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miércoles, 24 abril, 2024
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Carlos Solórzano, Gestor del Génesis del Teatro Latinoamericano *

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Es una práctica común la costumbre que se tiene de encasillar a los seres humanos por el oficio con el que la gente está más familiarizada. En los casos en que los individuos son multifuncionales, se opta por aquel o aquellos rasgos que las personas conocen más o por el momento histórico en que hubo necesidad de interactuar con ellos en detrimento de otras cualidades propias del protagonista, que no son lo suficientemente apreciadas o simplemente son ignoradas, por omisión, desconocimiento o limitaciones para reconocer las características de los personajes bajo escrutinio. Tal es el caso de este extraordinario ser humano que construyó su personaje, igualmente notable, alrededor de la literatura, primero, y posteriormente en las tareas necesarias para transitar a través de la multidisciplinaria vocación y ejecución del teatro. 

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Esta participación trata de establecer la distinción entre lo estrictamente literario, en este caso de la obra dramática del Doctor Solórzano y la capacidad para transformarla a través de las fases que siguen: una vez seleccionado el texto dramático se debe memorizar, interpretar, dar vida física y psicológica a los personajes, darle organicidad, seleccionar vestuarios, efectos especiales, música, escenografía y algunos otros elementos que complementan la acción estrictamente teatral, para llegar finalmente al estado de gracia de la representación, con la consolidación posterior de grupos de teatro organizados, activos en la búsqueda del entrenamiento del actor, como esencia de la praxis y la filosofía teatral. 

Una vez consolidados los grupos, estos se vuelven por sí mismos, gestores del trabajo escénico, cuyos alcances sólo están limitados por la capacidad y la imaginación de los grupos mismos y sus diferentes componentes, donde, por razones obvias, sobresale la figura del director. La etapa final se alcanza cuando se es capaz, individualmente y como parte integrante del grupo, de trascender en ámbitos diversos e ilimitados, como el afianzamiento de una tendencia, la conformación de una escuela y la universalización del mismo, desde los espacios micro y macro regionales, como en el caso del Teatro Latinoamericano y su integración al mundo del teatro y como parte fundamental del teatro en el mundo. 

Puede decirse que Carlos Solórzano fue un visionario que supo navegar en tiempos complicados por todas las fases que requiere el desarrollo teatral en una forma incansable y realista y que sus logros lo instalan en un Olimpo de creatividad y desarrollo del que solo unos pocos privilegiados pueden presumir tal membresía. 

Llega a México en 1938, de una manera fortuita, y es complicado suponer qué hubiera pasado con él y su obra si se hubiera avecindado en Alemania; pero el conflicto bélico instigado por este país y las terribles consecuencias y secuelas fueron determinantes en los cambios ocurridos en el mundo tras la Segunda Guerra Mundial, que a su vez sentaron las bases para la planificación del futuro del planeta en la segunda mitad del siglo XX, puesto que, al cerrarse las puertas de la vieja Europa, se abrió ante él, el tesoro escondido de una política cultural latinoamericana ávida por el rescate y proyección de sus valores, tras la finalización de los horrores de la guerra y la posterior Declaración de los Derechos Universales, entre los que destacaba el empeño por fomentar la educación, la cultura y las artes en todas sus vertientes a lo largo y ancho de los 5 continentes. 

Carlos Solórzano despliega primero sus habilidades literarias con las que recupera usos y costumbres tradicionales y los impregna de una vitalidad metafísica que irrumpe profundamente y confronta desde una trinchera intelectual que hizo estremecer al status quo y a las buenas conciencias. Su obra, búsqueda incesante, se vio privilegiada por haber sido seleccionada y representada por grupos importantes conformados por sobresalientes actores y destacados directores; muchos de ellos arribando a México al cerrarse los espacios europeos y evadiendo las persecuciones políticas a las que estaban siendo sujetos. Para beneficio de la cultura, las ciencias y las artes en nuestro país, el esfuerzo de Solórzano se generalizó hacia la obra del resto del continente, no solo el de los países hispanoparlantes, sino que su obra se tradujo y se representó en Norteamérica en el idioma inglés y posteriormente en algunas partes de Europa. Se puede considerar que este esfuerzo es un gran aporte al Boom Latinoamericano. 

El mencionado Boom Latinoamericano exhibe ante el mundo a muchos genios literarios entre los que destacan Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Julio Cortázar y Miguel Ángel Asturias, entre muchos otros que, anticipando esta explosión de arte literario, cimentaron las bases para sustentar lo que se ofreció al mundo de la literatura universal en la misma época a lo que ofrecía la Ola Inglesa en el mundo de la música popular con extraordinarios grupos como The Beatles, The Rolling Stones, The Kinks, Fleetwood Mac, Pink Floyd y tantos otros grupos, que a la par con los escritores latinoamericanos, trascendieron hacia la inmortalidad artística y cultural, abriendo portales de expresión que aún en estos tiempos siguen desplegando hacia horizontes infinitos. 

Es en este esfuerzo colectivo de impacto mundial, donde Solórzano trasciende con luz propia cuando su papel de gestor logra que el teatro latinoamericano alcance dimensiones ilimitadas, haciéndolo trascender más allá del espectro continental, donde, además, logra que nuestro teatro sea reconocido universalmente y donde brillan con luz propia el propio Solórzano, Emilio Carballido, Xavier Villaurrutia y Virgilio Piñera, por solo citar algunos. 

Entre muchos otros logros, Solórzano tuvo a bien hacer una compilación muy extensa de varios dramaturgos latinoamericanos, donde por razones e intereses editoriales, se excluyó a los autores mexicanos, en su trascendental obra El Teatro Hispanoamericano Contemporáneo (Antología) (1964). Ciudad de México. Fondo de Cultura Económica. Colección Popular, # 61. Tomos 1 y 2. 

Es por eso que en el Centésimo Aniversario del Nacimiento de nuestro homenajeado falta espacio y hay miles de palabras necesarias para describir la personalidad y el arrojo de este gran ciudadano del mundo y artista universal, que eligió la literatura y el teatro para mostrar a la humanidad el talento y la creatividad de los nacidos en este continente que, hasta mediados del siglo XX, parecían fatalmente destinados a ser comparsas del arte universal dominado hasta entonces por el eurocentrismo. Un reconocimiento incondicional a este gran personaje. 

*Lectura realizada para el panel El teatro de Carlos Solórzano en la escena hispanoamericana, organizado por la Universidad de San Carlos de Guatemala en el centenario del natalicio del escritor guatemalteco. 

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