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jueves, 25 abril, 2024

La pugna Hoyos/Romero. (Quinta de seis partes)

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Como lo referimos al iniciar la zaga de este tema, la educación, más todavía la instrucción publica es un campo fértil para la conflictividad. Al formar parte del proceso educativo maestros, padres y autoridades, cuando los conflictos no los provoca uno de los actores lo provoca otro. Véase sino lo que observamos actualmente en Zacatecas con la llegada del nuevo gobierno. A penas se ha cumplido un mes y medio y la actual administración sigue sin pagar a todos los maestros, la titular del ramo se nombro tarde y la falta de docentes en escuelas incrementa la problemática educativa en un medio en el que cada sujeto es un potencial conflicto.

Con la presentación del aguador Bermúdez, el alcalde dio por concluidas las declaraciones de los testigos en contra del maestro Hoyos, procediendo enseguida a dar fe y firmarlas ante el escribano público Ferrero.

Posteriormente se procedió a informar sobre las diligencias practicadas a las que obligó la denuncia de Bartolomé Romero, mismas con las que no estuvo de acuerdo el asesor del cabildo, Lic. Ignacio Cuervo, quien se excusó de no poder aceptar la comisión para escuchar los descargos del maestro Miguel de Hoyos.

En virtud de la negativa del Lic. Cuervo, el trabajo se le encomendó al secretario Pedro Sánchez, mismo que debería entregar un informe al señor intendente para que procediera en consecuencia, según lo determinaba el Art. 20 de la Real Ordenanza de Intendentes.  La reunión concluyó con el acuerdo de mandar citar al atribulado maestro con la finalidad de escuchar los descargos a la acusación que le hizo el comerciante.

Es una pena que en los archivos no hallamos encontrado el testimonio del acusado, aunque las evidencias de los cargos declaradas por los involucrados en el “affaire” Hoyos/Romero, al coincidir todas, nos llevan a pensar que las anomalías que le achacaban eran ciertas. Sin embargo, quizá lo hayan absuelto, o posteriormente se reinstalo en su escuela, el caso es que el maestro de Hoyos vuelve aparecer con su cargo y en funciones según consta en un documento que más adelante abordaremos en el que su hijo, José de Hoyos al reclamar el sueldo atrasado que se le adeudaba, menciona que el sustituyó a su padre como preceptor de la escuela, después de su muerte.

El maestro de Hoyos, como lo seguimos viendo hasta la fecha en la conducta de algunos directores y profesores, probablemente incurrió en abusos y corrupción movido quizá por lo precario de su sueldo, o porque quiso aprovecharse de su puesto para lucrar. También es probable que por el tiempo en que se presentó el conflicto que acabamos de narrar se haya atravesado un periodo de crisis y las rentas del Colegio hayan disminuido al grado de tener problemas para pagar a los maestros, incluidos a los de las escuelas de primeras letras. A miguel de Hoyos, de las cajas reales o tesoro del común, cobraba 300 pesos anuales pagados en tercios y tres pesos cada semana para su ración alimenticia. Por principio, y esa fue la opinión del procurador López de la Madrid, no estaba autorizado para cobrar cuotas semanarias a los padres de sus alumnos. ¿Quién le autorizó a hacerlo? ¿fue acaso a iniciativa propia obligado por los retardos en sus pagos, o porque el sueldo le resultaba insuficiente para cubrir sus gastos? o ¿acaso, incurrió en el cobro indebido por afanes de lucro? Ante la falta de información, están fuera de nuestro alcance las respuestas.

Por lo demás, las conductas neuróticas y psicópatas son rasgos de enfermedades que afectan a muchos que se dedican del oficio de enseñar. Problemas que se agudizan en algunos casos, cuando envejecen.

Lo trascendente del caso Miguel de Hoyos, está en la lectura que podamos hacer del mismo. Su conducta, y el escenario que nos dibuja Romero, así como las versiones de los vecinos involucrados en la acusación, dan pie a comentar algunos aspectos que caracterizaron a la enseñanza elemental en Zacatecas durante el periodo que nos ocupa. Nos queda claro, conociendo el testimonio referido, que el proceso de secularización de la enseñanza seguía en marcha. Ya casi para finalizar el siglo de las luces, las escuelas de primeras letras que había en la ciudad de Zacatecas tenían un carácter público y su administración y fiscalización corrían a cargo del municipio. Quienes contaban con recursos, los padres de los niños de la “mesa de los decentes”, una cuota semanaria que se empleaba para ayudar a los de la “mesa del común” con la compra de pautas, silabarios, tinteros, catones y otros materiales para su aprendizaje.

Por otra parte, la enseñanza y el trabajo de los maestros estaban sujetos a un régimen de vigilancia y fiscalización severos. No sólo tenían puestos los ojos de las autoridades del Ayuntamiento, sino la mirada celosa de los vecinos, como lo documenta la denuncia del comerciante Bartolomé Romero que aquí hemos reseñado. Con su alegato, Romero se asume como un defensor de la escuela pública gratuita. Bartolomé Romero censuró al maestro porque obligaba a los padres de sus alumnos, sin discriminar su condición económica, a que le pagaran el semanario, situación a la que se oponía terminantemente, conminándolo a que, si deseaba cobrar, debería abandonar la escuela pública y poner una particular.

Referencias.
AHEZ. Fondo Ayuntamiento, Serie enseñanza, “Acusación de Bartolomé Romero contra Miguel de Hoyos, maestro de escuela de primeras letras”, 1795.

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