Ante una oleada de rumores a cual más inquietante hubo el secretario de seguridad pública, don Jesús Pinto Núñez, de salir al paso con puntual pertinencia: Es falso que hayan incursionado en Zacatecas el Cartel del Noreste o el Cartel de la Rana – aseveró enfático el secretario-, aclarando en seguida no se trata sino de escisiones de nuestros viejos y entrañables golfos y zetas. Ocioso referir precisiones como ésta restauran la confianza en las instituciones, e igualmente nuestra fe en el futuro.
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Si bien con algún retraso, y por ocuparse en menesteres acaso más relevantes, no en alguno de los recintos redimidos por el celebrado, se procedió en tiempo y forma a conmemorar el centenario de don Federico, contando para ello con la presencia del C. Gobernador Constitucional del Estado, quien en sentida peroración expresó cuanto le pareció procedente, y asimismo quienes lo sucedieron en el uso de la palabra.
Culminó la celebración con una degustación de bocadillos, y vino de procedencia nacional.
N.B. No sólo a nadie extrañó la ausencia del alcalde de la ciudad a que dedicó el homenajeado lo mejor de su vida, sino se resolvió aquella en un suspiro de alivio; ya que de haberse el edil enterado habría acaso concurrido en compañía de Foforito, su encargado de asuntos culturales, y los albures de los payasitos comandados por el último no habrían encontrado, tal vez, el entorno más adecuado.
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Como históricamente ha sucedido, con marcadores de veinte a uno ganan las heroicas fuerzas armadas dentro de nuestras fronteras todas las batallas, mas apenas si las trascienden todo es llanto y crujir de dientes, asi sea en el terreno jurídico, como indica la resolución del Comité contra la Tortura de la ONU, que un oneroso cabildeo no obstante demanda la liberación inmediata de quienes fueron torturados por elementos del Ejército, asi como la reparación del daño a las víctimas, a lo cual se avino inmediatamente el gobierno federal; todo ello a unos días de que el aguerrido general Cienfuegos, secretario de la defensa, amagara renunciar si a instancias de alguno de los organismos internacionales algún soldado “suyo” era tocado con el pétalo de un citatorio.
¿Cumplirá nuestro héroe epónimo su palabra, o se hará como que la virgen le habla?
Se vale apostar. ■
