La Gualdra 651 / Literatura / Libros
A pesar de que ya pasaron 3 mil 500 años de la invención de la escritura, el ser humano aún no tiene una definición exacta de lo que significa en concreto sufrimiento, ni sus implicaciones.
Diccionarios como el del Español de México (DEM) y la Real Academia Española coinciden en que es un acto de “aguantar”, o se relaciona con una sensación física, es decir, todo lo que el cuerpo sienta como malestar. Sin embargo, ninguna de las dos explicaciones coincide con lo que la escritora Han Kang plasmó en su novela La vegetariana al momento de retratar el sufrimiento de Kim Yeonghye, la protagonista, cuando ella, en un estado casi vegetativo, expresó: “Me puse cabeza abajo y entonces me empezaron a nacer hojas en el cuerpo”. (1)
Nacida en Gwangju, Corea del Sur en 1970, Han Kang se convirtió en la primera mujer de su país en recibir el Premio Nobel de Literatura en 2024, gracias a que la Academia Sueca describió su prosa como «Intensa prosa poética que afronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana».
Entre sus obras más destacadas, se encuentra Actos Humanos (2018), La clase de griego (2011) y La vegetariana (2016) con la cual obtuvo el Premio Man Booker International y fue una de sus primeras obras traducidas al inglés, valiéndole el reconocimiento de la crítica internacional.

La escritora relata la historia de Yeonghye, una mujer quien tras tener una serie de pesadillas, decide convertirse en vegetariana. Lo que empezó como un camino naturalmente disruptivo, y que se pudo haber quedado como tal, creció a tal altura que hizo de la protagonista una víctima de las personas más cercanas a ella. Los lectores nunca conocen la voz de su personaje principal y sólo se nutren de lo que sufre Yeonghye a través de tres testigos: su esposo, su cuñado y su hermana.
La primera parte, titulada como el nombre de la novela, hace un escaneo de cómo la protagonista es percibida por su marido; él la ve como un ente sin nada especial, de hecho menciona, que decidió casarse y asentar su vida con ella por esa misma razón.
No obstante, a raíz de que su compañera decide no comer carne, él se convierte en su principal agresor, reflejando parte de la idiosincrasia social surcorena, la cual, según la autora, refleja lo habitual de la cosificación hacia las mujeres y la presión que tienen de ser perfectas en todos los aspectos. Con esa premisa, las pesadillas de Yeonghye se convierten en un escape infortunado a ese sufrimiento, ya que la única manera de cortarlo desde la raíz es a través de ella misma y todo a través de lo que ingiere.
Conforme avanza la novela, los motivos por los que dejó la carne se vuelven irrelevantes; la autora puntualiza por medio de acciones el trato que la protagonista recibe de las personas, así como la distorsión de su propio ser que traza una tragedia a través del sufrimiento físico y emocional que le es infringido a manera de castigo.
En la segunda parte, titulada “La mancha mongólica”, conocemos la voz de su cuñado, quien ve a Yeonghye como un objeto hermoso y artístico, ahogando a la mujer en un hoyo del cual ni siquiera se percató que había entrado. Por esas secuelas que terminan dañándola a ella y a su familia más de lo que ya estaba, se convence de que su cuerpo necesita una metamorfosis drástica, pero a través de ese proceso, se convierte en una presa aún más vulnerable.
En “Los árboles en llamas”, tercera y última sección, la hermana de la protagonista, Kim Inhye, comparte el sufrimiento de su familiar, ya que ella se dio cuenta que ambas fueron víctimas de las circunstancias sociales; la escritora lo resume con el siguiente pasaje: “De pronto, tuvo la sensación de que nunca había vivido y se sintió sorprendida”. Este personaje describe a Yeonghye como una entidad más cercana al reino vegetal, la cual, pese a que cada vez se acerca más a ese estado, logra liberarse de todo lo que la sociedad le “enraizó” a través de culpa.

Han Kang concluye con un personaje que rechaza su misma realidad y resulta chocante para los que la rodeaban, quienes terminan cortándola de todo vínculo por el simple hecho de que no logró retomar el orden con el cual se desenvolvió dentro de la sociedad surcoreana.
Son esos personajes que la redujeron en un concepto inferior al de un vegetal, orillando a su protagonista a determinar que la única manera para poder salir de su sufrimiento es ni siquiera ser humana, sino transmutar en un ente menos complejo, como un árbol, pero libre de cualquier señalamiento o expectativa.
Han Kang ejemplifica a través de Yeonghye parte del sufrimiento universal del ser humano que persiste a lo largo de la historia, uno que se relaciona con el mundo en el cual se vive y que no cambiará pese a ser miserable. El sentir del personaje principal, a pesar de ser parte del inconsciente colectivo, no se puede desglosar sólo en un diccionario, sino que se hace a través de las acciones.
(1) Kang, Han. La vegetariana. (2024). Penguin Random House. Barcelona. p. 114.
(2) Ibidem, p. 146.