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martes, 23 abril, 2024
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Joseph de Rivera Bernárdez, el conde de Santiago de la Laguna y las primeras observaciones astronómicas

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Por: Juan Manuel Rivera Juárez • Elva Cabrera Muruato •

En la obra “Acerca de la historia de la Ciencia Nacional (1999) de J. J. Saldaña, se señala que en la primera mitad del siglo XVIII se cultivaron en México (aunque de forma individualizada) la geometría, astronomía, medicina, metalurgia y botánica, así como las artes industriales y de la tecnología. Los científicos ya no solo actuaban en la capital del virreinato, sino que sus actividades e influencia se habían extendido a diferentes ciudades del virreinato entre las que se encuentran Mérida, Puebla, Valladolid (ahora Morelia) y Zacatecas. En el caso particular de Zacatecas Joseph de Rivera Bernárdez también conocido como el conde de Santiago de la Laguna, realizaba actividades de observación astronómica en el año de 1732.

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Joseph Rivera Bernárdez adquirió merecido renombre entre los zacatecanos por su gran filantropía y desprendimiento en beneficio de la comunidad, así como por sus vastos conocimientos en literatura e historia. Es uno de los hombres más reconocidos por la historiografía y por el imaginario zacatecano. Sus acciones son referidas en múltiples lugares, documentos académicos y eventos internacionales.

El conde de Santiago de la Laguna, en su Libro titulado: Descripción breve de la muy Noble y leal Cuidad de Zacatecas (la que es considerada su obra más destacada), dejó un importante legado sobre sus conocimientos en Geografía y Astronomía. La primera edición de este libro fue realizada en el año de 1732 y contó con licencia de los superiores en la ciudad de México, fue autorizada por Joseph Bernardo de Hogal, ministro e impresor del real y apostólico Tribunal de la Santa Cruzada en toda la Nueva España. Como muestra de la trascendencia de sus observaciones y reflexiones para la época, a continuación se transcriben literalmente cinco párrafos de la citada obra, aclaramos que se ha conservado la ortografía del tiempo en que fue escrita, para no modificarla en sentido alguno.

Del Clima, Latitud; Longitud y Estrellas verticales de esta Ciudad

Dividen los Astrologos la tierra, segun su latitud, en nueve Climas. Llamase clima aquel espacio de la tierra, que ay entre dos paralelos: y trae su nombre  de algun Rio, Region, Isla, ó Monte insigne, conque se distinguen entre sí. Está, pues, esta Ciudad situada, quasi en el medio del segundo Clima, llamado Dia Sienes, cuyo vocablo se compuso de Dia, que significa Per, y Sienes Ciudad de Egypto: que vale tanto, como decir Per Sienem. Porque su medio pasa por Sienes, como passa tambien por Zacatecas. Su mayor dia es de treze horas, y veinte, y cinco minutos; que es quando el Sol pasa por  el primer punto de Canero, que en el presente tiempo  entra á los veinte, y dos de Junio. El menor es de diez horas, y treinta, y cinco  minutos: que sucede, quando entra el Sol en el primer punto de Capricornio, á los veinte, y dos de Diziembre: y estos son los dos Solsticios del año, que vice-versa corresponden á las noches el mismo argumento, y decremento: esto es, que tiene tantas horas la noche de Diziembre, como el dia dicho de Junio, et é contra.

La elevacion de Polo, ó latitud de esta Ciudad es de veinte y tres grados; pues tanto dista del circulo de las Equinoccial, observando con exactos instrumentos, cómo son Astrolabios, y Quadrantes Geometricos de tres varas de diámetro, graduados con todas prolixidad, y á toda costa, por no averme contentando con vno, ni dos, sino es con varios; ni con vn dia de observacion, por averlo executado en espacio de doze años en todos los tiempos de Solsticios, y Equinoccios; y en otros muchos dias, assí con el Sol, como la Estrella Polar; no quedandome ninguna duda en el acierto, sin omitir declinación, refraccion, paralaje, ni demás requisitos para su puntualidad. No han faltado algunos, que transitando por esta Ciudad ayan hecho sus observaciones, poniendo vnos la latitud de veinte, y vn grados, y otros de veinte, y cinco. Notable discordancia, por cierto: mas no hará fuerza á quien supiere el modo con que lo hazen: que es con un pequeño, y mal Astrolabio, de que vsan los Pilotos; donde el grado, por lo pequeño, no solo no es capaz de subdividirse en minutos; pero ni aun en su mitad: Y esto lo hazen por medio de algunas Tablas antiguas de declinaciones, que suelen aver á las manos, dexandose de refracciones, y paralajes.

