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martes, 23 abril, 2024
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Algo está podrido en Inglaterra

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Por: Mauro González Luna •

Hay cosas materiales descompuestas que huelen muy mal, pero también hay acciones humanas que apestan aún más. Tal es el caso de un insólito arresto en la localidad de Kings Norton, Birmingham, Inglaterra, que atentó contra la libertad de pensamiento, contra la intimidad sagrada de la conciencia, del fuero interno de la mente de una mujer inofensiva, y que más adelante reseñaré, no sin antes hablar un poco de historia, derecho y filosofía como telones de fondo.

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No conviene olvidar que en la antigua Roma se acuñó por juristas sabios un principio jurídico imperecedero: «cogitationes poenam nemo patitur», nadie puede ser penado por sus pensamientos. Este noble principio debe interpretarse en el sentido de pensamientos no expresados. Pues hay pensamientos expresados que pueden atentar contra el honor o contra la seguridad.

El insigne jurista inglés W. Blackstone señaló al respecto en su tiempo: «Una voluntad de cometer un acto ilegal es casi tan atroz como la comisión del mismo, sin embargo, como ningún tribunal temporal puede escudriñar el corazón o sondear las intenciones de la mente, a menos que sean demostradas por acciones externas, tal tribunal no puede castigar por lo que no puede saber». En abstracto habla este jurista del mero concebir en la mente, en el fuero interno de la conciencia, el perpetrar una acción ilegal, pero cuya concepción de la inteligencia no se externa ni se ejecuta.

Tomás de Aquino, el más brillante pensador católico de todos los tiempos junto con Agustín de Hipona, habla de las concepciones de la inteligencia no proferidas y de las externadas cuando encarnan en la voz o quedan grabadas en materia.

Dice el Aquinate: «El hombre piensa en virtud del alma alguna cosa que se llama concepción de la inteligencia, y tal concepción proviene del alma como de un padre y se le llama verbo de la inteligencia o del hombre». Por ende, el verbo -la palabra- no proferido queda en el fuero interno de la mente, y solamente es conocido por quien lo concibe, y para los demás permanece incomunicado, desconocido. Cuando ese verbo o concepción de la inteligencia se encarna en la voz o en el papel, entonces se comunica y es conocido por los otros.

Por otro lado, Inglaterra tuvo su Carta Magna. Ésta fue otorgada por el rey Juan I en 1215 para garantizar algunos derechos fundamentales, entre ellos, la protección frente a arrestos ilegales. No es correcto pasar por alto todas las normas actuales de Derecho Internacional e internas de las naciones que reconocen la libertad de conciencia, de pensamiento.

Ahora en pleno Siglo XXI, Inglaterra deshonra el antes mencionado principio romano, la sabiduría del jurista Blackstone y de las normas actuales protectoras de las libertades, en especial la de conciencia, pensamiento y religión. Vayamos al grano.

Esta es la síntesis del caso de tal arresto insólito. Me baso para ello en lo relatado por Rod Dreher y otros periodistas.

El 6 de diciembre pasado, oficiales de la policía de Kings Norton, Birmingham, Inglaterra, con motivo de una denuncia de un tercero espectador basada en la mera sospecha de que una mujer rezaba en silencio en su mente, se acercaron a Isabel Vaughan Spruce, directora de «UK March for life», quien se encontraba parada en completo silencio en las cercanías de una clínica abortiva. Isabel no portaba cartel alguno, ni rosario o algo parecido. Uno de los oficiales se paró frente a ella para preguntarle ¡si estaba rezando en su mente! ¡Quiso tal oficial escudriñar el corazón, la mente de Isabel!

En suma, la arrestaron, humillándola. Y como comenta uno de los abogados que la defienden, «el solo hecho de que pudiera haber estado orando en silencio, fue suficiente para que un oficial de policía la arrestara», conforme a ciertas aberrantes y neofascistas ordenanzas penales del lugar.

Isabel dijo sobre su arresto: «es terriblemente incorrecto que la policía me registre, arreste, interrogue y acuse simplemente por orar en la privacidad de mi propia mente…. Lo que hice fue lo más alejado de lo dañino: estaba ejerciendo mi libertad de pensamiento, mi libertad de religión, dentro de la privacidad de mi propia mente. Nadie debería ser criminalizado por pensar y rezar en un espacio público en el Reino Unido». Y muchos menos de pensar y rezar en el fuero interno de la mente de un ser humano.

Birmingham criminaliza a quienes «participan en cualquier acto de aprobación o desaprobación, o intento de acto de aprobación o desaprobación respecto al aborto, incluso a través de medios verbales o escritos, oración o asesoramiento». Y este tipo de normas y acciones de corte neonazi, controladoras de la conciencia, se están expandiendo en Inglaterra, otrora la tierra de la Carta Magna. ¡Qué vergüenza!  ¡Qué execrable e indignante abuso!

En el caso que nos ocupa, los pensamientos, las concepciones de la inteligencia de Isabel, los rezos de ella en silencio completo, no estaban siendo externados mediante la voz o algún escrito. Y aunque hubieran sido externados, esa norma debe ser condenada terminantemente por violar el recinto sagrado de la conciencia de las personas, la libertad de pensamiento, de religión, de profesar las convicciones fundamentales.

Los vaticinios de George Orwell, el visionario inglés, el acérrimo enemigo de las técnicas totalitarias de vigilancia y control nazi de las mentes, el que crea el concepto del «Gran Hermano» y escribe «Rebelión en la granja» y «1984» a mediados del siglo pasado, afloran hoy perturbadoramente en el siglo XXI, ¡y en su propia tierra! De no creerse. No en balde Inglaterra y Occidente no tienen escrúpulo alguno (pues es un magnífico negocio el vender armas) en apoyar a un régimen que exalta a nazis ucranianos que colaboraron con Hitler, entre ellos Stepan Bandera, héroe de los batallones neonazis incorporados hoy en el ejército de dicho régimen al servicio de la hipócrita y militarista OTAN, vil instrumento hegemónico de Estados Unidos para evitar el pluralismo mundial.

Hagamos votos porque se respeten de manera escrupulosa los derechos de libertad de conciencia, pensamiento y religión. De otra manera las profecías de Orwell se harán realidad en lo que todavía se llama mundo libre.

Dedico este artículo con simpatía y admiración a Isabel Vaughan Spruce, defensora de la vida de todos, nacidos y concebidos no nacidos, deseando que el mundo denuncie tal podredumbre inglesa, y pronto se haga justicia a Isabel por el juez en turno.

P.D. Y también algo huele mal en este país. Como es sabido, la FES Aragón de la UNAM dictaminó, el 11 de enero de 2023, que la famosa tesis de 1987 es copia de la elaborada por un ya muy conocido estudiante en 1986; es decir, se confirmó el plagio. Tal dictamen fue entregado a la Rectoría de la UNAM y ésta se lavó las manos aduciendo que su normatividad carece de mecanismos para anular el título…, aun cuando el plagio esté comprobado. Impunidad académica perturbadora, amparada en pretextos, en supuestas lagunas de ley -que siempre es obligatorio colmar-. Ello equivale a fomentar el plagio. El Espíritu de la UNAM no habló por la Nación, ni por desgracia, el de la Suprema Corte por la Patria que debería ser primero.

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