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viernes, 26 abril, 2024
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¡Fuera Peña!

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Por: DANIEL SALAZAR M. •

En una veintena de estados de la República así como en diversas ciudades del mundo, se llevaron a cabo innumerables acciones de protesta en lo que fue la cuarta Jornada Global por Ayotzinapa. En todas ellas, la demanda por la presentación con vida de los 43 normalistas y el clamor generalizado de “Fuera Peña”, continuaron siendo las consignas de un movimiento que responsabiliza al Estado de estos y de otros crímenes.

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La demanda es fiel reflejo de los agravios acumulados por el pueblo de México. Otras voces -entre ellas la de AMLO— están planteando al movimiento que Peña Nieto debiera renunciar antes del primero de diciembre para que pueda llamarse a elecciones anticipadas. Atrapados en una visión institucionalista (la misma con que se ha construido Morena), se insiste en una salida que salva al régimen en un momento en el que, como nunca, se encuentra fuertemente cuestionado.

El “que Peña renuncie”, coloca particularmente a AMLO y a Morena por detrás del nivel de protesta alcanzado por el movimiento Ayotzinapa. Sí, porque lo planteado por AMLO implica un impensable acto voluntario decidido desde la presidencia muy diferente al ¡Fuera Peña! reclamado por el pueblo en las calles. Llamar a elecciones anticipadas, es querer salir de la situación por una puerta falsa. ¿Quién las organizaría? ¿El nuevo INE? ¿Para elegir entre candidatos del PRI, del PAN, del PRD o, de Morena, que también ha sido evidenciado por el caso Lázaro Mazón, padrino de Abarca y frustrado candidato al gobierno de Guerrero? No, nos equivoquemos. Peña Nieto no renunciará: Debe ser echado por la sociedad movilizada.

La protesta popular alcanzó un punto considerable que al mismo tiempo la vuelve peligrosa. Con el odio y la rabia que acompañan cada manifestación, se entremezclan grupos que, como bien señala Almeyra, no han aprendido de la historia al incitar ligerezas “subversivas” alentadas por el mesianismo, la impaciencia o la provocación. “Una aventura de grupos armados desligados del pueblo –dice él- sólo servirá al gobierno para hacer abortar el crecimiento de la protesta y de la conciencia popular. La legítima violencia de los oprimidos –agrega- debe ejercerse con eficacia para que no se disperse en el aire…” (La Jornada).

En el país se ha abierto una crisis política sin precedentes. Se cuestiona a un régimen corrupto, de instituciones consumidas, cómplice del narcotráfico, entregado al imperialismo, responsable de la escandalosa desigualdad social, de la violencia, crímenes y desapariciones forzadas en México. Por eso, echar a Peña de la presidencia, implica pensar en lo que sigue, en la búsqueda un nuevo Congreso, de nuevas instituciones, de una Asamblea Constituyente formada por delegados elegidos en asambleas populares.

Para avanzar en esta perspectiva política, se vuelve necesario el concurso de las fuerzas del movimiento social en resistencia y lucha, del movimiento obrero, campesino y popular. Hoy existen fuerzas y organizaciones sociales independientes del régimen que en estos años se han opuesto y luchado contra diversos aspectos del programa neoliberal. El problema es que se requiere un salto decisivo a la lucha política, la lucha contra el poder y superar la práctica y visión gremialista –en torno a demandas legítimas pero parciales- para sumarse y acompañar la fuerza política del movimiento de protesta que ahora exige ¡Fuera Peña!

Un frente único contra Peña Nieto y su gobierno oligárquico y pro-imperialista, debiera ser el instrumento. Un bloque social y político de los movimientos populares y sindicales en resistencia, junto al movimiento estudiantil y a condición de superar el gremialismo y la visión parcial de lucha contra el neoliberalismo, para apoyar la perspectiva política. En esta perspectiva se encuentran las organizaciones sociales, civiles, pueblos y comunidades que, reunidas el pasado 20 de noviembre en la sede del Sindicato Mexicano de Electricistas, conceptuaron las relaciones entre el poder político y la delincuencia organizada como perversas al ser puestas al desnudo con los acontecimientos del 26 al 27 de septiembre en Iguala. Coincidieron en que la represión y criminalización de la protesta social tiene como fin contener, desarticular y exterminar la resistencia indígena, campesina, estudiantil obrera y popular al proyecto neoliberal del régimen. Acordaron asimismo, exigir la salida de Enrique Peña Nieto como Presidente de la República y sumarse a las acciones de desobediencia civil y pacífica del Paro Cívico Nacional el primero de diciembre y la Toma Simbólica de la Ciudad de México el 6 de diciembre.

La oportunidad histórica de un bloque opositor está presente. Esperar que el desgaste de Peña Nieto pueda facilitar unas próximas elecciones generales limpias y un eventual triunfo de Morena, es utópico. Esto sólo desmoviliza la protesta y está dando tiempo y margen de maniobra a los criminales de Estado. ■

 

Fuente Informativa: Partido Revolucionario de los Trabajadores // Edgard Sánchez Almeyra Guillermo  www.prtr.org.mx

 

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