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miércoles, 24 abril, 2024
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Reflexiones sobre la Educación

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Nuestra sociedad, y sus múltiples problemas, tienen como alternativa de solución a la educación, instrumento que puede formar individuos con valores, con sentimiento de pertenencia, con patriotismo y empatía hacia las causas más sensibles de la ciudadanía. La educación puede modificar conductas, inspirar personalidades, formar líderes y hasta instruir buenos políticos y, por ende, excelentes tomadores de decisiones. Elevar las aspiraciones colectivas a otros estándares de paz y armonía será posible en tanto se refuercen los esquemas educativos. La educación debe idearse como una estrategia emparejada al cumplimiento de los Derechos Humanos Fundamentales, pues la misma educación constituye uno de ellos y, quizás, uno de los más importantes. La educación es, desde mi perspectiva, el núcleo fundamental de cualquier sociedad, pues puede orientar el desempeño de una familia, las actitudes de sus integrantes frente a sus semejantes, la naturaleza, los animales y, dependiendo de la fortaleza de su educación, puede cerrar cualquier posibilidad de sucumbir ante la industria de la delincuencia, las drogas y la violencia. La educación, de acuerdo con Aristóteles, consiste en dirigir los sentimientos de placer y dolor hacia el orden ético; según John Locke, el fin de la educación es la consecución de un alma sana en un cuerpo sano. Immanuel Kant señaló que la educación tiene por fin el desarrollo en el hombre de toda la perfección que su naturaleza lleva consigo; Auguste Comte consideró, en su época, que la educación es la única manera de aprender a vivir para otros por el hábito de hacer prevalecer la sociabilidad por sobre la personalidad; para Rufino Blanco la educación es evolución racionalmente conducida, de las facultades específicas del hombre para su perfección y para la formación del carácter, preparándole para la vida individual y social, a fin de conseguir la mayor felicidad posible. Este último término resulta interesante en virtud de que Rufino Blanco vincula a la educación como elemento esencial para conseguir la felicidad tan necesaria en nuestros días ahora que los tiempos son complejos y violentos y, sin duda, nuestro país retornaría a escenarios de paz y armonía si la educación se reforzara y se tomara en cuenta como elemento formativo en valores y de construcción de voluntades positivas para la sociedad; solo así volveríamos a la felicidad como individuos, como integrantes de este colectivo humano. En este contexto, la Ley General de Educación recupera nuestro sentir en torno a lo que debe ser la educación tomando como punto de partida el Artículo 3° de la Constitución Política Federal; el numeral segundo, de la citada Ley, dispone que el estado priorizará el interés superior de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en el ejercicio de su derecho a la educación, por lo que garantizará el desarrollo de programas y políticas públicas que hagan efectivo ese dicho principio constitucional. En el Artículo 3° de la norma en materia de educación, establece que se fomentará la participación activa de los educandos, madres y padres de familia o tutores, maestras y maestros, así como de los distintos actores involucrados en el proceso educativo y, en general, de todo el Sistema Educativo Nacional, para asegurar que éste extienda sus beneficios a todos los sectores sociales y regiones del país, a fin de contribuir al desarrollo económico, social y cultural de sus habitantes; yo agregaría también, a la consecución de la felicidad del individuo, retomando los principios de Blanco. En este sentido, la Ley General de Educación establece, además, en su numeral 5°, que toda persona tiene derecho a la educación, el cual es un medio para adquirir, actualizar, completar y ampliar sus conocimientos, capacidades, habilidades y aptitudes que le permitan alcanzar su desarrollo personal y profesional; como consecuencia de ello, contribuir a su bienestar, a la transformación y el mejoramiento de la sociedad de la que forma parte; además, se reconoce que, con el ejercicio de este derecho, inicia un proceso permanente centrado en el aprendizaje del educando, que contribuye a su desarrollo humano integral y a la transformación de la sociedad; es factor determinante para la adquisición de conocimientos significativos y la formación integral para la vida de las personas con un sentido de pertenencia social basado en el respeto de la diversidad, y es medio fundamental para la construcción de una sociedad equitativa y solidaria. Así las cosas, la Ley, los autores que hemos citado, y nuestras propias ideas, reconocen la importancia de la educación en el devenir de nuestra Gran Nación que se resquebraja en la medida de que la educación se debilita y la ignorancia gana terreno en todos los quehaceres de nuestra vida.

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