga vigente como lo ha estado desde la antigua Grecia con las festividades que se realizaban para ensalzar a los dioses, especialmente a Dionisio, el Dios del Jolgorio, por decirlo de un modo y todas sus evoluciones posteriores.

Feliz Día Internacional del Teatro. Felicidades a todos los que se dedican a esta disciplina y al público que con su presencia la mantienen viva.

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