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miércoles, 24 abril, 2024
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Sobre Horizonte de sucesos

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 507

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Encuentro en el placer de ver una de mis emociones más gratas, sobre todo cuando se trata de belleza y no me refiero con esto solo a lo bonito. Los últimos 19 meses que hemos vivido con pandemia, y tal vez por esa inminente cercanía que hemos tenido con el peligro de contagiarnos, con la muerte, generó un sentimiento de vulnerabilidad y la apropiación de una certeza que no me atrevía siquiera a pensar: no somos eternos. Duele incluso imaginarlo. Por eso he tratado de practicar, casi a manera de afición, encontrarles sentido a las cosas más sencillas, a tratar de disfrutarlas como no hacía antes, cuando pensaba -inconscientemente- que la muerte solo les toca a los otros, a los lejanos. No hace falta estar enfermos para empezar a ver las cosas de otra manera, he pensado en esto cuando recuerdo, por ejemplo, a amigos que ya no están y que en su proceso de enfermedad me lo llegaron a comentar: el roce de las sábanas al dormir, el olor del café por las mañanas, el agua tibia durante el baño, el sol que entra por la ventana, tu perro meneando la cola, el olor de un libro nuevo, adquieren un valor diferente cuando sabemos que algún día dejaremos de disfrutarlos. 

Hace apenas unos días conversé con un querido amigo sobre esto; lo encontré por casualidad en la calle cuando ambos regresábamos de caminar. Él estuvo enfermo durante todo este año y me alegró verlo después de tantos meses durante los cuales solo a través de llamadas, o de correos electrónicos, habíamos brevemente conversado. Me recordó una canción de los Rolling Stones de 1964, “Time is on my side”, al contarme que en la década en que salió, toda su generación, en aquel entonces muy joven, pensaba cándidamente que “el tiempo estaría siempre de su lado”… pero no. En el camino hemos ido dejando pesadas piedras construyendo una especie de potrero a los lados, impidiéndonos el paso y la visibilidad de lo que hay en los extremos, esos pequeños muros pétreos son los recuerdos y en muchas ocasiones nos impiden ver más allá.

Durante estos meses hubo ocasiones en que no pude caminar por mis queridas calles del centro como solía hacerlo, por diversas razones, pero siempre tuve la visión de los cerros desde mi ventana, o las historias que, a su regreso, después de pasear a los perros, Juan Carlos Villegas me compartió durante este tiempo de encierro involuntario, pero necesario. “Vimos un caballo”, “Hoy me encontré a un personaje en la Alameda”, “Nos topamos con un hombre en el Grillo hablando solo”, “La gente se está pintando el pelo de verde”, “Minerva es eterna”, “Ve esta foto de la inundación, hay vírgenes y santos, peluches y trebejos acumulados”, “¿Ya viste la luna?”. Empezó durante meses a entelar bastidores, y tuve la fortuna de ver cómo luego fondeaba las telas con diversos colores, a veces con el pincel, otras soplando en la superficie o metiendo los dedos de las manos. 

El tiempo sí estuvo de su lado, porque después comenzó a craquelarlos; capa tras capa de caseína una suerte de arrugas y grietas fue surcando las telas. Pensé que los dejaría así, ya eran paisajes -según yo- completos. Pero no. De esos potreros en el camino construidos de recuerdos durante la pandemia, empezó a quitar las “piedras” y las convirtió en personajes que fue agregando uno a uno, y ahí están, en esta nueva serie llamada Horizonte de sucesos, que se expondrá en Pájaro Rojo Galería, en Puerto Vallarta, esta tercera semana de diciembre. 

El resultado podrá verse no solo en la exposición, sino en el catálogo que puede descargarse escaneando el código QR que está en esta edición gualdreña. Estos personajes que son a veces reales, otras no tanto, sí registran, sin embargo, el tiempo vivido, el enclaustramiento, y una aparente soledad vivida. Digo aparente porque de alguna manera, los protagonistas de sus piezas parecieran encontrar en su “tona” o “espíritu protector” el acompañamiento necesario para transitar. Yo me quedo con eso, el tiempo está de nuestro lado mientras tengamos la posibilidad de seguir viendo, sintiendo, lo demás será energía, singularidad. Y de aquí a que caigamos en nuestro propio horizonte de sucesos, sigamos disfrutando la belleza en este mar de incertidumbres, y cantando, de ser posible, la de los Rolling Stones: 

Time is on my side, yes it is 

time is on my side, yes it is

now you always say
that you want to be free
but you’ll come running back (said you would baby)
you’ll come running back (I said so many times before)
you’ll come running back to me.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín

[email protected]

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-507

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