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sábado, 11 mayo, 2024
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Violencia Vicaria ejercida por padres o madres indistintamente

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Este Mundo de pronto se vulnera cada vez más con nuestras acciones, así sea contra el ambiente, contra los seres más desprotegidos y sensibles y, en esta lucha irracional no importa a quien se violente ni las modalidades tampoco; el fin justifica los medios, así se deje en el camino, la ternura, la inocencia, la integridad física y mental de una niña o un niño; tal vez se crea que luego con alguna terapia se recupere el dolor y la desesperanza que se vivió o se olvide algún día, la violencia, los gritos y los insultos que rompen el silencio de la noche. Desconozco también si esta sociedad que está pasando de machista a feminista, avale conductas infames y cobije situaciones adversas contra la familia, por el simple hecho de abanderar causas a ultranza. En el Planeta Tierra, hace falta mucha armonía, equilibrio y sosiego, es necesario que sin partir de ideologías falsas o ciertas, se piense primero en niñas, niños y adolescentes. Una relación puede estar rota por distintos motivos, pero se debe resguardar un espacio para el diálogo, para la reflexión, los acuerdos y buscar la mejor puerta para salir dignamente, de cualquier forma, los que se hieren, se golpean o insultan, con el pasar de los años tendrán que volver a encontrarse y, tal vez, lleguen a la conclusión de que no valió la pena tanto agravio. Créame estimado lector, que no vale la pena, si acaso el costal de infortunios que vamos cargando con el tiempo, se hace cada vez más pesado en la medida de que el odio separó hijos e hijas de padres y madres, o quizás, cuando dividió parentescos de sangre que se consideraban sagrados. Creo definitivamente que al tejido social, lo echamos a perder desde nuestro hogar, cuando hay violencia y la violencia no distingue género, edad o condición social, el tejido social se pudre cuando no tenemos límites para herir a la pareja o cuando la juzgamos con la vara de la perfección que no se tiene. Nadie tiene la última palabra en cuanto al feminismo o machismo, lo que sí existe son hombres y mujeres violentadas y de paso, cuando ya no alcanzaron los insultos, las amenazas entre ellos, se utiliza estúpidamente, a los seres que nada tienen que ver con los problemas que en un momento parecieran ser definitivos; así las cosas y, llegando al borde del coraje y la ira, el hombre y la mujer, utilizan a los hijos e hijas para provocar lo que ellos ya no pudieron: dolor. Pero no es un dolor cualquiera, tal vez sea el más grande, aquel que se infiere a través de los hijos, porque cobardemente, el violentador o violentadora, ya no pudieron por sí mimos, provocar el daño deseado, lo cual desde mi perspectiva constituye una conducta nefasta, la peor de todas, la que nos coloca al nivel de algunas bestias. Estoy plenamente consciente de que tolerar a veces es harto difícil, pues algunos seres se esmeran por estrategia, a hacer caer al próximo en situaciones de violencia para justificar política o jurídicamente una determinada actuación y obtener alguna ganancia, algún lucro. De tal suerte, la violencia vicaria no tiene distinción entre los géneros, se provoca indistintamente ya que por igual, mujeres y hombres son violentos ante determinadas circunstancias; al respecto, Lidia Ramírez reconoce que la violencia vicaria es aquella cuyo fin es utilizar a otro para hacer daño a un tercero, por su parte Paz Loria considera que la violencia vicaria es una forma de violencia física o psicológica por la que una persona ataca a otra con el objetivo de causar dolor a otro individuo, de esta forma continua la activista Loria, se puede dar de un hombre a una mujer, de una mujer a un hombre, de una mujer contra otra mujer y de un hombre a otro hombre y, casi siempre, la persona violentada es un hijo o hija de la víctima, con la posibilidad de sea cualquier persona. Estoy consciente de que el tema de la violencia vicaria todavía está en desarrollo y que generalmente se enfoca al entorno femenino, sin embargo, existen casos en dónde la mujer ejerce violencia contra sus propios hijos con tal de agredir y dañar al padre (biológico o adoptivo). La idiotez humana pues, no tiene límites, por lo que este tipo de violencia debe estar plenamente regulado y visibilizado para evitarla, en virtud de que estamos ante la presencia de muertes de infancias y adolescencia que deben prevenirse o de impactos psicológicos o psiquiátricos, transitorios o permanentes que afectarán su pleno desarrollo.

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