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martes, 23 abril, 2024
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El proyecto social extranjero en crisis y su expresión intelectual neocolonialista

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Antes de la pandemia había quedado claro, para los estudiosos de lo internacional, que se está gestando un nuevo orden mundial en el que la supremacía económica, política y militar de Estados Unidos está en entredicho frente a naciones, principalmente asiáticas y del Medio Oriente, que han desplegado un desarrollo científico y tecnológico que impacta en su industria y cristaliza una feroz guerra comercial que se percibe por las innumerables sanciones arancelarias norteamericanas para limitar la competencia.

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La llegada de la pandemia fue un inesperado y duro golpe a la economía mundial, causando estragos en la producción industrial que se ven reflejados en escases y elevación de precios. Ahora, se potencian por las medidas sancionadoras estadounidenses a Rusia por la invasión a Ucrania y que han afectado más a naciones aliadas de Estados Unidos que a los asiáticos, porque la competencia no sólo es de precio, ahora es también por abasto y el disparo de un proceso inflacionario mundial impresionante.

APUNTE: La guerra real es Rusia vs EEUU. Ucrania es el escenario de la confrontación bélica que inesperadamente escogió Rusia en el momento que lo consideró prudente y que, indudablemente, fue resultado de un minucioso análisis no sólo militar, también de efectos y sanciones económicas, políticas y mediáticas. Esa confrontación es la lucha de Estados Unidos por cercar al país asiático, cerrándole el paso al comercio al mercado europeo que dependen de muchos productos industriales, materias primas, alimentos y combustibles y, para colmo, colocaba bases militares que amenazan la seguridad rusa.

Parte del poderío imperial de Estados Unidos se funda sobre la existencia de una economía neocolonizadora que se apropia de la riqueza de naciones subordinadas, formalmente “independientes”, a las que les trasplanta un modelo social de subdesarrollo y dependencia.

En las últimas décadas, con los gobiernos entreguistas, sectores sin vocación nacionalista y sus voceros políticos (PRI-PAN-PRD-MC), succiona riqueza con un patrón de crecimiento (neoliberalismo) rompiendo barreras comerciales y el proteccionismo de la producción, disminuye la función del Estado en la economía, retira la política del bienestar, le llama populismo, remata bienes productivos y privatiza los servicios públicos que transitan DE SER DERECHOS A SIMPLES MERCANCÍAS que sólo adquirirán quien pueda pagarlas. Así, en las leyes del mercado, el pez grande (por regla del país imperial) engorda al tragar a los pequeños (del país subdesarrollado). Se acumula el capital y se concentra en ballenas y tiburones económicos, aunque en nuestros países la mayoría empobrece.

Ese patrón neoliberal está en crisis, concentró mucho la riqueza y llevó a la miseria a millones de seres humanos. Ahora hay aires de promover el fortalecimiento de la función del Estado para reorientar el rumbo en materia económica y social, es lo que vive México, Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Venezuela, Cuba, Nicaragua y el Salvador y, apuntan en ese rumbo Ecuador, Uruguay, Brasil, Colombia y pronto veremos quien más.

Pero sembró muchos obstáculos económicos, sociales, políticos e ideológicos que hay que vencer.

Por ejemplo: con relación a la reforma energética promovida en México, he leído de economistas zacatecanos y de otras profesiones que debieran ayudar a la metodología de la investigación social, que a su vez son maestros universitarios, la versión acientífica de que la tarea económica no le corresponde al Estado, que es exclusiva de la iniciativa privada.

Atacan la intensión de fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad porque es un “monopolio”. En su visión, el servicio eléctrico no debe ser público, sino privado, no es derecho, es negocio.

Según esa idea, es una mercancía que debe regirse por las leyes del mercado, y no controlarse por el Estado. Se trata de una visión neoliberal 100/100 pura, en la que no cabe la rectoría económica del Estado y, al propio tiempo, se le retiran facultades para garantizar el bienestar social, mismo que el neoliberalismo jamás puede garantizar porque su objetivo es la ganancia (impensable que su propósito sea bajar las tarifas de consumo) y, con ello, no sólo se concentra la riqueza sino también crece la miseria.

Ese pensamiento es LA EXPRESIÓN INTELECTUAL NEOCOLONIALISTA del proyecto social del capital extranjero, que tan abnegadamente adoptan los actores políticos opositores. Recreado como argumento teórico, no es más que la adaptación de una importación más (como paralelamente sucede en el terreno económico) que ayuda y justifica la reproducción del esquema de dependencia y subordinación nacional.

Es relevante subrayar que esa concepción es más ideológica que científica e implica una actitud de subordinación no sólo económica, sino también política e ideológica sobre la que se construye una idea de nación y de Estado que, en la formalidad, es independiente pero realmente es un todo organizado para depender de las leyes del mercado dominadas por, y a beneficio, de las naciones desarrolladas.

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