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martes, 16 abril, 2024
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Los pobres, “un excelente” negocio para empresas de microfinanzas: especialista

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Por: ALMA RÍOS •

■ Efectúan seminario Crisis económica estructural de México. Hacia un proyecto alternativo

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Las microfinanzas han transitado de la “solidaridad a la rentabilidad” luego que el sistema capitalista se diera cuenta que la “bancarización” de los pobres es un gran negocio. “Excelente”, cuando se trata de clientes mujeres, pues éstas no permitirán “que sus hijos pierdan su casa por no pagar un crédito”.

Este “nicho de mercado” que se “ha atacado” recientemente, -así expuesto con el lenguaje de los hombres de negocios-, encuentra su clientela en un sector muy amplio en México que suma entre 60 a 80 millones de personas, “depende quién cuente a los  pobres”, expuso el economista Roberto Soto Esquivel.

Como un dato que hace sobresalir a México en este tema, agregó que el país ocupa el lugar número uno en el Top seis de la usura, un listado construido por el docente-investigador de la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo (UAED) de la UAZ, respecto a la primas de microfinanzas en América Latina.

Explicó que la prima de microfinanzas es la diferencia entre la tasa de interés que cobran las microfinancieras y la de los bancos, y que en el país, ésta arroja un margen de 63 por ciento.

Una cifra que se expresa 20 puntos por encima del siguiente país “más usurero” en el tema de microfinanzas, Argentina. Les siguen en este listado de la avaricia, Panamá y Chile.

En contrario, el investigador expuso un Top ten de “los solidarios”, donde se encuentran Paraguay, Costa Rica, Bolivia, El Salvador, Colombia, Uruguay, Nicaragua y Honduras, “donde los márgenes de la prima de microfinanzas son relativamente bajos, de alrededor del 10 por ciento”.

 

Origen de los microcréditos

Los microcréditos, expuso el docente-investigador dentro del seminario Crisis económica estructural de México. Hacia un proyecto alternativo, realizado ayer en la Unidad Académica de Economía de la UAZ, nacieron bajo un esquema solidario, que tenía como objetivo brindar apoyo de carácter social y empresarial a gente de escasos recursos.

Los antecedentes más remotos se encuentran en el siglo 17 europeo. Pero en México el sistema se expresaba en los años 70 acompañado de asesoría en temas alimenticios, educativos y de salud, entre otros.

 

Compartamos deudas: más usura, menos banca de desarrollo

En la búsqueda de investigar una de las cuatro fuentes de recursos de los pobres, -las otras son, el ahorro personal, “para los que tienen la suerte de trabajar”, las políticas asistencialistas procedentes de programas gubernamentales y las remesas que provienen del trabajo migrante en el extranjero, Soto Esquivel ha encontrado también que a la par del crecimiento de las microfinanciarización en el país se ha reducido el respaldo financiero desde la banca de desarrollo hasta el caso de hacerla “inservible”, al menos para quienes no pueden ser clientes de la banca comercial.

Amén de una serie de reformas estructurales de carácter financiero que se han realizado en el país, y que involucran los compromisos contraídos por México a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), referentes a su capítulo 14, donde se asientan, “el valor de los créditos” otorgados desde la banca de desarrollo “viene a la baja”, esto en consideración con el Producto Interno Bruto. Y desde la década de los años 70 hasta 2013, “se estancaron”, dijo.

La banca de desarrollo bajo el nuevo esquema “sí está prestando” pero a las “nuevas mpymes”. Aquí Soto Esquivel trajo a colación el ejemplo de las armadoras de autos. Entre ellas, la francesa Renault a quien Nafinsa otorgó un crédito por 400 millones de dólares “¿Es esta una microempresa?” Preguntó al auditorio.

Pero también, dijo, la institución pública presta a las empresas de microfinanzas. Al respecto habló del caso de Comparamos banco, la más importante en este ramo, del país y América Latina, la cual los últimos años, entre 2011 y 2014, ha incrementado la proporción de origen público de los recursos con los que hace negocios hasta llegar a que por cada 10 pesos que otorga en crédito, seis provengan de la banca de desarrollo.

Los rendimientos de Compartamos banco, incluso superan a los que obtiene su fuente de recursos, Nafinsa, luego que sus tasas de interés oscilan en algunos periodos entre el 80 a más del 100 por ciento.

Lo que instó al académico a preguntar “¿Esto puede llamarse usura?, y agregó, “los que hacen este tipo de estudios se quedan sorprendidos del margen que está cobrando”.

Al momento en que la banca de desarrollo no otorga los créditos directamente a las personas que los necesitan, los altos rendimientos citados “se privatizan” pero las pérdidas se socializan, dijo.

Esto luego de recuperar las experiencias que ha habido en países como Nicaragua, Europa del Este, África o en el continente asiático, concretamente en India y Bangladesh, donde el esquema se encuentra ampliamente extendido.

 

Endeudarse para pagar deudas, el camino de la microfinanciarización

El académico acotó además que en México, por cada hombre con quien las microfinancieras celebran un contrato de crédito, existen nueve mujeres.

Esta proporción de 9 a uno, supera a la que se expresa en Perú, país donde este tipo de sistema se ha extendido ampliamente y en el que por cada 10 personas que contratan un microcrédito, seis son mujeres y cuatro varones.

El endeudamiento de los pobres, y concretamente de las pobres, a quienes se le otorgan créditos de poco monto con altas tasas de intereses, generan otro fenómeno, el que contraten más deuda para pagar sus deudas, así lo constata “la evidencia empírica”.

“Las personas van a un Compartamos banco porque le deben a una caja popular, piden un crédito para pagar un microcrédito y así se la llevan…”

También expuso desde el enfoque crítico a este sistema, que el modelo de las microfinanzas “está profundizando más la pobreza y la desigualdad, contrario a lo que afirman sus promotores”.

Se le refiere, incluso, como un “modelo antidesarrollo” por algunos autores, que se expresa además como un factor de desindustrialización de  las economías, generador de informalización, y que exhibe una falta de acomplamiento entre la oferta y la demanda del mercado.

La búsqueda de generar empleos desde este modelo, propuesto como el impulso al “emprendedurismo”, agregó, muestra que las políticas públicas para ello han fracasado.

A modo de propuesta, una que advirtió sólo será posible si pudiera tenerse “un Estado soberano que financie la actividad productiva”, debe transformarse el objetivo de la microfinanciarización, pasar de “la rentabilidad a la solidaridad”.

La ponencia ofrecida ayer por Roberto Soto Esquivel se denominó “Microfinanciamiento público en México: De la usura a la solidaridad”, se desarrolló en la jornada de apertura del seminario “Crisis económica estructural de México. Hacia un proyecto alternativo”, que convoca a estudiosos de la UAZ, UNAM y UAM. Y desde el que se buscan generarse propuestas alternativas de desarrollo para las instituciones educativas, el estado y el país por destacados académicos, quienes se integraron en este empeño desde hace 20 años, dijo Rodolfo García Zamora, director de la UAED, en su mensaje de introducción.

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