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viernes, 19 abril, 2024
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El cambio electoral: treinta años y apenas comenzamos

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Aun par de semanas de que dé inicio el que ya ha sido multicitadamente el “proceso electoral más grande en la historia de México”, y ante la acostumbrada avalancha de mediciones sobre las intenciones del voto, escenarios electorales y de definición, tanto a nivel federal, por lo que respecta a la Cámara de los Diputados, como a las Gubernaturas en disputa y algunos municipios (los más grandes, generalmente) y las alcaldías de la Ciudad de México, conviene hacer una revisión respecto al papel de las encuestas en nuestra vida democrática y cómo éstas han venido midiendo “el cambio electoral”. Al respecto el prestigiado encuestador de El Financiero, Alejandro Moreno, publicó en 2018 un muy interesante libro, titulado justamente El Cambio electoral. Votantes, encuestas y democracia en México, en el Fondo de Cultura Económica, del que me parece pertinente copiar algunas de sus notas más llamativas en este espacio, para el contexto que ya hemos expuesto.

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El académico y articulista, comienza por relatar cómo, cuando menos desde la elección de 1988 a la antesala de las últimas elecciones presidenciales (2018), es decir, en treinta años, “la conducta político-electoral de los mexicanos ha cambiado profundamente”. Desde el diseño e implementación de lo que fueron novedosas reglas del juego para la democracia competitiva, hasta la revolución tecnológica en materia de comunicación y la ampliación de la competencia a todos los ámbitos geográficos y políticos del país, hasta la apreciación que la ciudadanía tenía y tiene de la democracia. Expone Moreno: “En 1988, la democracia se veía con ojos aspiracionales; después de la alternancia en 2000 con ojos más críticos, y tras las elecciones de 2012 con una gran indiferencia”.

En efecto, de la pretensión de legitimidad del régimen hegemónico que amaneció en agonía el día de la elección presidencial de 1988 en la que resultaría electo oficialmente, con serias dudas, Carlos Salinas de Gortari, a la elección que dio lugar a la primera alternancia, con Vicente Fox como el primer presidente no priista desde la existencia de ése partido, la expectativa respecto a la democracia fue tanta y se le dotó de tal nivel de importancia, que dos gobiernos de Acción Nacional, terminaron por demostrar que había fenómenos estructurales más profundos aún que la mecánica del cambio político (como lo llamaron Woldenberg , Salazar y Becerra en un ya clásico texto sobre la transición política del país). Finalmente, pareciera ser que la segunda alternancia, y el retorno del PRI al poder, no hizo sino culminar en una crisis de credibilidad y confianza en las “palabras talismán” (Carlos Fuentes dixit): democracia, división de poderes, rendición de cuentas, etcétera.

Pero más allá de estas conclusiones a debate, hay evidentes muestras de un cambio electoral en el país, que Moreno Cárdenas enlista en tres fenómenos: “uno de ellos es la gradual despartidización del electorado mexicano, la cual se refiere a un doble proceso que incluye el desalineamiento partidario y el debilitamiento del partidismo como influencia en el voto”. Nadie podría negar que los partidos han degradado su salud política, a niveles de gobernabilidad, incapacidad de movilización y crisis institucional, a tal nivel, que lo que durante tres décadas se consideró un sistema de partidos equilibrado en tres expresiones más o menos competitivas, se encuentra en vías de extinción que culminará en este año.

Continúa el también articulista de El Financiero: “Otro aspecto es la gradual ideologización del electorado mexicano, que se ve reflejada en una mayor cristalización ideológica de las preferencias electorales, así como en una creciente polarización política”. Será sumamente analizar los resultados de la elección de junio, a través del lente de esta conclusión y los siguientes cuestionamientos ¿Cuánto costará al PAN aliarse a su otrora adversario histórico el PRI y viceversa? ¿Qué harán los priistas, con su ideología nacional-revolucionaria y socialdemócrata, ante la alianza con la derecha? ¿Morena terminará de absorber al electorado del PRD y logrará restarle voto duro al PRI? ¿El Movimiento-Partido hoy mayoritario, logrará consolidar una militancia permanente más allá de la figura del presidente?

El último fenómeno que el académico del ITAM observa es “la rápida internetización de una buena parte del electorado mexicano, que ha generado una brecha digital generacional que comienza a traducirse en una brecha política”. Frente a la pandemia que azota al mundo, este aspecto cobrará una importancia inusitada y quizá tampoco esperada, a tal nivel, por el propio autor. Justamente ahora que las redes sociales pasarán de ser herramientas a medios preponderantes en ausencia de las concentraciones políticas, podremos conocer los efectos e impactos que tal escenario tendrá en los resultados del proceso electoral por arrancar en su etapa de campañas. ■

@CarlosETorres_

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