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jueves, 18 abril, 2024
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Foucault o la subjetivación libre y creadora

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Por: Xol Hernandez •

La Gualdra 552 / Filosofía

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Por: SIGIFREDO ESQUIVEL MARÍN

Leí a Michel Foucault siendo adolescente, como la mayoría de compañeros de generación, quedé hechizado por su magnífica prosa, elocuente retórica, rigor expositivo, fundamentación histórica contundente. El cúmulo de información que maneja nos da la sensación de que se trata de un autor que no lee libros sino bibliotecas enteras. Sorprende saber que el investigador asceta, casi monje laico que se encierra en polvorientos archivos, sea el mismo sibarita entregado a los placeres de la carne y orgías californianas y que muriera en la raya excesiva.

Después de Jean-Paul Sartre no hay otro intelectual francés que pueda cargar esa figura política prometeica como lo hizo Foucault, el páramo intelectual no deja de seguir creciendo. Activista político comprometido con todas las causas revolucionarias y progresistas, crítico implacable del orden establecido, polemista aguerrido e irónico y excelente conversador que hizo del diálogo otra forma de saber, Foucault resulta ser una figura pública, mediática, omnipresente. Un pensador arriesgado que avanza en espiral sin perder la brújula del pensamiento crítico, creador e intempestivo.

Se suele hablar, por lo menos, de tres etapas en su obra: arqueología del saber, genealogía del poder, y ética-estética del sujeto, algunos hablan también de otra etapa biopolítica de los sujetos-cuerpos. Se olvida que dichas fases evolutivas pertenecen a una misma voluntad de insurrección creadora que se despliega en múltiples variaciones y tonalidades como si fuese una obra musical abierta y expansiva.

Más que filósofo e intelectual, que lo era de hecho y con pleno derecho, Foucault se asumía como periodista del presente. Los títulos de sus obras y el momento oportuno (Kairós) de su publicación dan cuenta de su olfato para detectar el espíritu del tiempo. “La ontología del presente” es mucho más que un concepto clave de su obra, es la articulación entre ontología, política, ética y praxis estética transformadora. Analizar e intervenir en y desde el presente ha sido quizá la mayor tarea emprendida por Foucault, en este sentido, y sin ninguna exageración, se podría decir que hoy todos somos foucaultianos; en tanto asumimos la tarea de comprender la singularidad de los acontecimientos actuales y buscar alternativas al orden impuesto.

Quizá “diagnosticar la contemporaneidad” sea el mayor homenaje heterodoxo a Kant y a Heidegger, pensadores capitales para entender su obra. Como muchos profesores universitarios, he utilizado su obra como referente teórico de problematización, empero el Foucault que nunca deja de atraerme y seducir es el autor de textos marginales, obras menores, opúsculos breves e incendiarios como “La vida de los hombres infames”, “El pensamiento del afuera”, “Theatrum philosophicum” y “Prefacio a la transgresión”, entre otras bombas molotov del pensamiento que, debido a su brevedad elíptica e inacabamiento, nos arrojan a la creación activa por cuenta propia.

Ese Foucault ensayista onírico, casi artista plástico y chamán, el que nos invita a viajar y crear nuevos horizontes de vida y de pensamiento es el que me parece o más valioso, justo ahora en tiempos de reacción nihilista y conformismo acrítico. Crear nuevas experiencias y prácticas de subjetivación está en el centro del debate actual y al respecto la guía foucaultiana resulta imprescindible. Insisto: no es que el Foucault teórico no me interese o no sea útil, sino que prefiero al audaz viajero soñador de multiversos como compañero de viaje y guía.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra552

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