La derrota, esa pesada losa para las aspiraciones de cualquier líder, no se tiene porque asumir. Si la autocrítica se puede omitir, y reemplazarse por elogios ¿por qué no hacerlo? Nunca es clara la victoria de un movimiento, y mucho menos de uno que de origen estaba mal planteado. Existen varias posibles explicaciones de por qué se logró la huelga en la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) por parte del Sindicato del Personal Académico (SPAUAZ) pero hay criterios para descartar varias de entre estas. Mencionamos sólo dos. Aquellas hipótesis que utilicen como unidad de análisis a los “individuos”, al “universitario ilustrado” que toma decisiones en la soledad de su hogar con los datos que tiene a la mano, son falsas, pues su unidad de análisis está equivocada. No porque los individuos no “piensen” o estén “manipulados” sino porque estos se ubican en un espacio social donde las agrupaciones existen, tienen influencia y determinan voluntades. De la misma manera las tesis maniqueas, que suponen que la rectoría y el sindicato son dos agrupaciones donde, por un lado, está la “abominable patronal” presta a violar el contrato, y del otro el “justiciero sindicato” dispuesto a defender a sus agremiados, están desencaminadas. Esta visión es tan falsa como la anterior, pues olvida que tanto rectoría como sindicato son posiciones ocupadas por “grupos”, no son “bloques macizos” al margen de quienes las administran. Tan no lo son que la huelga fue resultado de una reconfiguración de alianzas. No del “enojo de los docentes”. ¿Dónde queda la agencia individual? En la capacidad de asociarse y participar en la política universitaria como grupo de presión. ¿Dónde se ubica el error fundamental de conducción? En hacer exigencias que de suyo eran inconseguibles. Se hizo por parte de rectoría una oferta tan buena durante el periodo de conciliación, y se avanzó tanto en las negociaciones, que poco más podía ser obtenido. Se obtuvo ese poco más, que en su gran mayoría es “burocracia” irrelevante producto de peticiones formales amparadas en “fantasías, frustraciones y errores” de líderes de facciones que controlan la secretaria general del sindicato. Tal “burocracia” es papelería firmada, con sellos, que proporciona supuesta “certeza”. Y que se muestra como mera incoherencia cuando se recuerda que en el emplazamiento de 2023-2024, como no hubo huelga, el “berrinche” fue tal que se dijo: “no hace falta convenio firmado y sellado, basta con el contrato”. En fin, ante el fracaso se debe pregonar cualquier invisible, intangible e irrelevante papel con sellos. Otra cosa quedó clara durante el desarrollo de las negociaciones. La petición de restaurar la jubilación dinámica, bajo la pantalla de “sólo cuatro prestaciones” (las de la 41-XI) para 388 docentes con un costo de 388 millones (o más, pues los cálculos los hicieron “sin mucha matemática”) era un plan para confrontar a la rectoría con gobierno del Estado. ¿Cómo y por qué? No es un dicho al aire, tiene fundamentos. El primer paso es lograr que la UAZ acepte esas prestaciones, lo que produce, en segunda instancia, un problema financiero. Los asesores de la secretaria general ya tenían lista la “solución”, el tercer paso: cobrarle a gobierno del Estado estos y aquellos supuestos adeudos que dicen haber encontrado en los convenios de apoyo financiero. Si la rectoría “no tiene las agallas” para ir y reclamar, el sindicato hará el acompañamiento. Es decir, la propuesta es lanzar una ofensiva contra el Estado de Zacatecas. ¿El SPAUAZ? ¿con qué? es un sindicato que no puede movilizar ni a 300 docentes, mantiene una huelga de banderas (con fotos de gentes que recorren las unidades académicas, “para apoyar”, porque están solas) y se mantiene dividido por un conflicto interno. Así que el peso de la movilización recaería sobre el rector. ¿Y para qué? las marchas multitudinarias del magisterio zacatecano no lograron más de 5 millones, ¿puede el SPAUAZ obtener 1000 millones? Fantasías, por supuesto, pero con un fin: desestabilizar la rectoría de cara al proceso de sucesión rectoral, y de paso intentar alguna “interlocución” con el gobierno estatal para “gestionar apoyos”. No hay el mínimo interés por las condiciones laborales de los docentes, sino más bien por generar un escenario donde la candidata, la Dra. González, logre repuntar. Y de paso hacerse de unos dineros a costa de dejar sin clase a más de 40 mil estudiantes y reducir las ventas de transportistas y comerciantes. Un desastre económico para mucha gente, una ganancia ficticia para los agremiados, así como una debacle educativa. Si es un hecho que la huelga resultó inútil como medio de mejorar las condiciones laborales, y como medio de propaganda apenas logró posicionar a la dra. González entre los estudiantes, ¿se le puede considerar un fracaso? Objetivamente sí, pero en un ambiente dominado por los grupos en pugna por ocupar la rectoría, cualquier afrenta a su prestigio, capacidad de raciocinio de sus líderes mesiánicos o bondad y congruencia de sus acciones es parte de una fiera batalla. Y eso es lo que sigue: movilizar su aparato de propaganda para decir que hubo “resultados históricos”, “ganancias inéditas”, “resultados inauditos”, que “siempre se tuvo la razón”, se “hincó a la rectoría y se dejó en ridículo a sus (imaginarios) operadores”.
El SPAUAZ en su laberinto. El gran plan.
