La Gualdra 567 / Arte
La obra de Marcel Duchamp, Desnudo bajando una escalera No. 2, se ha convertido en una regia manifestación del arte europeo contemporáneo –o como algunos dirían– un clásico modernista.
La pintura nos muestra una figura desnuda descendiendo por unas escaleras; destacando la repetición de líneas de su contorno en ráfagas, la geometrización de los colores (una gama de ocres, marrones y dorados) expresan el movimiento continuo del desnudo femenino. La figura de la mujer exhibe elementos abstractos fragmentados: la cadera es un óvalo, las piernas se vuelven conos y el tronco un par de cilindros. Los planos en los que se descompone el movimiento avanzan de izquierda a derecha, van de arriba hacia abajo, enfatizados con ligeros cambios progresivos de colores en una gama entre sepias y cafés. En su descenso, a no se sabe dónde, el desnudo nos deja una sucesión de sombras que, para Duchamp, forman parte de la obra. Así, el espectador experimenta una sensación de ritmo, precipitado movimiento en diagonal, que va de la esquina superior izquierda a la esquina inferior derecha. Mientras tanto, la mirada sigue el movimiento de la mujer a través del cuadro, ante la imperturbabilidad de unas escaleras estáticas.
Establezcamos dos elementos-clave: primero, un contexto socio-cultural y una conmoción intelectual emanados de la primera guerra mundial; el cuestionamiento de principios y valores que dotaban de sentido al mundo occidental cierran un ciclo de la historia, rupturas y continuidades que se expresan en el arte; segundo, en el ámbito de la pintura tanto François Kupka como Marcel Duchamp mezclan procedimientos del cubismo y del futurismo. Concretamente se ha dicho que Desnudo bajando una escalera, es una obra cubista (porque se descompone la figura humana en cuerpos geométricos) y futurista (porque secciona el movimiento en varios planos, mostrándolos en secuencias). Pensamos que Desnudo bajando una escalera es el fin del cubismo y el comienzo de algo que todavía no termina.
Duchamp promueve un movimiento antiartístico y antiliterario, violenta el establishment, explota el absurdo. Seducido por las experimentaciones cronofotográficas de Étienne-Jules Marey, va más allá de la tradición creando los ready-mades, a saber, operaciones conceptuales en las que el artista se apropia de un objeto (Found Object), realiza modificaciones y cambia el contexto de su representación, insertándolo en el campo del arte. En el Gran Vidrio afina su propósito de remplazar la “pintura-pintura” por la “pintura-idea,” considera que el arte se ha reducido a un “arte retinal”, un arte puramente manual y visual. Si interrogáramos a Duchamp al respecto de nuestra obra, ¿es el desnudo… una pintura?, nos explicaría –sin duda– que no, que es “la organización del espacio y el tiempo a través de la expresión abstracta del movimiento”. Crear algo diferente, estimular la mente, transformar al ser, convocar el despertar de las ideas es su propósito.
Duchamp explosiona el arte, nos exhorta a demoler el significado, habitar ese espacio invisible o tal vez inexistente, las ideas.
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