“Mil quinientos médicos alemanes darán consulta y atención médica en poblaciones rurales mexicanas”; si esta hubiera sido la noticia de la semana pasada, y no los quinientos médicos cubanos, muy probablemente habríamos atestiguado otra reacción al tema.
Es innegable que hay algo de xenofobia en los cuestionamientos sobre el arribo de estos médicos cubanos, pero aún peor es que además de esto, hay un racismo tan interiorizado que cuesta a muchos percatarse de él, como costaría a un pez enterarse del agua en la que nada.
Así lo prueba la reacción similar cuando se informó que el Instituto Mexicano del Seguro Social afiliaría a 25 mil guatemaltecos, y que por tanto recibirían los beneficios de ser derechohabientes de esa institución en la que evidentemente solo se puede ingresar cotizando como parte de una prestación laboral.
Curiosa alarma causa la llegada de 500 cubanos y 25 mil guatemaltecos para un país que acoge a un millón doscientos mil extranjeros de forma permanente, de los cuales, 65% de ellos son estadounidenses, muchos trabajando sin que nadie vea peligro o problema en ello.
Paradójicamente este discurso se parece mucho a aquel que repudiamos cuando se propaga en Estados Unidos teniendo como blanco de esos ataques a nuestros compatriotas, quienes, dicho sea de paso, son fundamentales para el sostenimiento económico de nuestro país.
Pero no todo el discurso de rechazo tiene ese nivel; existe uno más moderado, que encubre su rechazo con solidaridad, argumentando que los médicos cubanos no tendrán condiciones adecuadas para trabajar debido a que en el área rural donde podrían instalarse no tendrá la infraestructura adecuada para dar la atención médica.
Ejemplifican diciendo que no habrá oxígeno o insumos de ese nivel, lo cual no hace más que resaltar involuntariamente la necesidad de personal médico como el cubano formado con un enfoque más integral y preventivo de la salud, lo que les da una comprensión de la salud y la medicina más allá del ámbito hospitalario.
Eso, y su formación bajo el esquema de la priorización del derecho a la salud, por encima de los intereses individuales del lucro, es lo que ha hecho a esos médicos, frecuentes nominados al Premio Nobel de la Paz.
En el gremio médico en particular surgieron minoritarios pero estruendosos mensajes como el de la hoy famosa médica Ana Ceci, cuyo discurso, identidad y contexto parece la encarnación de un meme de whitexicans, o de un personaje fugitivo de algún guion del humor crítico de backdoor.
Esta médica de familia priista, enlistó a cerca de mil médicos más, dispuestos, de acuerdo a sus propios dichos, a trabajar por la salud de los mexicanos de tal suerte que no hubiera necesidad de contratar a los cubanos.
Tal iniciativa tuvo como respuesta popular la expectativa de que lo hicieran en las zonas rurales donde no hay médicos, y en esos lugares donde en el mejor de los casos cuentan con atención únicamente de martes a jueves porque los asignados aprovechan la lejanía de sus plazas para llegar un día tarde e irse un día temprano.
Esto sólo es tolerado y posible por la conocida escasez de médicos, difundida en su momento por gobiernos de todos colores, y también por la ciudadanía que sabe cuánto hay que esperar para recibir atención de especialistas.
Ya se trabaja en ello con contratación y con la apertura de más plazas para personal de salud, particularmente de forma acelerada después de la pandemia. También se hace con la cuadruplicación de plazas para formarse en especialidades médicas, que pasó de 10,000 al año a 40.000 y parte de ello es posible gracias al convenio que se tiene con Cuba. Pero los efectos de estas medidas tardarán años en concretarse.
Mientras esto sucede, debemos encontrar el punto de equilibrio entre las condiciones laborales deseables para cualquier persona que contribuye con su trabajo a la sociedad, con la imperiosa y urgente necesidad de garantizar el derecho a la salud, independientemente de si se vive en lo urbano o en lo rural, o del nivel de ingresos que se tengan. No veo cómo la llegada de 500 médicos puede afectar lo primero, y en cambio, es notorio cuánto pueden ayudar a lo segundo.
