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jueves, 28 marzo, 2024
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Mujeres: los debates pendientes

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

De uniforme azul, con la careta en el rostro, y el puño en alto, una mujer gritaba “policía, consciente, se une al contingente” mientras marchaba por las calles de la Ciudad de México durante las protestas del pasado 8 de marzo.

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La escena era conmovedora; recibía aplausos de quienes la miraban a ella y a otra veintena que caminaba al mismo coro, abriéndose paso entre miles de mujeres.

La poderosa imagen contrastó con lo que habíamos visto en los últimos años, cuando detrás de los escudos esos uniformes resistían los martillazos e incendios de quienes hoy las nombraban compañeras.

Es difícil saber en qué medida, pero supongo que el clima pacífico de ese día, se construyó en parte por la iniciativa de varias colectivas que se propusieron contrastar las acciones violentas con el reparto de flores a policías.

No se trató de un ejercicio de añoranza hippie, o de una casualidad. Quizá por primera vez, al menos a ese nivel, se llamó desde el feminismo a evitar la escalada violenta en las protestas por considerar, por principio, que podrían salir lastimadas las propias manifestantes, como ocurrió en la destrucción del techo de cristal del Metro Hidalgo; pero también por restar eficacia comunicativa al mensaje.

Escuché este llamado, entre otras, en Renata Turrent y en la Karla Mott durante el programa Chamuco TV unos días antes de la marcha.

En el episodio ambas hablaban con relativa timidez de la necesidad de discutir el sentido de la violencia; y recalco, hablaban de la necesidad de cuando menos debatirlo, cosa difícil en la cultura de cancelación que cierra de inmediato cualquier posibilidad de diálogo.

No les falta razón en la precaución, incluso mujeres que han aportado al movimiento feminista desde hace décadas como ha sido Martha Lamas ha sido blanco de la cancelación en parte sí por lo polémico que podrían parecer sus dichos, pero también por la descontextualización de sus palabras, en esta época del homo videns en la que la gente tiene fe total en la edición de los vídeos y toma por superfluo escuchar discursos completos.

Esta negativa al diálogo impidió construir puentes entre el feminismo americano impulsor del Me too, con el feminismo francés preocupado porque la lucha por eliminar a la mujer como objeto sexual derivara en la asexualización ascética contra la que lucharon en la segunda mitad del siglo XX.

Muchos temas más se han ido agregando a la lista de los pendientes, porque en muchos de ellos se ha considerado que cualquier pizca de divergencia podría convertirse en alienación y rastros de patriarcado interiorizado.

¿Habrá espacio para las mujeres trans en el feminismo?; ¿Cabe luchar por regular el trabajo sexual, o hacerlo necesariamente nos convertiría en cómplices de la explotación sexual?; ¿Habrá lugar para el diálogo entre las abolicionistas y las reglamentaristas?; El “yo sí te creo” a rajatabla, por adelantado y sin dubitaciones ¿no deja lugar a errores o manipulaciones?; ¿Es válido juzgar a las figuras del pasado con la moralidad o la ética del presente?; ¿se comete violencia política de género al visibilizar que con frecuencia, – que no siempre- las cuotas de género han servido como cheque en blanco para el arribo al poder a mujeres sin más mérito que sus relaciones patriarcales?

¿Habrá margen a la redención? ¿a la deconstrucción? ¿o quién se equivocó alguna vez ya no tiene salvación? Si la respuesta es sí, ¿hasta cuándo, hasta dónde?

No tengo, ni creo posible que alguien tenga a botepronto las respuestas. Pero estaremos más cerca de su clarificación, si cuando menos nos detenemos a escucharnos, no sólo a las que piensan igual que yo y validarán lo que creo, sino al contrario, a la que piensa distinto, a la que lo enriquecerá.

Escuchar en el feminismo voces contra la violencia en la protesta abre esa posibilidad, no ya –solamente- por lo que se aporta en el tema en sí, o por si se está de acuerdo con ellas, sino porque cuando menos se abre la posibilidad de discutirlo.

Sea cual sea el resultado, más útil será dialogar que cancelar.

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