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viernes, 29 marzo, 2024
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El factor Monreal

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Por: JORGE PAZ •

El duelo entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el periodista Carlos Loret de Mola ha sido considerado como un punto de inflexión.

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No es algo menor. El encontronazo ha hecho que las y los gobernadores de Morena, así como las y los senadores de este grupo parlamentario, salgan a defender al presidente y a su hijo. Me detengo en este último punto para resaltar algo que entre todos los alegatos, los dimes, los diretes, los gritos y los vituperios podría pasar desapercibido: el papel de Ricardo Monreal al interior de la bancada morenista y en la presidencia de la JUCOPO durante el debate que tuvo lugar el día de ayer en la Cámara Alta sobre la pugna entre Loret y Obrador.

¿Por qué es relevante? Porque hace menos de un mes, más de una persona (y de legisladores y legisladoras) pensaron que Monreal estaba viviendo su epílogo como líder de su bancada y presidente de la JUCOPO del Senado, y ahora vuelve a ser el factor de unidad entre las y los suyos, así como de la oposición. La sesión de ayer se había suspendido, y sin Monreal no se hubiera reanudado. Sin él, parece ser, el legislativo no tendría gobernabilidad, y eso parece haberles quedado claro a sus propias compañeras y compañeros que, más cercanos al grupo sheinbaumista, intentaron destituirlo.

Fue ese mismo grupo quien se alegró en junio de 2021 de que Monreal fuera culpado de la derrota electoral de Morena en la Ciudad de México. Bajo ese pretexto intentaron enviarle emisarios para mermar su liderazgo en la bancada.

La primera ocasión fue el regreso de Gabriel García al Senado de la República el mismo mes de la elección de 2021. Gabriel era, quizá, uno de los hombres más poderosos del gabinete obradorista. No era descabellado pensar que se podría convertir en el próximo líder de bancada. En ese entonces, a Monreal le preguntaron si era cierto que lo iba a sustituir, y él, entre risas, respondía que no lo sabía, que no estaba casado con ningún puesto.

El tiempo pasó y la aparente fortaleza de García mermó rápidamente. En solo unas semanas pasó a ser un senador más; en unos cuantos meses abandonó de nueva cuenta la Cámara para volver al gabinete federal, esta vez a un puesto de cuyo nombre no puedo acordarme.

En agosto de de 2021, una nueva “representante” del presidente López Obrador llegó al Senado. Olga Sánchez Cordero llegó al Senado, Monreal operó para que se convirtiera en presidenta de la mesa directiva. Aún así, medios de comunicación y activistas digitales quisieron argumentar que la ex ministra sería quien tendría la voz cantante en el Senado. Pero los fallidos intentos de negociar diversas iniciativas tanto al interior como al exterior del grupo probó una vez más que el factor Monreal no podría ser remplazado tan fácilmente.

Después vino Veracruz. Monreal se confrontó con el gobernador morenista Cuitláhuac García, al defender a seis jóvenes encarcelados por el delito de ultrajes a la autoridad en ese estado. Cuitláhuac respondió, su gobierno encarceló al Secretario Técnico de la JUCOPO, brazo derecho de Monreal. Como respuesta, la JUCOPO del Senado conformó una comisión especial para investigar abusos de autoridad en Veracruz. El presidente tomó una postura, apoyó a Cuitláhuac y dijo que no se reuniría con Monreal, que cada uno se hiciera cargo de sus acciones.

Esa fue ¬–para muchas y muchos que desde junio de 2021 han intentado tirar a Monreal¬¬– una bandera de salida para volver a lanzarse en su contra. Al menos treinta senadores y senadoras se iban a reunir un día antes de la octava sesión plenaria del grupo parlamentario en el Senado de la República para fijar una postura sobre la comisión; en realidad se entendió que hablarían sobre la permanencia del zacatecano al frente del grupo.

Un día antes de la reunión, el senador Dante Delgado renunció a la presidencia de la comisión especial (tal vez influido por el presidente de la JUCOPO). Ese mismo día, Ricardo Monreal dinamitó la rebelión en la granja al disolver la comisión. La reunión de las y los senadores que se oponían a la comisión, encabezada por el senador Cravioto, nunca se llevó a cabo.

La reunión plenaria llegó, y en la vieja casona de Xicoténcatl más de una persona se frotaba las manos al esperar que la sangre corriera. No fue así, el momento más álgido fue la participación de Adán Augusto, secretario de gobernación, quien hizo referencia a la conformación de la comisión sin mayor relevancia que unas cuantas notas de prensa.

Al día siguiente, el lunes 31 de enero, el presidente cambió su postura respecto al senador; es un precursor del movimiento y las puertas de Palacio Nacional están abiertas para él. Tal vez, visto en retrospectiva, se trató de una bandera de tregua.

Es cierto, Monreal aún no vuelve a reunirse con el presidente, pero sí ha mantenido un diálogo fluido con quien se ha convertido en su hombre fuerte, Adán Augusto, como ningún otro senador o ninguna otra senadora lo ha podido hacer.

Por eso no sorprende que el día de ayer, en medio del caos, Monreal lograra evitar que se aprobara un punto de acuerdo para exhortar a las autoridades a investigar la llamada casa de Houston del hijo del presidente, para lo que recibió el apoyo de senadoras y senadores de su grupo que hace dos semanas fueron las cabecillas del conato de destitución.

Monreal logró que la sesión se reanudara; él abrió el debate y aseguró que Morena no le rehuye, y fue él quien lo cerró al hacer un llamado a la cordura y a elevar el nivel de discusión en el Pleno. Fue el factor de diálogo, de orden y de prudencia, frente a los arranques desmedidos tanto de morenistas y panistas.

¿Qué hubiera pasado sin su intervención? ¿Qué implicaciones hubiera tenido para el presidente? ¿Quién hubiera podido atemperar los ánimos de la oposición y del mismo grupo de Morena? Muy probablemente el presidente se esté haciendo esas preguntas, y la conclusión será que el factor Monreal puede ser incomodo; sin embargo, por ahora sigue siendo necesario para el primer mandatario. Como lo ha dicho el propio senador zacatecano: a nadie conviene la confrontación.

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