Tardé unos días para escribirte esta despedida, el tiempo es un buen sanador y el dolor de tu partida poco a poco se sustituye por admiración, el cariño sigue intacto.
Recién había terminado mis estudios como contadora, era una chica cargada de energía, los planes y las ilusiones llenaban mis pensamientos. Una de mis amigas comenzó a vender publicidad en el Sol de Zacatecas y me pidió que la acompañara, el destino me convirtió en vendedora de publicidad y los caminos de la vida me llevaron a ofrecer publicidad en el PRI de donde por capricho del destino salí contratada como contadora, me quedé con el puesto sin entender la gravedad del asunto, era una joven recién egresada y sin padrinos, entré a prueba y así continúe por varios años, sólo mi trabajo podía defenderme.
Ahí conocí a Arturo Mario Ávalos, en ese poderoso PRI al que yo desconocía, al que él adoraba y le entregaba sus mejores años, quizás sin entender que le entregaría la vida misma. En ese poderoso PRI donde vi pasar a jefes honorables y a varios sinvergüenzas, en ese partido, al que le entregó todos sus años, ese PRI que siempre fue tan ingrato con él.
Arturo Mario, fuiste alcalde de Miguel Auza cuando eras muy joven, pero nunca olvidaste a tu pueblo, lo defendiste una y otra vez, te dolía su pobreza y te lastimaba el abandono ancestral de tu Miguel Auza.
El destino siempre tiene sus caprichos, era 1998 y una oportunidad de cambio se abrió en el horizonte, yo abandoné ese PRI donde nunca me sentí a gusto, pero tú te quedaste en el PRI, vinieron años difíciles, tu partido casi se derrumba y no te moviste, aguantaste estoico, defendiste tus ideales y rechazaste a todos los amigos que te ofrecimos una oportunidad para salir de ese PRI, el PRI derrotado.
Otra vez el destino dio vueltas, el Gobierno volvió a ser tricolor y otra vez ese ingrato PRI no supo valorar tu trabajo, tu pasión, tu dedicación. Siempre supiste que no compartí tus ideales, pero siempre los respeté, porque nunca escatimaste esfuerzos para tus propósitos, defendiste tus ideas hasta el final
Apenas te habían nombrado director de los telebachilleratos del estado y tu entusiasmo era contagioso, empezaste a visitar los municipios, a gestionar recursos y me dio gusto verte tan feliz, pero como dije, el destino siempre fue muy injusto contigo y con tu trabajo.
Hace apenas unos días regresabas de tu Miguel Auza querido, las lluvias y el maldito destino te hicieron perder el control de tu camioneta y días después nos dejaste para siempre. fui a tu funeral, esos funerales políticos que odio tanto, donde la mayoría se dan palmadas en la espalda, donde todos se duelen y se saludan siempre poniendo los puestos y títulos por delante.
Algo fue diferente en tu funeral, hubo lágrimas sinceras, entre tantos abrazos falsos, existieron abrazos dolidos, eso significa que sembraste amores sinceros, que al final de cuentas muchos de tus amigos eran reales.
Te voy a recordar toda la vida, porque no me alcanzan los años para olvidarte, fuimos novios unos años, pero fuimos amigos toda la vida. Tal vez por eso siento este luto en el alma, en tu funeral muchos priístas me veían con recelo, no entienden que a pesar de las diferencias el cariño nunca se perdió.
Además de mi cariño, te llevas mi respeto y el de mucha gente, durante toda tu vida te mantuviste firme en tus ideales, sacrificaste tu vida por lo que creíste justo, muchos jamás lo entenderán, pero todos lo respetamos, por eso te dedico estas líneas como un sentido homenaje.
Dicen que la muerte es el principio de una mejor vida, yo quiero creer que es verdad y en la otra vida nos volveremos a encontrar.
El trabajo me permitió conocerte, el trabajo nos distancio y en el trabajo dejaste la vida. Mis ojos aun reclaman tu ausencia con lágrimas y mis oídos quieren volver a escucharte, por eso tu recuerdo se queda conmigo.
Tu vida fue honorable y por eso te fuiste con el respeto de quienes conocimos tu trayectoria. ■
*Diputada local por Morena
