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domingo, 12 mayo, 2024
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Revolución desde el gobierno

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Retomando el tema de las reformas borbónicas abordado en la anterior entrega, según los legos en la materia, el encargado de promover e imponer las nuevas reformas en los territorios de las Indias entre 1776 y 1787, fue el malagueño José de Gálvez. Sostienen Florescano y Menegus que, “Si se quisiera resumir en una palabra el sentido de estas reformas, esta sería sujeción”. De esta forma, la Corona española buscó recuperar los hilos del control político y económico que había estado en manos de corporaciones y particulares, poner en la administración y el gobierno a sujetos que además de adeptos a la Casa de Borbón, fueran capaces y con los conocimientos y luces requeridos. Ilustrados, en una palabra. Pero, sobre todo dispuestos y convencidos de servir al monarca. En el centro de esta nueva política estaría el cobro eficiente de los impuestos. Como todo lo nuevo, los cambios que propiciaron las reformas borbónicas generaron inconformidad y resistencias en aquellos sectores que vieron afectados sus privilegios. Sobre todo cuerpos (corporaciones) y grupos: Iglesia y clero regular principalmente, debido a su influencia e intermediación entre los hacendados y agricultores. Iglesia y clero regular estaban ya en la mira de la Corona, pues desde 1717 se les había prohibido  abrir más conventos en América, en 1734 se les ordenó no aceptaran más novicios en el lapso de diez años y en 1754 deberían renunciar a intervenir en la redacción de testamentos, verdadero filón con el que se habían enriquecido sus querubines con alma de diablos; sabedora de la influencia que ejercían entre la sociedad y el enorme poder que habían acumulado. El historiador económico Enrique Semo, declaró para La Jornada que encuentra un paralelismo en lo que él llama tres periodos de “revolución o de modernización pasiva” de nuestra historia, caracterizados por el hecho de que “todos los cambios y actualizaciones se impusieron a un pueblo empobrecido”. Dichos periodos de revolución pasiva en orden cronológico fueron: las reformas borbónicas (1780-1810), el porfiriato (1880-1910) y la época actual caracterizada como neoliberalismo (1980- ). En los tres momentos a los que se refiere Semo hubo cambios económicos profundos originados en las metrópolis capitalistas que llegaron a influir en la vida de los mexicanos. Como ocurre con el modelo de acumulción capitalista, así sea capitalismo de Estado, el progreso económico y social fue muy disparejo. Al imponerse los cambios desde arriba, al ser revoluciones desde el gobierno, los más afectados terminaron siendo los más pobres, las clases subalternas. Sin embargo, siempre existen los matices dictados por las condiciones objetivas de cada coyuntura histórica. Las reformas borbónicas terminaron de hundir más a los desprotegidos, pero los sectores productivos también salieron raspados, sobre todo cuando se dio el proceso de exacción impuesto por la Corona mediante el cobro de Vales reales, que bajo un supuesto préstamo se aplicaron a agricultores, comerciantes y mineros. Ni el Clero mismo se salvó. El Monarca español requería dinero, mucho dinero fresco para sufragar los gastos de guerra en los que se había involucrado frente a las potencias atlánticas, Inglaterra y Francia. Con la política centralizadora de corte impositiva y de fiscalización en las ramas de la economía y la política, amén de un comercio proteccionista para evitar la competencia de las naciones que le competían y rebasaban comercialmente a España, las reformas borbónicas le dieron como nunca antes, un trato colonial a América.

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