La Gualdra 519 / Día Mundial de la Poesía
No es la impureza de las calles
ni la mañana en que agonizas.
No es la ciudad lo que te mata.
La del amor que se corrompe
en las fachadas de neón,
la que violenta los latidos
del aire intoxicado. No
es el horror que tu silencio
trató de alzar en sus escombros.
No son sus plazas ni sus muros
o el puñal de la lluvia. Nada
tiene que ver con el desgaste
de tus pasos. No es la ciudad
ni el estertor de sus columnas
clavadas en el agua seca
y excluida del mar, la última
piedra de tus incertidumbres.
La evocación de su artificio
habita otro lugar. No es ella
la que te ve salir con vida
ni la que habrá de arrebatártela
un día más, un año menos.
La de la falda de serpientes
sabrá de ti cuando te duermas,
te ha de ignorar cuando despiertes,
cuando retornes, cuando partas
el aire indócil de tu espectro.
Tras de las máscaras del día
te muestra en vano su inocencia.
La de la rabia soterrada,
la del presente sin ahora,
la que fundó un imperio en otro,
con qué fragmentos de cual témpano,
de qué ficción o pesadilla.
No es tu ciudad la que tú crees
que aprieta el nudo corredizo,
o hunde el metal por donde pasas
ajeno a su esplendor, ausente
de ti, muriéndote de vida.
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