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jueves, 28 marzo, 2024
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Tu sueño imperios han sido

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA •

Primer punto: el título de esta nueva entrega de Álvaro Enrigue se lo debemos a un verso de nada más, y nada menos, que Calderón de la Barca y “La vida es sueño”. Vamos ahora a “Tu sueño imperios han sido” (Anagrama, 2022): es una travesura imaginativa y literaria a través del tiempo. Si Álvaro se subió a una máquina y retrocedió un tanto de años no lo llegaremos a saber con precisión, pero en cuanto uno lee su novela casi puede asegurar que sí caminó por la arquitectura que nos describe, pues, para comenzar, tal es la descripción detallada que hace de ella. 

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No solo la invoca, sino que nos convoca, como si al leer ejerciéramos, también, la función de visitantes. Álvaro parece recurrir a los métodos cinematográficos y durante muchos pasajes de “Tu sueño imperios han sido”, como lectores, vamos detrás de los personajes. Y eso no se consigue únicamente con el tipo de narrador que utiliza, sino con el ángulo desde donde narra. 

Es así como vemos la arquitectura tan detalladamente que parece que estamos frente a la televisión viendo una película de la época. Los colores nos resultan vivos. Las calles y plazuelas son transparentes ante nuestra imaginación. Y, lo que es mejor, aquellos honorables que la historia oficial nos ha presentado tan pulcros y excelsos, en su limpieza y casi aromas, Álvaro los describe como seguramente fueron y como nos hemos negado a aceptar: olorosos a sudor y a sangre, mugrosos, entre otros olores desagradables; y ni qué decir de los españoles. Me parece que este es un primer acierto de la novela de Álvaro Enrigue. No es fácil conseguirlo en literatura. Y menos cuando se escribe de una época cuyas referencias son únicamente los pocos documentos que se conservan de la época. 

De hecho, Álvaro Enrigue señala, en una entrevista para la revista “Letras Libres”, cuando le preguntan acerca de “cómo se construye Moctezuma, o este Moctezuma al menos, ¿en pleno siglo XXI? Mayormente con cariño… Tenemos un solo testimonio directo de lo que sucedió entre abril de 1519 y noviembre de 1521: la carta que escribió Cortés después de que lo echaron de Tenochtitlan. Y es un documento definitivamente poco confiable, que puede ser leído en clave de comedia. En la primavera de 1519 desembarca en Veracruz y avisa en la corte de que fundó un municipio y que, como autoridad municipal, ha decidido cambiar la expedición de exploración a ocupación” (“Letras Libres, Entrevista con Álvaro Enrigue: ‘La historia no existe. Existen algunos archivos que interpretamos siempre a conveniencia’, Andrea Toribio, marzo, 2023”). 

Y luego tan sólo queda la imaginación. Nada más. Partir de este punto para desacralizar lo que la historia se ha encargado de contextualizar como puro y cristalino hasta hacer de presencias como la de Moctezuma o Cortés (claro que con sus salvedades) casi seres angelicales en cualquier biografía escolar (¿aún se venden en papelerías?). 

Porque “Tu sueño imperios han sido” se esconde tras de un atrevimiento juguetón que busca “semantizar” de un modo diferente la historia (por eso es importante la declaración que hace Enrigue respecto a la definición de “historia”) tantas veces repetida. Si bien parte de un punto: la llegada de Hernán Cortés, junto con nueve capitanes, dos traductores, y 27 caballos, a Mehxicoh-Tenoxtitlan, parto también de las distintas y juguetonas posibilidades que siempre se presentan al contar una buena historia: aquello que pudo haber ocurrido el 8 de noviembre de 1519, cuando Hernán Cortés llegó a Tenoxtitlan, donde, según una precisión de uno de los acompañantes de Cortés (una precisión que parece cobrar eco a lo largo de la novela) “lo difícil no es entrar en la capital, sino salir de ella”; tal observación dimensiona el sitio a donde han llegado y las posibilidades de las que se admira Jazmín Caldera de lo que a él ya se le figura como una cárcel.   

Fiel a sus procesos narrativos e investigaciones, los cuales lo han hecho acreedor, en 1996, al Premio de Primera Novela Joaquín Mortiz con “La muerte de un instalador” (Joaquín Mortiz, 1996) y, en 2013, el Premio Herralde de Novela y el Premio Ciudad de Barcelona con “Muerte súbita” (Anagrama, 2019) en “Tu sueño imperios han sido” prevalece también ese humor que hace que las obras literarias de Enrique se alejen de ese pantanoso fervor a presunción que en muchos autores mexicanos del siglo XXI sí abunda. 

Lo simbólico tras de “Tu sueño imperios han sido” es que acudimos al encuentro de dos mundos. Por una parte, Enrigue nos presenta de una manera magistral a un en ocasiones cruel Moctezuma II “El Joven”, quien, en un pasaje de la novela, no duda en mandar a ejecutar inmediatamente a su prima cuando no le ha advertido de quién es en realidad, y el conquistador. 

Debemos imaginar dicho encuentro dentro del marco cronológico: no solo son dos lenguas opuestas las que ahí se presentan (y cuentan con los traductores Aguilar, el fraile, y Malinalli) sino dos realidades totalmente lejanas las que se enfrentan cara a cara con algunas devastadoras similitudes: la pasión por la violencia y por el hambre de la venganza. 

Hay otros autores mexicanos recientes que le han apostado, junto con Enrigue, a ficcionar desde épocas pasadas. Supongo que es un fenómeno literario que se está dando en las letras mexicanas del siglo XXI. Para Álvaro Enrigue, sin embargo, no es novedad porque ya ha trabajado antes con métodos semejantes. No obstante, en esta propuesta destaca por su brevedad y por su precisión, así como por dejar la sorpresa y la emoción para un muy buen final. 

Sin duda es una novela que realmente vale la pena. Una reconstrucción histórica más allá de lo que las series televisivas comerciales pudiesen ofrecer, en caso de que quisieran acercarse al tema. Lo que escribe Álvaro, ya lo señalamos al inicio, tiene mucho de cinematográfico, pero él no nos presenta un filme, nos presenta una novela hecha y derecha.  

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