17.7 C
Zacatecas
martes, 23 abril, 2024
spot_img

■ Historia y Poder

Matilde, la potosina que convivió con Hitler

Más Leídas

- Publicidad -

Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Ella desciende de una familia de San Luis Potosí que cambió el curso de la historia y planteó otras alternativas en el desarrollo del hombre y sus ideales: se llama Matilde Cabrera Ipiña de Corsi. Hoy tiene 86 años de edad, hoy tiene, vamos a decirlo claramente, muchos deseos de publicar nuevos libros, de viajar y hasta de bostezar.

- Publicidad -

Entrevistarla fue todo un deleite, una experiencia y un privilegio. Bisnieta de don Pantaleón Ipiña, que por los años de 1827-1830 fue el primer alcalde potosino después de proclamada la Independencia y quien coadyuvara fehacientemente en la liberación de la esclavitud en San Luis, en el apogeo de nuestra primera Universidad, en un agrarismo sin precedentes y hasta el apoyo directo a la naciente prensa potosina.

Nieta de Don Encarnación Ipiña, aquel hacendado que fue gobernador del Estado en un momento difícil y encomiable, pues entró a la silla grande al huir como un delincuente el porfirista José María Espinoza y Cuevas, y quien por muchos años esquilmó y transó el poder, dijo que don Encarnación apoyó mucho a los liberales, les dio oro, armas y víveres, con tal de que se fueran de nuestra ciudad, pues había estallado la Revolución.

Le pido nos cuente desde el principio. Ella va hilando los recuerdos y acierta con plena memoria: dijo ser la mayor de seis hermanos, que desde muy chicos vivieron la angustia de la Revolución y de sus bandoleros, por lo cual la familia tenía que vivir en diversas haciendas y ciudades del país. Su padre, don Octaviano Cabrera Hernández, murió muy joven y que “hay la sospecha aún de que no fue accidente, sino crimen, pues se dice que se lesionó la vena femoral al disparársele una pistola”. Ello cambiaría el ánimo de la familia y también les daría una formación matriarcal.

Desde muy chica fue a estudiar a los Estados Unidos, allá conoció un pueblo norteamericano enfrascado en las discusiones de una depresión sin precedentes, vivió la bondad de míster Hilton, el poderoso empresario hotelero que llegaría a ser mundial y celebérrimo, conoció a la ciudad de México cuando ésta era una verdadera “fantasía”, dijo que vivía en el Paseo de Reforma y que “todo era puro monte, me acuerdo que muchos niños éramos cuidados por nuestras nanas”.

Desde muy chica también, reconoció la turbulenta Europa, recién ensangrentada por la primera Guerra Mundial. Estudió en España e Italia en colegios particulares y en los que se hablaba mucho de las barbaridades de la guerra, “también conocí a muchachas hijas de reyes, magnates y ministros, por lo que conocí, viví y experimenté Alemania por muchos años”.

-Cuente algún caso especial que haya vivido en aquellos años.

Bueno, yo no me daba cuenta. En 1927 estábamos en Europa todos mis hermanos y mi mamá, Matilde, porque queríamos aprender más idiomas, entonces llegamos para aprender el francés, el italiano, el alemán…

-¿A dónde fueron, exactamente?

Estuvimos en San Remo, Italia, en el Colegio del Sagrado Corazón, que entonces era francés pero estaba en Italia, por ciertas dificultades que tenían con el gobierno. Entonces la reina Victoria cedió su villa, que era muy preciosa y estaba al lado del mar. Ahí perfeccioné mi francés, que primero lo había aprendido en Nueva Orleans. Toda mi familia se regresó a México después de algunos años y me quedé estudiando en el Colegio del Sagrado Corazón en Madrid…

-¿Cuántos años estuvo usted en Europa?

Pues casi toda mi vida. En distintas ocasiones, no todas de un jalón, pero casi siempre viviendo allá. Mi hermana Lita murió allá hace seis años. Ahora Europa, España en especial, ha cambiado mucho, no es ya lo mismo.

-¿Cómo llegó a Alemania?

Luego de haber estudiado tres meses en el Sagrado Corazón de Roma, en la Trinidad del Monte, conocí a una joven de Alemania a quien sus papás le tenían un castillo en Baviera y entonces ella me invitó y fui. Conocí la aristocracia alemana: muy refinada, de muy buenos modales, pero muy rebelde…

-¿Apoyaba usted a los nazis?

