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sábado, 25 enero, 2025
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Breve y azarosa crónica de un adiós

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Por: La Jornada Zacatecas •

La Gualdra 646 / Literatura

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Por: Juan Carlos Macías Berumen

 

Hay momentos en la vida en que cierta información se presenta de manera inesperada, como un espontáneo destello en la oscuridad que con la misma rapidez que aparece, se esfuma y se acepta de ese punto en delante como una verdad. Así, hace no más de una semana, al responder a una pregunta que ya no recuerdo con claridad diciendo que Paul Auster era quizás el mayor novelista norteamericano que aún escribe, me di cuenta de una verdad por demás incómoda: Paul Auster ya no escribe. Este momento de reconocimiento me llevó a un viaje que comenzó la primera vez que tuve El palacio de la luna entre las manos y culminó en el día en que leí “un adiós al escritor norteamericano Paul Auster” en el encabezado de una nota periodística que con menos de diez palabras pregonaba su partida. Pero Auster fue más que un escritor, me dije en ese momento, fue un cartógrafo del alma humana, un historiador del azar y un cronista de lo improbable. 

Auster no fue un novelista que afirmase o proclamara que algo debía ser dicho, sino uno que observaba y extraía del silencio las palabras, la luz de la oscuridad, el todo de la nada. El autor de La noche del oráculo escribía sobre lo que no puede planearse, sobre las piezas sueltas que, cuando menos se espera, encajan y nos dejan frente a una verdad innegable; que la vida se construye a través de accidentes y coincidencias, que no se trata de tramas complejas o planes elaborados en que cada engrane encaja a la perfección con el siguiente; se trata del azar que lleva a todos a perderse y a encontrarse, a descubrir en un segundo que “algo sucede y, desde el momento en que empieza a suceder, nada puede volver a ser lo mismo”(1). Y las consecuencias de un cambio ocasionado por el azar son imprevisibles.

Tal como se relata en El cuaderno rojo que le sucedió a un scout de unos 13 o 14 años que tenía por nombre el de Paul Auster y como resultado de presenciar la muerte de uno de sus compañeros exploradores que fue alcanzado por un rayo obtuvo una idea clara de cómo el azar determina la vida y la muerte de las personas y por ello, declara que se convirtió en novelista algunas décadas más tarde. Por ello, lo primero que emerge de la memoria cuando se piensa en su obra son los relatos anecdóticos contenidos en cada una de sus novelas, que nos acercan a su humanidad, trátese del joven escritor que vende sus libros para pagar su colegiatura, el niño que se descubre huérfano o el lector que recuerda que uno de los grandes de su tiempo no escribirá más. Hoy, porque el azar así lo dispuso, se debe aceptar esta nueva verdad siendo quien escribe al mismo tiempo más y menos Marco, Stanley y Fogg de lo que fue hace una década.

(1)  Auster, Paul, El cuaderno rojo, Barcelona, Anagrama, 1994, p. 9.
*UAEH-UAZ.

Paul Auster. Foto de Auggie Wren's Christmas Story by Paul Auster. Engelsk 2. NDLA.
Paul Auster. Foto de Auggie Wren’s Christmas Story by Paul Auster. Engelsk 2. NDLA.

 

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