Es la Longitud vna distancia considerada de Poniente á Oriente; cuyo principio tomó Ptolomeo de una de las Islas Afortunadas, dichas las Canarias, dividiendo el circulo del Equador en trecientos, y sesenta grados, que hazen veinte, y quatro horas, tomando quinze grados por cada vna. Y assi sabida esta distancia, ó Longitud, se sabe la diferencia de tiempo, que ay de vna Ciudad á otra; en cuya suposición, digo: que la Longitud de Zacatecas son docientos, setenta, y siete grados, segun mis exactas observaciones, que en varios Eclypses de Luna, y con fidelissimos Reloxes, tengo ejecutadas. Y para mayor corroboracion passemos á formar el calculo siguiente. Por las Tablas de Eustachio Manfredo se halla la Imperial Mexico en docientos, setenta, y nueve grado. La diferencia temporaria de aquella á esta son diez, y ocho minutos, que hazen quatro grados, y treinta minutos de diferencia de Longitud entre Mexico, y Zacatecas; que restando de docientos, setenta, y nueve grados, por estar esta mas occidental, queda la de Zacatecas, en docientos, setenta, y cuatro grados, y treinta minutos.

En quantas observaciones tengo hechas he hallado, de Bononia á esta ciudad, siete horas, y cincuenta minutos de diferencia de tiempo: y esta me parece mas proxima á la verdad, por convenir con todas ellas, la qual difiere de la de Eustachio en ocho minutos; y de la del Doctor Siguenza, en otros ocho minutos. Pues sale, segun su computo la diferencia de Zacatecas á Bononia, siete horas, y quarenta, y dos minutos: respecto á poner á Mexico en docientos, ochenta, y tres grados, y treinta minutos. Cuya diferencia entre siete horas, y cincuenta, y ocho minutos de Eustachio, y siete horas, y quarenta, y dos minutos de Siguenza son diez, y seis minutos; y su mitad ocho minutos: que añadidos á esta, o restados de aquella, salen las misma siete horas, y cincuenta minutos; que hallo por mis observaciones: y por consiguiente la longitud de Zacatecas docientos, setenta, y siete grados. Y en fin, añadiendose estas siete horas, y cincuenta minutos al tiempo dado de vu Eclypse en Bononia, saldrá con toda precission el tiempo á que sucederá dicho Eclypse en Zacatecas.

De las mil, y veinte, y dos estrellas contenidas en los quarenta y ocho Asterismos, ó Imagenes Celestes, segun los antiguos; y de las mil, quatrocientas, y veinte, y cuatro compartidas en sesenta, y dos Asterismos, segun Bullialdo, y Keplero passan por el Zenith, o Vertice de esta Ciudad de las Pleyadas la nombrada Celeno, Electra, Taygeto, Merope, Alcione, que es la luciente de ellas. Pater Athlas, Mater Bleyone, la que esta en el pie del Castor, llamado Propus, y la del pie Boreal, por hallarse vnas, y otras en el Zenith de ella con declinacion boreal de veinte, y tres grados.

El 14 de noviembre de 1789 en la Nueva España (México) se apreció una Aurora Boreal, motivo por el cual D. Antonio de León y Gama escribió el libro “Disertación sobre la materia y formación de las Auroras Boreales”, en el hace referencia a que de todos los datos reportados el más acertado sobre la latitud, o la altura de Polo es el realizado en la Ciudad de Zacatecas por Joseph de Rivera. Llegó a esa conclusión gracias al comparativo de observaciones realizadas por otros eruditos de la época y por él en la Ciudad de México, la aseveración estaba respaldada por diferentes valoraciones realizadas con exactísimos instrumentos de medición y con los mejores métodos que existían en la época. Advertía que la Ciudad de México y Zacatecas tenían circunstancias favorables de encontrase casi en un mismo meridiano.

Por aquella época se asumía que las observaciones astronómicas eran muy delicadas y que no era lo mismo ver que observar (como pensaban algunos), la observación dependía de varias cosas “accesorias” que la hacían más o menos complicada. Por muy exactos que fueran los instrumentos empleados y abundantes las habilidades del observador, siempre existían muchas dificultades por vencer. A pesar de estos inconvenientes el trabajo de Joseph de Rivera es digno de resaltar por la alta precisión de sus resultados, a pesar de las limitaciones del siglo XVIII en la Nueva España.

Sé parte de la Unidad Académica de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia (LUMAT). Informes: http://lumat.uaz.edu.mx/; https://www.facebook.com/LUMAT.UAZ; https://twitter.com/LumatUaz.

*Docente Investigador de la Unidad Académica
de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia. LUMAT.
*Docente Investigadora de la Unidad Académica Preparatoria.
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