La Gualdra 519 / Día Mundial de la Poesía
En un pequeño baño de un departamento lujoso, Mary, que también es Nicole, pero que también es Alice, se maquilla. Peter conecta con sus ojos y se pierde en la verde laguna que habita en ellos. Su largo cabello se enreda con las palabras que logra soltar antes de ser captada por un Peter que celebra. Sostiene los lentes de una cámara para entonar los himnos de acercársele a lo lejos. Es una calle y cabe perfecta. Los ojos bien cerrados de Peter, le ayudan a observar la oscuridad que Kubrick disparó. La puerta abierta de un bazar resulta misteriosa, desdibuja los tonos que Peter ha estudiado para obturar los guiños de su mano al detonar la ráfaga. Alice descalza la calle y camina sin preocupación. Detrás de un cristal asoma la muerte con el cuerpo de un hombre que sabe vestir como un Dios humano. Esta vez no importa si la calle tiene sombras asidas al piso de los peatones. Peter acciona. Dispara. La espalda blanca de Nicole corre sus tirantes mientras sus manos, en posición de cruz, dejan revoletear las alas de un par de ojos que aprenden a volar.
[Del libro Las armas que le dejó la guerra, inédito]
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