La Gualdra 637 / Arte
En Las Hilanderas (1655-1660), obra de Diego de Velázquez, conocida también como la fábula de Aracne, su autor enlaza el mito de Aracne con el mito del rapto de Europa; podemos ver que uno de los planos es enviado al fondo de la pintura, dos escalones permiten el acceso a la otra habitación, se muestra un tapiz en el que se representa el mito de la transformación de Zeus en la aparente honorabilidad del toro blanco.
Velázquez respeta la perspectiva de Tiziano, así como los colores vivos y luminosos, las pinceladas sueltas y libres que permiten esa diagonal que da fuerza y movimiento al sensual cuerpo de Europa; este tapiz fue tejido por Aracne, parece ser admirado por tres espectadoras de vestuario ostentoso, en espera del acabado final.
Mientras tanto, en un primer plano hay cinco mujeres frente a una rueca, se puede distinguir que son hilanderas vestidas con ropas simples, rodeadas de ovillos y telas apiladas, parece que trabajan y conversan entre ellas. Destaca la tela roja pintada que decora el lado izquierdo del cuadro; color, banquetas e instrumentos crean una perspectiva aérea de relación fluida entre los diferentes planos espaciales que integran en una unidad los elementos de valor narrativo.
Ciertamente, Velázquez acude al libro sexto de la Metamorfosis de Ovidio, en el que se cuenta sobre la joven Aracne, que tejía con tal gracia que la ciudad consideraba sus tejidos superiores a los de Palas Atenea, la inventora de la rueca; en la pintura se representa el momento del concurso entre Aracne y la diosa Palas Atenea, podemos ver a dos mujeres sentadas delante de sendos telares, a la izquierda Palas Atenea, disfrazada de una mujer anciana y cordial; a la derecha a la joven Aracne tejiendo –consciente de su virtud– altiva y vehemente, cada una teje su tapiz de espaldas al espectador.
La factura del tejido de Aracne es impecable, denuncia al Olimpo y al poder que representa, en el rapto de Europa, Zeus, padre de Palas Atenea, se muestra engañando a diosas y mujeres mortales a cambio de favores sexuales; el tema elegido enfada a la diosa y golpea con una lanzadera a Aracne que aterrorizada intenta suicidarse, la diosa se “apiada” de ella al tiempo que la rocía con el jugo de hierba de Hécate, la maldice convirtiéndola en araña, de inmediato, “las piernas, donde estaba la belleza / que podía ser, al punto se han tornado / en dedos de sutil delicadeza, / pegados en el uno y otro lado; / y lo que de ella resta, está ocupando / el vientre, y siendo araña ha procurado / sacar materia idónea, vomitando / para sus telas estambre y trama, / el ejercicio antiguo ejercitando”. ¡Oh!, querida Aracne, tus dedos de sutil delicadeza, apasionado arte y dignidad, llevaron a tu estirpe a tejer eternamente.