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viernes, 26 abril, 2024
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■ El Péndulo

Comentarios sobre la coyuntura

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

La última semana fue rica en acontecimientos que vale la pena analizar en la perspectiva del proceso político nacional. Para empezar, recordemos que, en Washington, varios legisladores republicanos comentaron públicamente que los miles de muertes, sobre todo de jóvenes, provocadas por el consumo de fentanilo, eran responsabilidad de México porque no impide el trasiego de esa sustancia por su frontera común, y que ya era momento de legislar para propiciar que sus fuerzas armadas combatan a los cárteles mexicanos que realizan esas actividades delictivas; uno de ellos llegó al extremo de sugerir que el presidente López Obrador es omiso en su combate.

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La respuesta de AMLO no tardó en llegar desde la mañanera. Emitió un mensaje contra esos legisladores porque mienten a sabiendas de que el fentanilo se fabrica en Asia y que se envía rumbo al país vecino pasando por Canadá o por México, o directamente a E. U. Informó que, por las acciones de su gobierno contra los cárteles, se ha detenido a miles de delincuentes; encontrado y destruido 6 toneladas de pastillas de la droga, y que esa cantidad supera en un 1000% a lo realizado en el gobierno anterior; también puso de manifiesto su inconformidad porque no se conoce ninguna denuncia contra integrantes de la DEA que debieron conocer hace mucho las actividades delictivas de Genaro García Luna, ex titular de la secretaría de seguridad y de la AFI. También se ha referido a quienes diseñaron e instrumentaron la operación Rápido y Furioso, que condujo a miles de armas, hacia los cárteles de la droga. Por todo ello remató: “ven la paja en el ojo ajeno, y no la viga en el propio” por motivos electoreros.   

  

Otro evento importante fue el discurso de AMLO en la conmemoración de la expropiación petrolera por el presidente Lázaro Cárdenas, el 18 de marzo de 1938. Además de subrayar lo acertado de su política petrolera tendiente a garantizar la autosuficiencia energética, el presidente rememoró el contexto en que se produjo la expropiación y, lo que me parece muy importante, la disyuntiva en que se encontró al momento de preparar la sucesión presidencial de 1940. Había que decidir entre los generales Francisco J. Múgica y Manuel Ávila Camacho. Entre quien garantizaba la profundización de la política cardenista, y quien salvaría al país de una grave confrontación interna, ya anunciada por los matices de la conducta de las oposiciones que finalmente empujaron al General Juan Andrew Almazán. El tono y el contenido del discurso de AMLO, el pasado sábado, permite concluir que en este momento él está convencido de no permitir, en 2024, un desenlace parecido al de 1940. O lo que es lo mismo, que él preferirá que las encuestas indiquen la candidatura de la corcholata más parecida a Mújica que a Ávila Camacho. En pocos meses lo sabremos.

Por otra parte, vale la pena reflexionar sobre las reacciones de las oposiciones ante esos dos importantes eventos de la coyuntura. En primer lugar debemos lamentar la falta de patriotismo de los opositores que festejaron y reprodujeron las amenazas de los legisladores republicanos en la capital norteamericana, y la consecuente exigencia del presidente del PAN, Marko Cortés, de que el gobierno de México debe reconstruir su relación con las agencias del vecino país, especialmente con la DEA. La masiva concurrencia a la concentración en el Zócalo, su combatividad y sintonía con el discurso del presidente, condujo a los opositores, que monopolizan los espacios mediáticos, a olvidar los comentarios iniciales sobre los “acarreados”, y se han concentrado en concluir que la quema de un monigote con la imagen de la ministra presidenta de la SCJN era consecuencia del discurso de odio de AMLO:    

Desde mi punto de vista, una vez más ha quedado de manifiesto que la falta de proyecto alternativo les hace imposible entrar al debate de fondo del documento de AMLO, y disciplinadamente decidieron centrarse en una acción de un grupo muy reducido de personas que, por lo demás, no hicieron otra cosa que repetir lo que el pueblo de México ha realizado en infinidad de ocasiones, sobre todo en los días denominados “sábado de gloria”. Recordemos: durante la marcha contra el desafuero de AMLO, la gente quemó monigotes que representaban a Fox, Martha Sahagún y Salinas; durante las marchas de maestros del CNTE casi siempre se han quemado monigotes de Elba Esther Gordillo; durante las marchas por Azotzinapa se hizo lo mismo con los de Peña. Y ninguno de estos actos derivó en violencia física contra ninguno de ellos ni contra nadie. ¿Con qué base hoy se augura lo contrario?

Lo que nadie puede negar es que el movimiento en torno de AMLO jamás ha recurrido a la violencia y siempre se ha ceñido a las normas democráticas. Después del fraude de 2006, AMLO convocó al plantón en reforma y poco después inició su recorrido como presidente legítimo y, de esa manera, enfrió los ánimos rebeldes de sus seguidores, manteniendo su esperanza en el cambio: no hay que olvidarlo. 

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