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miércoles, 24 abril, 2024
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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO •

En el diario El Universal apareció un artículo de León Krauze, titulado “ISIS contra todos nosotros”, en el que nos alerta que los ataques que tuvieron lugar el viernes 13 de noviembre de 2015, en París, constituyen una agresión contra el modo de vida de todos nosotros. Para apuntalar su interpretación genera un contexto de lectura que inicia recordando al escritor egipcio Sayyid Qutb, al que considera, siguiendo a Paul Berman, el “…padre ideológico de Al-Qaeda”. Según parece Qutb viajó por los Estados Unidos, y quedó horrorizado por las libertades sexuales que abundan en ese país. Aunque, también nos dice, esas convicciones ya las tenía arraigadas, y sus viajes funcionaron de pretexto para exhibirlas. Uno de los hermanos de Qutb, se nos recuerda, fue profesor de Osama Bin Laden. Así que todo encaja, y por eso los ataques fueron contra restaurantes, conciertos, estadios de futbol. Y un barrio moderno, ya que estos lugares representan, nos dice, las libertades de occidente. Maliciosamente describe la situación como un “choque de civilizaciones”, para recordarnos el libro de Samuel P. Huntington de 1996 “The Clash of Civilizations and the remaking of  World Order”. Por otra parte Robert Fisk, en un artículo aparecido en “La Jornada”, titulado “París: la sombra de Argelia”  no niega que exista un desprecio contra las costumbres occidentales entre los árabes, pero lo ubica en Arabia Saudita y en alguno de sus filósofos –cita a Mohammed ibn Abdel al Wahab del siglo XVIII-, pero la diferencia clave en la construcción del contexto de lectura de los hechos es notoria cuando invoca la colonización francesa de Argelia. El elemento que lo lleva a recordar ese proceso se manifiesta en la identidad franco-argelina de uno de los atacantes. Como es bien sabido, Francia colonizó Argelia a partir de 1830, y se retiró, tras una guerra de liberación, en 1962. Uno de los eventos que trae a nuestra memoria Fisk ocurrió en 1961, en París, cuando la policía de París, un 17 de octubre, disparó contra una manifestación pacífica que violaba el toque de queda impuesto a la población argelina residente en la ciudad.  La policía no reconoce más de 40 bajas, en tanto que Jean Luc Einaudi cuenta entre 200 y 393. Las masacres no eran nada nuevo para el gobierno francés, porque en 1945, el 8 de mayo, perpetró una en Argelia, dejando saldo de miles de muertos. Los gobiernos coloniales tienen por política de estado el genocidio, en tanto que los pueblos sojuzgados hacen del terrorismo el canal de sus resentimientos.

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Según Fisk el interés inmediato del gobierno francés reside en atacar al gobierno sirio acusándolo de cómplice de Isis, cuando ese gobierno ha dado muestras de que no lo es. Así que esa respuesta responde a intereses geoestratégicos que hacen funcionar la parafernalia sentimentalista, y la desmemoria, como medios de obtener patente de corso para el gobierno ante la opinión pública, permitiéndole hacer cualquier cosa. El guión, por supuesto, está pautado sobre la respuesta de los Estados Unidos contra Al-Qaeda, con las variantes del caso.

Lo que interesa resaltar es la manera en la que, en uno y otro de los textos citados, funcionan el contexto, los datos y el manejo del lenguaje para que aparezca ante nosotros una imagen de los eventos del 13 de noviembre. Por un lado el “choque de civilizaciones”, y la necesaria cuan incondicional adhesión a Francia, que al parecer nos representa a todos, por el otro, las infinitas conspiraciones y operaciones de la inteligencia y contrainteligencia internacionales, que nos obligan a sentirnos permanentemente frustrados ante el colosal tamaño de nuestra impotencia. Si el lenguaje es uno de los medios de ejercicio del poder, en la apresurada comparación de textos que hemos intentado, se nota el funcionamiento de eso tan sutil que muchos ya consideran se ha difuminado: la “ideología”, considerada como producción de imágenes, y generación de sentimientos, para el consumo de un público predefinido que sobre esos materiales ha de fincar su actividad. El 10 de noviembre, ya más cerca de nosotros, los Grupos Universidad y Renacimiento anunciaron su intención de promover, juntos, un congreso. Por supuesto la intención no era esa, porque de haberlo sido hubieran citado, por intermedio de sus consejeros universitarios, al Consejo Universitario para que convocara, de manera formal y vinculante, a un Congreso General de Reforma Universitaria, en el que todo, desde la Ley Orgánica hasta la integración del presupuesto, estaría a debate. Al no hacerlo así lo único que hacen es vanagloriarse y decir que están juntos, que son muchos, y que son invencibles. Su esperanza es, entonces, doble. Por un lado, esperan que el universitario medio, de a pie, los considere una fuerza implacable ante la que no hay opción, por el otro, ante los grupos antagonistas, simulan querer debatir cuando lo que quieren es que esos otros grupos no hagan campaña, y pierdan el tiempo en discusiones banales mientras ellos intentan reagruparse y conseguir aliados en gobierno del Estado. Vanas esperanzas. Pero muy ilustrativas del funcionamiento de la construcción de imágenes. ■

 

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