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sábado, 20 abril, 2024
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La causa real por la que lucha la derecha corrupta de México

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

He comentado que la corrupción no es el problema principal de México, como lo percibe nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, es sólo un método, una herramienta, una forma que, durante el patrón de crecimiento del neoliberalismo, asume el proceso de apropiación de la riqueza nacional por parte de los capitales extranjeros y del que reparte migajas a los capitales nacionales; mientras que a la clase política nacional la capta con sobornos y consintiéndole que se paguen “los favores” del presupuesto público, de donde esta última también dispone lo necesario para tener de su lado a intelectuales y a los capitalistas de los medios de comunicación. Así se teje esa estructura.

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En definitiva, la corrupción no es el problema principal de México, es sólo uno de los brazos que tiene el modelo neoliberal para lograr el crecimiento económico, acumular y concentrar la riqueza en las naciones altamente desarrolladas, en nuestro caso, principalmente de Estados Unidos, Canadá y Europa. Se aplica como método generalizado en las naciones subdesarrolladas, las que son intervenidas económicamente, saqueadas y empobrecidas. No es un problema exclusivo de México. La lucha contra la corrupción permite cortar un brazo poderoso del capitalismo imperial pero se ocupa de ir creando un modelo de crecimiento y desarrollo propio, soberano y no aislado, pero con una nueva manera de relacionarse con el exterior.

El patrón de crecimiento económico neoliberal ha conllevado a que las naciones más pobres sacrifiquen el crecimiento y desarrollo en beneficio de las naciones que las oprimen y al sometimiento inhumano de las clases sociales más vulnerables. Esa es la causa de su agotamiento. Se manifiesta con el relevo de los gobiernos nacionales neoliberales en América Latina.

A los grandes intereses extranjeros no les simpatiza la llegada de gobiernos antineoliberales (Petro, en Colombia; Lula Da Silva, en Brasil; Alberto Fernández, en Argentina; Gabriel Boric, de Chile; López Obrador, en México; Luis Arce, en Bolivia; mucho menos la permanencia de Nicolás Maduro en Venezuela; Daniel Ortega, en Nicaragua; Miguel Díaz-Canel, en Cuba) y otros, que aunque no antineoliberales, resultan incómodos.

Ese proceso de acumulación y concentración de capitales, a favor de las naciones industrializadas, ocupó el desenvolvimiento de un discurso ideológico y político que permeó en una clase política coptada por el neoliberalismo, por el método de la corrupción y al que también se sumaron intelectuales y el “periodismo” empresarial (medios monopólicos de la comunicación), igual que a conductores “estrella”, comentaristas y líderes de opinión.

De ahí, para abajo, se construyó un entramado ideológico que aboga por la defensa de las políticas económicas neoliberales; sus instituciones, como los partidos políticos, el INE y el INAI. O instituciones defensoras del “Estado de Derecho” neoliberal como el Tribunal Electoral o la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Por eso no es casualidad que la derecha corrupta (porque la lógica y la historia de “su lucha” así lo demuestra) hayan salido a defender la práctica, y las personas, que les han garantizado la defensa de los intereses neoliberales.

Al no existir una “vanguardia” política e ideológica intelectualmente creativa, la derecha corrupta de México no ha sido capaz de proponer alternativas legislativas, así como las dirigencias de sus partidos políticos (PRI, PAN, PRD, MC) rayan en la denuncia contestataria basada en falsos argumentos y en la defensa de sus privilegios, entre los cuales se puede incluir el autoproclamarse “perseguidos políticos” ante los procesos abiertos por evidentes hechos de corrupción como los de Cabeza de Vaca, Emilia Lozoya, Alonso Ancira, César Duarte, Ricardo Anaya, Felipe Calderón, Rosario Robles, Juan Collado, Javier Duarte; los panistas del llamado “Cártel Inmobiliario” y muchos otros.

Esta es la estructura que los grandes capitalistas imperiales (verdadera Mafia del Poder) tienden al interior de las naciones subdesarrolladas para apropiarse de sus riquezas naturales y explotar no sólo a la clase trabajadora, sino también exprimir a los capitalistas nacionales, algunos de los cuales mandan a la bancarrota. A ello resulta “normal” que promuevan la justificación y el encubrimiento del estado de cosas que les han permitido tales beneficios. Pero para que ello sea efectivo, siempre han requerido “adormecer” la capacidad reflexiva de los sectores que han afectado. Así se ha creado una ideología (falsa conciencia) que impide el desarrollo de la conciencia social sobre lo realmente existente.

Esa reproducción ideológica ha ido degenerando, en nuestra derecha corrupta, al oponerse a toda propuesta que provenga del Movimiento Regeneración Nacional, su partido o del presidente. Es una oposición automática y algunas veces contradictoria. Lo mismo raya en la diatriba, la difamación, la calumnia, la distorsión y hasta en la franca mentira. Es una derecha incapaz de proponer, de construir, de delinear un rumbo. Es una oposición irresponsable, antinacionalista, corrupta e incapaz de proponer rumbo. 

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