Acusan de lo que son. Sus pronósticos incumplidos en contra de la 4T son sus deseos y no corresponden a la realidad. Ninguno de ellos se ha cumplido. México no es Venezuela, el dólar no se ha disparado tan lejos de como lo dejaron, no hay gasolinazos, no ha crecido incontrolablemente la inflación, ni la torre de control del Aeropuerto Felipe Ángeles se ha ladeado, ningún avión ha chocado con los cerros, el presidente no pretende relegirse, no es un mesías, el avión presidencial terminó vendiéndose, no hay autoritarismo y menos dictadura, no se persigue a los opositores ni a los periodistas corruptos y embusteros, no se destruye al país y a sus instituciones, sólo se transforman, no ha crecido la pobreza, al contrario, los salarios subieron y el empleo creció, etc.
La derecha vomita tanta mentira y nos habla de una Venezuela equiparable con el infierno. Cierto no es la gloria, pero tampoco el infierno. Ese afán embustero cunde desde los medios imperiales de la comunicación. Responde a un guion dirigido por magnates económicos y políticos transnacionales acostumbrados a intervenir naciones con fines de neocolonización. Esa propaganda intenta “justificar” múltiples formas intervencionistas. Mienten al aparentar que luchan por el bienestar social de la población, contra el desempleo y la miseria, el autoritarismo y la dictadura, a favor de las libertades y de la democracia.
Esos magnates económicos y políticos, que representan la verdadera mafia internacional del poder, asisten logística, ideológica, en propaganda, capacitación en desestabilización y adiestramiento de porros y provocadores; también en financiamiento a grupos opositores, los inflan y promueven, pero siempre maniatados a ellos. Lógicamente, el apoyo brindado a la oposición derechista está económica y políticamente condicionado a la implementación de un modelo social que les permita apropiarse de toda forma de riqueza.
Así sucede con la derecha asesina de Venezuela que han encabezado Leopoldo López, Henrique Capriles Radonski, María Corina Machado, Juan Guaidó, Julio Borges, por cierto todos viviendo en el extranjero porque han cometido delitos graves, como organizar, dirigir y participar intelectual y/o materialmente en hechos de violencia, además de traicionar a su patria siendo mandaderos desestabilizadores de gobiernos extranjeros. Poco daño hacen a Nicolás Maduro y a su gobierno. Afectan a su país y compatriotas.
En México, nuestra derecha corrupta (para Venezuela llamo derecha asesina en virtud de que asesinar es parte de su “método de trabajo”. En México se distingue por su incontrolable corrupción) intenta seguir el mismo libreto, partiendo del cimiento ideológico y propagandístico sobre Venezuela. Acusan de lo que ya han hecho, cuando menos a manera de fama negativa, en otra nación. Así, la inversión en mentir que ya ha hecho la derecha transnacional contra Venezuela se toma como materia prima ideológica para inventarnos un futuro que meta miedo y les permita alegar que “hay un peligro para México”.
Aunque Venezuela no está del todo como nos cuentan, una parte de su desgracia es resultado de los boicots, cercos comerciales, bloqueos económicos, incautaciones de bienes fabriles, comerciales, cuentas bancarias y de reservas en lingotes de oro y una inversión incuantificable de propaganda que esparcen por los monopolios de la comunicación venezolanos y de todo el mundo. Con ese intervencionismo pretenden que una buena parte de venezolanos se levanten en protesta y el resto pueda hacerlo el gobierno de EEUU, con un Golpe de Estado, como los que reconoce John Bolton, el exasesor de seguridad de los Estados Unidos.
En México, la derecha corrupta (el ya extinto PRD, PAN, PRI, empresarios como Gustavo de Hoyos de Coparmex, Xóchitl Gálvez, Claudio X. González, Amparo Casar y otros) también ha acudido a la ONU, OEA, Parlamento Europeo, al Rey de España, a la prensa internacional, etc. No logra oponerse en base a un proyecto nacional, sino siguiendo las indicaciones de la mafia del poder internacional. Los extranjeros depositaron la “autoridad” política (también el dinero) en Claudio X González y este impuso una candidata de franca oposición fascista, mentirosa y plagada de corrupción y corruptos. Mientras, los legisladores derechistas se atrevieron a rechazar toda iniciativa por sistema y hasta se dijeron estar “en huelga”.
Una derecha maniatada a intereses y dirección extranjera, no ocupa pensadores creativos y defensores de una alternativa nacional. Solo obedecen indicaciones extranjeras, respaldar golpes de Estado en naciones como Bolivia, Perú, Ecuador, Brasil, o los arribos derechistas en Chile (oculto en falso izquierdismo) o Argentina. Mientras se desesperan por repudiar lo que, en su momento, hicieron Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Pedro Castillo en Perú y ahora Lula Da Silva en Brasil, Gustavo Petro en Colombia, Nicolás Maduro en Venezuela o Andrés Manuel López Obrador en México. Así, ni somos Venezuela y, a esta otra nación, no la han doblegado a colonia yanqui.