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jueves, 28 marzo, 2024
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El festival sin la Obertura de 1812

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Por: E. ANDREA ROBLES G. •

“Declaro la guerra en contra de
mi peor enemigo que es…”

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Después de semanas de la declaración bélica Rusia-Ucrania, la solidaridad con el pueblo ucraniano no ha parado en todo el mundo, mientras que la demanda de los bloqueos y sanciones para Rusia -e incluso la insinuación de despliego de fuerzas armadas- han sido tópico para todas las figuras que ostentan el poder público alrededor del orbe.

Iluminación de edificios públicos, hashtags en Twitter, emojis de bandera, el saldo al final del día y demás, se han convertido en un tema que no ha salido de los medios de difusión. La empatía de La Tierra está en Ucrania.

Y como en la guerra siempre hay un malo y un bueno -en espera de que aparezca el feo-, Rusia: no Vladimir Putin, sino el pueblo ruso en general, ha sido el blanco de la más nuevas de las fobias. Todo lo que sepa, huela o recuerde a la cuna de la revolución bolchevique no tiene lugar fuera de sus fronteras. La historia, relevancia científica, espacial, musical y cualquier tipo de creación rusa está actualmente bajo el yugo de la cultura de la cancelación; es decir, si el mundo fuera la secundaria, Rusia sería al que le aplican la ley del hielo: nadie le habla, nadie se sienta cerca, nadie lo quiere en su equipo y de ser posible, le tiran la torta en el recreo de un balonazo.

Y los odios viajan tan rápido que hasta Zacatecas llegó: la Internacional Banda Sinfónica del Estado de Zacatecas, que además de por su amplio talento, se ha destacado por representar una constante y fuera de las costumbres que enmarca, después de los años pandémicos que cancelaron el Festival Cultural de esta entidad -y uno de los eventos más importantes para el estado- dejó fuera de su tradicional presentación en festival, la interpretación de la Obertura de 1812, composición de Piotr Ilich Tchaikovski, misma que vio la luz por primera vez con motivo del triunfo ruso sobre la avanzada napoléonica. El exponente ruso del romanticismo dejó un legado musical que siempre fue acogido por la Sinfónica, que además, nunca ha dudado en usar los cañones que detonan detrás del escenario instalado en la Plaza de Armas de la muy noble y leal.

Tras las contradicciones entre los directivos, al conjurar solidaridad, y tras los señalamientos de la fobia rusa, se argumentó desde la oficina del Instituto Zacatecano de Cultura que el patrimonio arquitectónico de esta ciudad -que dicho sea de paso es patrimonio mundial- corría riesgo por las detonaciones necesarias en la magna ejecución de esta pieza.

Raras son las versiones, pero a eso estamos acostumbrados lamentablemente. La situación es que mientras se disputa una guerra al otro lado del Atlántico y en el primer festival cultural de la nueva gobernanza, los edificios de la ciudad de cantera y rostro de plata al parecer quedaron débiles tras dos años de covid19. Ojalá la Plaza de Armas se forme pronto para que prontamente la Brigada Correcaminos pueda vacunarla. Y también ojalá pronto se escriba en las letanías la consigna que explique que la rusofobia no significa de ninguna mayor empatía al pueblo ucraniano. El Festival es la recopilación de la cultura internacional y uno de los eventos más esperados por propios y por foráneos. Ojalá las fobias queden atrás en la siguiente edición y ojalá nunca alcancen el arpa de Genaro.

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