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jueves, 25 abril, 2024
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Estado y sociedad en clave comunidad, la solución

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Me atrevo a suponer que como nunca antes en la historia de Zacatecas, vivimos bajo el acecho de una cruenta guerra; una en la que, sin formar parte, ni tener un bando, nuestra tierra se ve amenazada y corremos el riesgo permanente de vernos víctimas, sea directa o indirectamente, de los actos bélicos que se desarrollan en medio de esta compleja y aberrante situación. Enumerar las causas, podría llevarse incontables páginas y debates insuperables. Sin duda, hay antecedentes que nos trajeron hasta donde estamos; también es cierto que continuar con la vista puesta en el retrovisor, nos impedirá definir con asertividad, y la urgencia que nos llama, las estrategias necesarias para enfrentar la situación.

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En los últimos años, derivado de la situación que ha asolado al país, en México se han desarrollado carreras profesionales con enfoque a los temas de la seguridad. Hay expertos respetables, periodistas especializados y funcionarios públicos con determinadas aptitudes y trayectorias que les permiten exponer con profundidad al respecto. No es mi caso, y, por tanto, en aras de la seriedad, apunto que éstas son apenas unas notas, desde la perspectiva del derecho, la política, entendida como ciencia de las políticas y la teoría política en sí. Es cierto que lo aquí expuesto, será redundante y lógico para no pocos, sin embargo, creo que, entre tanta calamidad, lo que damos por sentado, se pierde en la neblina de la emergencia.

Nuestro país nunca consolidó un Estado de Derecho en términos del liberalismo occidental. Apenas y tuvimos, en diversos períodos de nuestra historia, un Estado que sacrificó el derecho por la fuerza, misma que residía en un sector, un partido, una estructura burocrática o un hombre (el presidente). Cuando la crisis de legitimidad llegó al régimen hegemónico, las instituciones de una democracia constitucional aparecieron y comenzamos la travesía de convertir nuestro ya consolidado Estado fuerte, en un Estado de Derecho. En el camino, un tropezón nos retornó no al Estado fuerte, sino al país fragmentado. La transición política que nos conduciría a las alternancias y la pluralidad, despojó (como era necesario) del poder a los entes del viejo régimen, pero en la distribución, el poder se atomizó al punto en que en lugar de tener un conjunto de instituciones, poderes y personalidades, articuladas en el sistema político emanado de la Constitución, resultó un archipiélago metaconstitucional, es decir, la real politik se impuso al diseño constitucional, y en esa realidad, el Estado central (representado por o partido, el Ejecutivo, la estructura burocrática o etcétera)  perdió fuerza, no siempre a favor de actores políticos sino cada vez más, en favor de otras fuerzas ajenas a él mismo.

Hoy nos enfrentamos a la reconstrucción democrática de la hegemonía en la fuerza del Estado, sin correr la suerte de la situación anterior al régimen posrevolucionario, y en condiciones mucho más complejas de las que hay antecedente. El primer paso, apunto apenas, es la articulación de los niveles de gobierno, de los poderes, las instituciones, los actores políticos, y en general, todos los entes y elementos que debieran constituir la vida democrática-constitucional en un Estado de Derecho. Pero esto por sí solo ya tampoco es suficiente. Se requiere, como nunca antes, es posible afirmarlo, de la participación de la sociedad, en su conjunto, pero también desde la organización. Y para ello se vuelve indispensable incentivar la creación de más y más instancias de, diálogo, deliberación y, sobre todo, colaboración, desde la comunidad. Entender lo colectivo, desde el espacio común y no más desde la individualización. En cualquier experiencia histórica en el mundo, el Estado de Derecho no surgió sino como el resultado de un proceso de tensión, acuerdo y evolución en la relación Estado-Sociedad.

No debemos pasar inadvertida la lección que nos dejó nuestro proceso de transición a la democracia: una ciudadanía de baja intensidad, da como resultado, aún con proceso electorales confiables, instituciones con bajos estándares de calidad, y, a la larga, el deterioro del todo el entramado que debe evitar situaciones como las que enfrentamos, y en su caso, resultados en la emergencia humanitaria que nos acontece.

Una democracia adjetiva, resultado de un acuerdo transicional en las élites ya no nos fue suficiente. Se requiere pues, para retornar al camino de la consolidación de un Estado de Derecho, la participación en clave comunidad de la ciudadanía.

@CarlosETorres_

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