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viernes, 19 abril, 2024
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■ Libreta de Reportero

En la democracia del abstencionismo, la defensa al INE

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Por: Antonio Salas •

Toda acción social merece respeto y reconocimiento. Sin duda alguna debería ser parte central de la democracia, donde el protagonista debe ser el ciudadano.

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Sin embargo, en manifestaciones como en las que vimos a “ciudadanos” con ‘férreas convicciones’ para “defender al INE”, caben serias dudas para considerar que es una acción social, con espíritu ciudadano, con miras a fortalecer la democracia.

En nuestro país, como en muchas sociedades del mundo, la democracia se apuntala principalmente en tres columnas: la participación ciudadana, la participación partidista y la participación institucional.

Por una parte, vemos a las instituciones con aparente autonomía plena, encargadas de organizar elecciones, de administrar los recursos que se destinan a los partidos políticos y de ser árbitro de los procesos electorales, como es el caso del Instituto Electoral del Estado de Zacatecas (IEEZ), y así en cada estado.

Y, por otra parte, a nivel nacional, el Instituto Nacional Electoral (INE), objeto de la reforma propuesta por el Presidente de la República, con todo lo que representa -bueno o malo- en las páginas recientes de la historia política de nuestro país.

Tenemos también la participación partidista, es decir, aquella que, bajo siglas y colores, así como doctrinas, estatutos e ideología (aunque usted no lo crea) agrupa a personas con intereses comunes. Si internamente ni entre ellos se llevan bien es otro asunto.

Mucho menos si se da el chapulineo, las coaliciones, las coyunturas o las alianzas de facto, eso ya es parte de la efervescencia del momento, de los intereses de las cúpulas y de la alienación con que viven la mayoría de sus militantes, que bajo el sello de la institucionalidad hacen lo que les dicen.

Y finalmente, la participación ciudadana: donde los derechos humanos y constitucionales dan al ciudadano, mayor de 18 años, la posibilidad de votar y ser votado, sin importar su filiación política, raza, sexo o condición social.

Lamentablemente, es justo la participación ciudadana, donde el elector es el protagonista, la que en los hechos es la menos importante. Por lo menos en episodios, donde los partidos y los integrantes de las instituciones, enfrentados por sus intereses, usan al ciudadano como carne de cañón.

Ejemplo muy claro es la versión que del número de participantes se tiene sobre aquellos que participaron en la Ciudad de México en la marcha, dicen, para defender al INE.

Supongamos, dando un voto de confianza, que de verdad los asistentes fueron ciudadanos comprometidos con la democracia, indignados por la propuesta del presidente, ajenos a colores y siglas.

Supongamos que fuera así, tanto las cifras de la parte oficial, como las de los organizadores, no sólo los despreciarían, sino que serían usadas para cumplir sus intereses: presionar o descalificar.

Pero, ¿en verdad a los ciudadanos les interesa, preocupa e indigna lo que suceda o no con el INE con la propuesta de Reforma planteada por el Presidente? No sé. Lo dudo, más cuando en el ámbito de su participación, la de votar y ser votados, la participación deja mucho qué desear.

Y mire, ya ni siquiera hablemos del poder ser candidato, donde los partidos políticos, aunque en el discurso dicen otra cosa, tienen monopolizados los espacios a sus militantes y simpatizantes, pocas veces un ciudadano logra colarse a la boleta.

Sin embargo, la expresión más clara del desinterés ciudadano es el abstencionismo. Insisto, si el día de las elecciones el grueso de la lista nominal no sale a votar, qué nos hace pensar que saldrían a defender al INE.

De acuerdo con el Programa de Resultados Electorales Previos del IEEZ, en el Proceso Electoral 2021, a nivel municipal, el promedio de participación ciudadana fue del 56.79 por ciento. Es decir que, de cada 100 ciudadanos inscritos en la Lista Nominal, 43 no votaron. En la elección a gobernador fue de 57.04 por ciento, y a diputados locales, 59.99 por ciento. 

De los 10 municipios más poblados del estado, Fresnillo y Jerez encabezan la lista de aquellos donde el abstencionismo es más alta que la participación; en ambas sólo el 48 por ciento de los ciudadanos acudió a votar.

La misma plataforma indica que el abstencionismo en Guadalupe fue del 48 por ciento; en Zacatecas, del 46 por ciento, y en Pinos, del 44 por ciento. Mientras que en Río Grande fue de 49 por ciento; en Sombrerete, del 46 por ciento, lo mismo que en Loreto. Calera reportó un 48 por ciento, y Ojocaliente, 41 por ciento.

A nivel federal, el INE, en su PREP del mismo año, detalló que el nivel de abstencionismo fue del 47.33 por ciento, puesto que a las urnas acudieron el 52.67 por ciento. En Zacatecas la votación para diputados federales superó la media nacional de participación, con el 56.55 por ciento. 

De igual forma, el nivel de abstencionismo en la entidad fue menor que en la media nacional, puesto que 43 de cada 100 decidió no participar, con casi 4 puntos de distancia. La participación el abstencionismo Distrito 1 fue de 52.44 por ciento; en el 2, de 56.33 por ciento; en el 3, de 58.64 por ciento, y en el 4, de 58.61 por ciento.

Por eso insisto en lo sorprendente que resulta que el ciudadano con prioridades en su vida tenga, entre ellas, defender al INE ante la propuesta del Ejecutivo Federal.

Datos de IDEA Internacional, y de los Ministerios del Interior de Francia y España, en un corte a abril de este año, ni siquiera incluyen a México como uno de los países con mayor participación ciudadana en los procesos electorales.

Con el 52.67 por ciento de México aparece por debajo del 56 por ciento que reporta Japón, ubicado en la posición 12. Canadá con el 62 por ciento; Estados Unidos y España, con el 66 por ciento; Reino Unido y Rusia, con el 67 por ciento.

Con más del 70 por ciento aparecen Francia, Alemania, Corea del Sur y Brasil; mientras que Suecia, con el 87 por ciento, y Bélgica con el 88 por ciento, encabezan la lista.

Ojalá un día México destaque por su participación ciudadana real, de aquellos que sin militar o simpatizar acudan a votar el día de las elecciones. Mientras, queda claro que la llamada defensa del INE es un asunto entre instituciones y partidos, donde una vez más, quien menos les importa es el ciudadano.

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