Autora: Diana Noemí Martínez Mireles
Residencia: Zacatecas, México
Vamos a amarrar navajas,
aprovechando el motivo,
y que nos ponga festivos
la Calaca y su mortaja.
Estos versos dedicados
a los choferes de ruta
que su chamba no disfrutan
y siempre andan estresados.
De todos sus atropellos
le di quejas a la Muerte.
Una de dos: tienen suerte
o hasta ella les tiene miedo.
He comenzado a pensar
que con ella están aliados;
a punta de atropellados
le dio la inmortalidad.
Fíjense nomás los modos,
si no traes los seis cincuenta,
hasta la feria te avientan
y bien agachones todos.
Peor aún con credencial,
se exponen los estudiantes
a ofensas altisonantes
o hasta al acoso sexual.
-Recórranse para atrás-,
grita y empiezo a pensar
que trajera otro vagón
que no vemos los demás.
Cuando anuncias tu bajada
frenan tres cuadras después,
fingiendo que no te ven,
si se les pega la gana.
Y si te das a notar,
no te sientes hasta atrás,
que a brincos con tu columna
vertebral se va a vengar.
Al ritmo de Los Acosta
o el grupo Liberación,
si se hace de noche encienden
lucecitas de neón.
Pero ya mejor me rindo,
no me lo tomen a mal,
mejor pónganse a fumar
mientras no vea el tamarindo.
Y así pudiera seguir
esta triste calavera,
mas no quiero que se ofendan
y no me dejen subir.