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jueves, 28 marzo, 2024
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Reflexiones sobre la Juventud y el Conocimiento

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

«…La juventud es el momento de estudiar la sabiduría;
la vejez, el de practicarla…».
Jean Jacques Rousseau

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Mucho daño se hacen los jóvenes cuando desdeñan la gran riqueza de conocimientos que puede brindarles la historia. En todos los ámbitos, es fundamental conocer el pasado para entender mejor el presente y poder esbozar el futuro ahora que los jóvenes cuentan con muchas más herramientas que en otras épocas para acrecentar sus saberes. También es cierto que las generaciones pasadas se han encargado de fabricar cortinas de humo y múltiples distractores con la finalidad de que los jóvenes tengan una versión sesgada de la realidad; así las cosas, los muchachos se encuentran absortos en sus redes sociales en tablets y celulares, algunos de ellos, se esmeran por tener el mejor teléfono móvil para que el desenchufe de la vida material, sea más efectivo, así, se han perdido de reuniones familiares, del privilegio de platicar con los abuelos, de aprovechar el tiempo con los padres, ahora que los tienen, porque después, quieren desenterrarlos para pedirles perdón o simplemente decirles aquello que en su momento no pudieron y, entonces, las presentes generaciones solamente ven la punta del témpano de hielo conocido como iceberg, pero nunca se asoman a ver la gran mole gélida que hay debajo y que, generalmente, es mucho más grande que la superficie, de esta forma y, sin conocer el panorama general de su entorno, los jóvenes actúan, opinan y caen en las redes tejidas por arcaicos líderes quiénes los utilizan para su propio beneficio como productos desechables. Por lo tanto, los que tenemos el privilegio de trasmitir el conocimiento a las presentes y futuras generaciones de muchachos, tenemos la obligación de ampliar su visión de la política, del derecho y de la justicia, de lo contrario, estamos cercenando la posibilidad de construir un mundo mejor, pues está visto que los mismos zánganos que han vivido del poder desde siempre, quieren permanecer en la cúspide para seguir ampliando su patrimonio y enriquecer a sus exclusivas generaciones traducidas en amantes, hermanos, hermanas, cuñados e hijos por muy inexpertos que estos sean. De tal suerte, aquellos que se precien de estatistas o de pensamientos supra-dimensionales deben insistir en la construcción de un conocimiento total, en donde nuestras presentes y futuras generaciones, conozcan el origen de las cosas y puedan dibujar panorámicamente el futuro que más les convenga, así, tendremos una juventud que decide reflexivamente, sin atavismos ni actitudes entreguistas, que cuestionan y piden cuentas claras a sus supuestos representantes; necesitamos que nuestros muchachos sean analíticos, participativos, irreverentes y científicos, leales a la patria, con identidad, con valores y criterios amplios y propositivos; estamos faltos de una juventud que reclame más allá de las pancartas y las marchas, necesitamos más idealistas que trasciendan al Che Guevara, a Marx y que recuperen la ideología de Morelos, de Zapata y de Villa. México está carente de nuevos héroes, de otros hombres y mujeres en la política y en los primeros cargos de gobierno, pues hasta ahora, los apellidos extranjeros son privilegiados al igual que los más despercudidos o güeritos. El país  amerita que los próximos tomadores de decisiones descansen en sus manos el destino de México con otra perspectiva y se genere un nuevo rumbo a la forma en cómo se desarrollan la ciencia, las artes, la educación, la tecnología y el acceso al poder, para luego gobernar en beneficio de todos. En este contexto, la teoría del iceberg intergeneracional, se fundamenta en un compromiso ético y moral de las presentes generaciones para con las nuevas, por lo que nos toca hoy, sentar las bases ideológicas de una nueva corriente de pensamiento que genere la transmisión crítica y objetiva del conocimiento a todos los integrantes de la sociedad, en especial a los jóvenes, con la finalidad de revolucionar pacíficamente todas las estructuras que dan sustento al estado mexicano y de esta forma, crear una nueva clase política que responda eficazmente a las justas demanda de la población. No hay otra alternativa más que iniciar con la formación de jóvenes líderes de vocación natural, que se identifiquen con las causas más sentidas de los mexicanos, que promuevan un desarrollo sostenible, que renuncien a ser usados como muñecos y muñecas de aparador y que trabajen diariamente en la edificación de una Nación más próspera, pacífica y armónica.

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