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miércoles, 26 junio, 2024
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Andrés Manuel López Obrador a cinco años de la Cuarta Transformación

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

En el mes de julio de 2018 dirigí una carta al entonces presidente electo, Andrés Manuel López Obrador; en ese tiempo, le decía que, por tercera vez, me había tocado cruzar la boleta donde él aparecía como candidato a la Presidencia de la República, a la postre 30.11 millones de votos reafirmaron el hartazgo del pueblo hacia las pésimas administraciones panistas y priistas, pues Enrique Peña Nieto obtuvo, con todo y la mercadotecnia política, apoyo de medios y dinero de dudosa procedencia, 19.22 millones de votos en 2012, esto es 36 por ciento menos votos que Andrés Manuel López Obrador. Hoy, y a cinco años de iniciada la Cuarta Transformación, reconozco que el país es otro, me da gusto que la oposición esté ahora mermada, como en el caso del PRI, como respuesta a los últimos resultados electorales, lo que generó la renuncia de senadores y otros militantes que constituyen la punta del iceberg, pues por fin, la factura de la historia les ha cobrado tanto agravio contra el pueblo y, seguramente, otros partidos padecerán el mismo estrago. En 2018, personalmente consideraba y lo sostengo, que México había sido mal administrado y que la riqueza que genera esta gran Nación estaba predestinada para unos pocos afortunados con todo y sus cachorros, muchos de ellos, negligentes y de baja calidad humana, mientras que la mayoría de los ciudadanos trabajaban largas horas sin que el salario cumpliera con las necesidades básicas de millones de familias. Ahora y, desde la Constitución Política Federal, la repartición de la riqueza es un Derecho Humano Fundamental, que se traduce en la entrega de un apoyo económico a las personas que tengan discapacidad permanente (Artículo 4º párrafo décimo cuarto); de igual forma, las personas mayores de sesenta y ocho años tienen derecho a recibir, por parte del Estado, una pensión y, en el caso de las y los indígenas y, las y los afromexicanos, esta prestación se otorga a partir de los sesenta y cinco años de edad (Artículo 4º párrafo décimo quinto); en el mismo sentido, se constituyó un sistema de becas para las y los estudiantes de todos los niveles escolares del sistema de educación pública, con prioridad a las y los pertenecientes a las familias que se encuentren en condición de pobreza (Artículo 4º párrafo décimo sexto). En este contexto, encuentro congruencia entre el primer discurso que, cómo presidente electo, dictó López Obrador, en el que llamó a la reconciliación nacional, mientras que la oposición se dedicó a denigrar la figura presidencial y a menospreciar sus programas de gobierno; se aprovecharon de que ahora se pregunta y se informa y antes solo se imponía; la oposición ha sido capaz de todo, incluso de sembrar y elevar los índices de violencia; han tenido que salir de su área de comfort los ex presidentes Calderón y Fox para argumentar falacias que ni en su propio partido avalan, la verdad dan pena ajena y restan en los hechos, más que sumar. Estoy convencido, y coincido con el presidente López Obrador, en que desterrar la corrupción y la impunidad han sido uno de sus mayores retos y aunque hay considerables avances, reconozco que algunas ratas de otras administraciones han sido muy hábiles para subirse al barco de la Cuarta Transformación, por lo que debemos estar muy atentos y no permitir que operen ni se cuelguen de puestos estratégicos. Así pues, hace ya varios años, en el Teatro Calderón, el presidente de la República me autografió el libro “Proyecto Alternativo de Nación”, ahí pude saludarlo y pedirle que no nos fallará, que ya estábamos hasta la madre de tanta chingadera y me respondió: no les voy a fallar, necesito que me apoyen para lograrlo; hoy a cinco años, no nos ha fallado, pues vamos avanzando y la gente ha aprobado su gestión, lo dicen los resultados electorales en el Estado de México, antiguo bastión político del grupo Atlacomulco-PRI y que constituye, en mi opinión, uno de los grandes fracasos de la oposición y uno de los altos aciertos del presidente, que incluso le ha servido para sentar a los aspirantes a sucederlo y establecer reglas claras de participación. Considero pues, que vamos bien, a cinco años del triunfo de López Obrador y, aunque los retos son todavía muchos, tenemos líder, brújula y resultados, lo cual hace hervir la sangre hasta las lágrimas de muchos como Santiago Creel y otros más que tuvieron su tiempo y la oportunidad de construir un mejor país y solo se dedicaron a saquearlo en su propio beneficio, lo mejor está por venir. ¡Viva México!

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