La Gualdra 651 / Poesía / Libros
Inicio recordando que en estos tiempos la poesía registra ejemplos de múltiple identidad entre la distopía y la heteronimia como decir es un tema interesante hasta inagotable. Esto se puede indagar por autores como José Emilio Pacheco y sus múltiples inventarios entre autores que se vuelven fuente de indagación para su crítica literaria; la heteronimia de Eugenio Montejo es una presencia y el Cuaderno de Blas Coll es su ejemplo más célebre. En esa órbita, ahora se publica un título como Fisura. Tres poetas de la distopía (Sombrario, 2024) de Armando Salgado que, por su dinámica, resulta que ha dado a conocer por primera vez esta poética distinta de toda su obra con tres voces presentes por efecto del verso.
Como percibir su lección en perspectiva con la de Pacheco y Montejo, e ir al fundador de la heteronimia Fernando Pessoa y completar la travesía; la construye con tres voces: Mina Natalie (autora traducida al español por Rubén Morín), Isabella Martín y Javier Ánimas, originarios de ciudades como Los Ángeles, USA; Mérida, Yucatán; y de Valparaíso, Zacatecas (y algo deberán seguramente a Javier Tejeda, Lino Cervantes y Álvaro de Campos). Inicia esta sinfonía de Salgado con un no prólogo y, al final, cierra un epílogo. Albert Camus se vuelve una suerte de carta o contundencia por el epígrafe: “Por el momento, quería obrar como todos los que alrededor de él parecían creer que la peste puede llegar y marcharse sin que el corazón de los hombres cambie”. Y Salgado remata de forma inconfundible: “Esta selección de poetas es ficticia”. Aclara que surgen a partir de la multitud de hablas en torno a los hechos de la pandemia provocadas por la Covid 19, la cual nos confinó a replantear imaginarios y prácticas sociales.
Es Fisura una obra incubada como ejercicio de respiración lírica. El prólogo o no es el incendio en esa cadena y se vuelve volátil. Es parte del diario. Nombra la crisis sanitaria. A la par, enumera el cuerpo humano, el fuego, y señala que se extrae por medio de gasolina; sucede al unísono la voz que dice: “La escasez del agua, quema”. El encuentro disruptivo está presente en el epílogo y se vuelve pupila y la mirada ¿de dónde sale? Capta la voz y es un transeúnte o un pasajero que suscribe épocas por su condición de testigo. Como si fuera de paseo no a las playas sino al océano lo que encuentra es basura, busca mantener el equilibro; se permite indagar esa distopía con la mirada y el olfato.
La palabra distopía procede del griego y fue creado por Stuart Mill a finales del siglo XIX como antónimo directo de utopía y en términos lingüísticos fue acuñada por Tomás Moro, al figurar en su obra más conocida, publicada en el año lejano de 1516, donde describe un modelo de una sociedad ideal con niveles mínimos de crimen, violencia y pobreza; se ilustra con ejemplos desde la literatura y salen a relucir obras como 1984, de George Orwell; Un mundo feliz, de Aldous Huxley; Fahrenheit 451, de Ray Bradbury; o la sucesiva aclaración: “Las sociedades distópicas aparecen en muchos subgéneros de ficción y a menudo se utilizan para llamar la atención sobre la sociedad, el medio ambiente, la política y la economía, religión, psicología, ética, ciencia o tecnología”. Algunos escritores la usan para referirse a sociedades existentes, muchas de las cuales son o han sido estados totalitarios o sociedades en un estado avanzado de colapso; la heteronimia es precisamente una creación literaria del poeta portugués Fernando Pessoa y esta tradición fue fortalecida en lengua española por Antonio Machado, después por Pacheco y Montejo. La distopía de Salgado es resultado de la experiencia o crisis del Covid 19 que lo llevó a beber de aquellas fuentes de la escritura, la refleja como hermana gemela de la heteronimia y sin marcar fronteras sino leyendo con atención su propuesta.
Es cuando la escritura adquiere fuerza por la voz de Natalie, Ánimas y Martín. Nombra a su alrededor la invención de la imagen plástica, dúctil, incisiva y polivalente con una misma identidad. La despliega como ejemplo de su heteronimia y emparenta con la de Pessoa, Montejo y Pacheco. Fisura replantea el encuentro de voces, para entender existe como ejemplo de otra frontera o evolucionar de su poética. Con esta distopía, Salgado muestra versos cincelados en la piedra de mármol que brillan como si fueran la imagen pulida, sin caer en el precipicio los difumina en el aire. Hay que descifrar el placer verbal y conocer a cabalidad el testimonio de estas tres voces disímbolas de su distopía.