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jueves, 25 abril, 2024
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■ El Péndulo

Ante la incertidumbre, es tiempo de reflexionar

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

En estos tiempos, todos los seres humanos vivimos en la incertidumbre. Las relaciones internacionales surgidas durante las cinco décadas más recientes sufren un proceso de debilitamiento, cuando no de ruptura. El mercado global administrado por la Organización Mundial del Comercio está en proceso de desmantelamiento y lo mismo pasa con el sistema bancario. El sistema global de producción de alimentos es claramente insuficiente, y las autoridades de las potencias económicas parecen haber olvidado las debilidades del sistema global de salud, que desnudó la pandemia del Covid 19, pero los pueblos no olvidan que las empresas farmacéuticas lucraron con la desgracia y no parecen dispuestas a compartir la fabricación de vacunas, fármacos indispensables, lo mismo que equipos y materiales fundamentales. La producción y administración de energéticos es, asimismo, muy desigual, y nadie parece interesado en poner freno al lucro desmesurado. Pero lo más grave es el riesgo de que los intereses de los poderosos, junto con la debilidad e inoperancia de organismos como la ONU y otros, han conducido desastrozamente a la guerra que se desarrolla en el territorio de Ucrania, y parece que cada día está más cerca el momento de que cualquiera de los contendientes utilice un arma nuclear, con lo que se desataría el proceso de extinción de las condiciones que permiten la vida humana en la tierra, nuestra casa común.  

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La incertidumbre se agudiza si tenemos en cuenta que, debido a la pandemia y a los efectos de la propia lógica del modelo neoliberal, el mundo vive una profunda crisis del proceso de globalización neoliberal en su conjunto, con el riesgo de una confrontación militar que llegue hasta la utilización de las armas nucleares, y/o de una grave división del sistema económico mundial, que pondría a la humanidad en la disyuntiva de integrarse al bloque liderado por Estados Unidos o al de China y Rusia. Por ello, es fundamental que una América Latina unida apueste por la paz y por mantener un sistema económico que incluya a todos los países, y por el fortalecimiento de un sistema multilateral que mantenga la paz, conduzca los esfuerzos contra el calentamiento global, y garantice a todos los pueblos la vigencia de los derechos fundamentales. Para lograr lo anterior es necesaria la unidad contra los golpes de estado, contra las intervenciones de los países poderosos en la vida de las naciones soberanas, y a favor de la cooperación para propiciar el desarrollo con justicia que evite el estallido incontrolable de las migraciones. Es fundamental lograr la construcción de reglas que permitan compartir los beneficios de la ciencia y la tecnología para prohibir su utilización con propósitos militares.            

Ante la incertidumbre que se extiende por todo el mundo ante el futuro inmediato, es muy importante que el pueblo mexicano perciba la importancia de fortalecer al actual presidente, en sus esfuerzos para unir a América Latina para intentar convencer a Estados Unidos de la necesidad de construir un nuevo sistema de relaciones que aseguren el bienestar compartido. Los latinoamericanos debemos convencernos de poner todo el peso político y los recursos de nuestros países, tras la causa de la paz, del compromiso con el planeta, y del bienestar de todos los seres humanos. 

En lo que corresponde a nuestro país, es muy importante que los mexicanos estemos claros de que las reglas de convivencia, sobre todo, las que norman la competencia política contenidas en el marco normativo nacional, fueron construidas pensando en la existencia de un sistema plural de partidos comprometidos en el cumplimiento de las reglas democráticas, y de organismos jurisdiccionales y de arbitraje, que claramente no existen. Hoy se ha configurado una confrontación de dos polos políticos, con una oposición que, desde el inicio del gobierno de AMLO, apostó por su desestabilización, haciendo llamados, por cierto infructuosos, a los militares, a que dieran un golpe de estado. Hoy es evidente que, ante la falta de un proyecto alternativo frente a la 4ª T, los opositores no han dudado en recurrir al sabotaje, dado que no tuvieron éxito con la lluvia de insultos al presidente, y con los cientos de amparos para detener las principales políticas públicas federales. También es evidente que el país no cuenta con instituciones sólidas para actuar como verdaderos árbitros e impartidores de justicia en los procesos políticos que vienen, y al parecer, la estabilidad del país dependerá casi únicamente de la fortaleza política e institucional del titular del poder ejecutivo federal, y de los probables efectos positivos para el país de la recolocación de empresas extranjeras. 

Y para complicar nuestra sobrevivencia como sociedad local, importantes sectores que participan en el fenómeno mediático y de las comunicaciones, se regodean magnificando los actos delictivos de alto impacto, intensificando el miedo de la población, fortaleciendo las condiciones que facilitan delitos como el cobro de piso y todo tipo de chantajes a la población más inerme. En las poblaciones del eje Guadalupe, Zacatecas y Fresnillo, parece que existe la voluntad colectiva de conducir a la desaparición de las empresas y negocios medianos y pequeños, auyentando a los turistas y las corrientes de clientes y proveedores, convenciéndolos de que hay mucho riesgo.  A ello se agrega la falta de información oportuna y veraz de las autoridades, y sus frecuentes y poco reflexionadas intervenciones que entorpecen, y hasta impiden, el tránsito hacia las zonas comerciales. Como ven, hay materia para reflexionar.

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