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jueves, 18 abril, 2024
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Sampedro y los 40 años del festival de poetas, un adiós a toda madre

■ Historia y Poder

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Figura central de la literatura zacatecana, José de Jesús Sampedro Martínez se afianza en su camino imparable: le dice adiós a la organización y festividad del certamen de poesía RAMÓN LÓPEZ VELARDE, luego de 40 años de darse por enterado, de convocar la poesía latinoamericana, de llenar los espacios culturales con los vates mexicanos, es el ave maría mutante de la palabra en manos de la raza, incluyente, familiar, maduro y moderado.
La vida prodigiosa del buen Sam se suscribe en rápidas posiciones de ataque frontal desde el coste de una literatura que se fue dando en los círculos de lectores que suspiraban por nuevas influencias y él solito se fue rápido por la vereda que nadie imaginaba: ganar premios, hacer editoriales, impulsar talleres literarios, convocar a reuniones multitudinarias, abrir librerías de alto rango, dar clases en la prepa, ingresar con mucho orgullo a la gleba de los que consumen insulina pero quieren leer de sus aventuras en las grandes redes de su fama bien habida.
El festival reunió también a músicos, conferencistas, ceremonias con gobernantes y presidentes municipales, regidores y síndicos con los ojos bien abiertos ante el ritual de las ceremonias donde estuvieron cercas muy cercas de la batalla que el homenajeado Velarde se reivindica desde las dimensiones de la lucha que por la democracia esgrimió, entregó su atractivo caminante en la poesía más bella del mundo, cátedra latina de excelsos sentimientos patrióticos y que no estuvo exenta de fusilamientos, persecuciones, amenazas reales, y hasta su trágica muerte a los meros 33 años. Velarde sigue siendo Velarde.
Obvio que Sampedro ha tenido el apoyo de un pueblo al que le gusta honrar a los suyos, Zacatecas no deja de pelear desde que nació diferente al mundo, sus minas le proveyeron a la economía mundial infinidad de buenas noticias, la creación de los primeros bancos, el imán de ser la puerta para salir de sus montañas airosos en la fama del buen dinero y el conocimiento y llegaron de todo el mundo los piratas, los gambusinos, los buscadores de suerte, los esclavos que luego se rebelaron, los monjes franciscanos, las hermanas de la caridad, el plan de vida de construir ciudades que serán eternas en la prodigiosa historia del mundo y sus ansias sabederas.
Mediante un correo José lo anunció: ahí muere cabrones, “Amigas, amigos: prioridades diversas me obligan a retirarme tanto de la coordinación del Premio Nacional de Poesía como de la coordinación del (hasta 2019) Festival Internacional de Poesía “Ramón López Velarde”, mismos que contribuí a fundar (y a transformar y a optimizar y a preservar) justo hace ya cuarenta años. A la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas, a sus incluidas administraciones, les manifiesto (y les reitero) mi gratitud, extremadamente inmodificable. Sirvan estas cuantas líneas entonces sólo para informar así de mi decisión y para deslindarme luego de todo tipo de futura gestión del Premio, del Festival, sea genérica o específica. Concluyo ahora un ciclo, feliz. Y otro feliz ciclo ahora empieza.
Zacatecas, Zacatecas, a 15 de junio de 2022. Un saludo, José de Jesús Sampedro. Posdata: y ojalá y me ayuden a reenviar lo anterior a quien pueda interesarle…”. Y sí, el temporal acabará, el barlovento y sotavento por sus montañas demasiados brumosas y nuevas camadas de organizadores vienen, como es el caso del Mesías, el nuevo valedor, el bigotitos de Juan José Macias y Venegas que el año próximo pasado le entró a la organización y aparentemente fue un exitazo, pues hasta incluyó a los poetas beodos potosinos ya muy reivindicados y trajeados.
Sampedro involucró a quien podía y apetecía y figuraba, la poesía siempre será un gran motivo para celebrarse y darle respuestas al alma adolorida, a la que busca la mayor de todas las responsabilidades del género humano: hacer felices a los demás y así poder disfrutar cuando menos de una tarde apacible, de una mañana de letras y vitaminas que fueron del ensueño parteaguas para que el humanismo mexicano se revistiera de nuevas experiencias y caminos de denuncia. A los eventos llegaron toda clase de poetas, unos muy aguerridos, otros distraídos, los más, con el existencialismo a cuestas, pero ahí radica la libertad de la literatura caminante.
Sus carnales Rito y Gerardo se han de sentir tranquilos, pues saben, junto a Olaya y sus otras hermanas, que su querido hermano mayor es el adelantado, el presidenciable en las nuevas estampas callejeras de un Zacatecas que le celebra el dominio, el rasgo distintivo de ver pasar al mundo que creó y ha sido feliz, nunca ostentoso, siempre alegre y atento y escrupuloso como ninguno.

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