Eso no es cierto. Conocí a Hitler y nunca le vi nada malo. Mire, él y muchos otros eran buenos, lástima de quienes lo acompañaban. La gente no estaba muy contenta porque había guerra.

-Usted estaba en el centro, en donde nacería la Segunda Guerra Mundial…

Si, en Berlín. Me había casado en San Luis con Pedro Ponce de la Maza e inmediatamente nos fuimos a Alemania. Él trabajó en la Legación Mexicana en Berlín y por ello, por ese puesto diplomático fue que vimos muchas veces a Hitler. Recuerdo una vez en la que estuvimos con él viendo “Lo que el viento se llevó”, con la única condición de que nadie lo viera extraño, que nadie le hablara. Había con nosotros muchos pintores alemanes de un centro artístico.

Luego, por esos meses, nació nuestro hijo Alejandro y después de ello trabajé en la radio de Berlín, pero no atendiendo a los nazis.

-Descríbanos la Alemania de entonces.

Había mucha prensa, mucha cultura. Todo el pueblo tenía ventajas en cuanto a lo cultural. Wagner era muy popular y la ópera la podían gozar hasta los obreros y la servidumbre. Hitler realizó muchas obras sociales fabulosas, aunque lo de la guerra fue una lástima. Hitler era muy querido, aunque no por la aristocracia, pues él había sido albañil ni siquiera era alemán, era austriaco y, naturalmente, veía mal la aristocracia. Pero la juventud estaba toda loca por él.

-¿Qué hacía en la radio Matilde?

Nunca fui locutora, como alguna persona lo ha dicho, era conferencista y todos los miércoles daba una charla de casi una hora con el tema El Mundo de la Mujer; no me metía con la política. También hacíamos programas de puericultura, o sea, tratamiento de los niños. Fueron programas muy conocidos por la gente y se radiaban a América Latina, Europa y África. Eran difundidos a las dos de la mañana para que en México se escucharan a las siete de la noche, pero con la guerra cada vez fue más difícil comunicarse.

Estuve en la radio desde 1938 hasta que México rompió relaciones culturales y diplomáticas con Alemania en febrero de 1942.

En la radio de Berlín también trabajamos en programas en alemán sobre héroes hispanoamericanos, desde Simón Bolívar a Morelos, de Hidalgo a San Martín, de Maceo a Sarmiento. Estos temas se radiaban en los días de fiesta de cada nación y el pueblo alemán siempre se interesó por nuestros patriotas.

-Se dice que en Alemania mataron a muchos comunistas, que a otros los metieron a la cárcel, los nazis invadían países, ¿que hizo Usted en plena guerra, qué ambiente les rodeaba?

Nosotros pertenecíamos al medio diplomático y estábamos en jauja. Teníamos un racionamiento que tal vez si hubiésemos sido ogros nos lo habríamos terminado. Todos nuestros amigos alemanes vivían de nuestra ración: teníamos ocho kilos de mantequilla al mes, 32 de carne sin contar la de cacería, aves, faisanes. No nos podíamos terminar aquello y lo compartíamos con amigos. El racionamiento diplomático era muy amplio.

“Tanto mataban de un lado como del otro, en una guerra todo el mundo se mata, pero el pueblo alemán no sufría de hambre, era lo contrario a lo que sucedía en otros países.

-¿Cómo y cuándo volvieron usted y su familia a México?

No pudimos regresar hasta que la guerra concluyó en 1945. Logramos salir de Berlín con el ministro de México en Portugal, el General Bilardo, quien nos sacó en su auto porque carecíamos de visa para atravesar los países, todos estaban en guerra. Yo tenía tres años sin ver a mi marido, él había venido a México a algo relacionado con nuestro país cuando la guerra estalló y en tres años pude hablar con él una sola vez.

Llegamos a Nueva York y luego a Laredo, ahí nos recibieron muchos potosinos, mi hermano Tano, mi esposo y otros.

“La experiencia de la guerra fue terrible. Cada noche nos guarecíamos en verdaderas fortalezas porque los ingleses bombardeaban Berlín como demonios, contamos hasta 75 bombardeos consecutivos que dejaron muchos muertos, sobre todo niños y ancianos. El cielo se veía con muchas luces, la imprudencia de un amigo peruano le costó la vida, le atravesó una bala en el cuello, estaba en el mismo refugio que nosotros” … (continuará)… 

*Entrevista realizada en septiembre de 1991

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -