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jueves, 25 abril, 2024
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Autismo (segunda parte)

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Por: JOSE DE JESUS REYES RUIZ •

En nuestras previas reflexiones – hace un par de semanas – que interrumpimos por salir de vacaciones, hablábamos del AUTISMO y de cómo este tema ha sido tomado como bandera por múltiples organizaciones, lo cual está bien, pero desde nuestro punto de vista, afirmábamos que en mucho solamente confunde a la ciudadanía, pero sobre todo a los padres de un niño que aparentemente tiene este diagnóstico, el de padecer de UN PROBLEMA DEL ESPECTRO AUTISTA.

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Y comentamos – porque lo consideramos importante – que la frecuencia de los niños que nacen y se desarrollan con un problema AUTISTA de ninguna manera conforman el problema más frecuente de lo que debe diagnosticarse como UN SÍNDROME DE DISFUNCIÓN CEREBRAL DE ORIGEN INGÉNITO, es decir, de un problema en el proceso de desarrollo y maduración cerebral ocasionado por problemas que afectan principalmente el momento del nacimiento.

Habíamos dicho que el 90% de estos problemas pueden enmarcarse en una especie de ESTRELLA DE CUATRO PICOS, donde tendríamos – arbitrariamente claro – en el pico superior a los TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA; en el pico inferior tendríamos las repercusiones sobre el SISTEMA NERVIOSO CENTRAL de los niños con SÍNDROME DE DOWN, de un lado tendríamos las alteraciones que afectan AL SISTEMA AFERENTE – sistema de entrada a esa computadora que es el  cerebro – conocidos indebidamente como DEFICIENCIA MENTAL, y finalmente en el otro extremo tendríamos aquellas alteraciones que afectan al SISTEMA EFERENTE – o sistema de salida – conocidos también en forma inadecuada como PARÁLISIS CEREBRAL INFANTIL.

Estos cuatro trastornos tienen que ser perfectamente conocidos y RECONOCIDOS por aquellos profesionales de la salud que se dedican a prestar su atención a este tipo de padecimientos – psicólogos clínicos incluidos – pediatras, rehabilitadores, maestros en educación especial, etc.

Porque resulta claro y evidente que existen dos puntas de la estrella arriba referida que serán fácilmente reconocibles, estamos hablando de los niños que nacen con PARÁLISIS CEREBRAL INFANTIL, y aquellos que nacen con TRISOMIA 21 o SÍNDROME DE DOWN, para entender bien lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer. En el niño con PCI desafortunadamente no se han dado nuevas alternativas médicas para su manejo, fuera de relajantes musculares que dejan mucho qué desear en su combate a las severas contracturas musculares, o el uso de cirugías para liberar los músculos contracturados, o incluso TOXINA BOTULÍNICA – BOTOX – que en algunos casos puede aliviar algo del problema, pero seguimos sin contar con alternativas de manejo médico o quirúrgico útiles desde que ALGUIEN EN MILÁN desarrollo una técnica para liberar selectivamente algunas de las raíces motoras en la cauda equina – que lleva la información de niveles superiores en la parte inferior de la médula hacia los miembros inferiores y que fue retomada por el SUDAFRICANO WARWICK PEACOCK, quien la perfeccionó y la publicó (RIZOTOMIA SELECTIVA DE LA CAUDA EQUINA PARA EL MANEJO DEL PCI) un buen amigo con el que tuve la fortuna de formarme como NEUROCIRUJANO PEDIATRA en el HOSPITAL FOR SICK CHILDRENS DE TORONTO y que le valió la invitación para abrir el CENTRO DE NEUROCIRUGÍA PEDIÁTRICA EN UCLA y terminar su vida profesional en el HOSPITAL DE PEDITRÍA DE LA UNIVERSIDAD DE SAN FRANCISCO.

De cualquier forma, este procedimiento no mejoraba mayormente el problema y hasta la fecha seguimos sin alternativas para un niño que la mayoría de las veces tiene un COEFICIENTE INTELECTUAL normal y que se ve atrapado dentro de un cuerpo contracturado que le limita su relación con el mundo.

Del otro lado tenemos al niño con DEFICIENCIA MENTAL (que es quien se confunde fácilmente con un niño autista) el que sí tiene un serio problema para entender al mundo, para aprender, para desarrollar un lenguaje adecuado, y que por un REAL DÉFICIT NEURONAL, tiene limitantes de las que “por fortuna” no se da cuenta como el paciente con PCI. Estos niños tienen un proceso de maduración retrasado, limitado y difícilmente serán personas normales, en su vida preescolar y escolar desarrollan TRASTORNOS DE LA CONDUCTA CON HIPERQUINESIA porque la actividad cortical es lenta y de gran voltaje y ello les provoca DÉFICIT DE LA ATENCIÓN y deben ser manejados ya sea con estimulación temprana o con técnicas de educación especial durante su infancia y CON EL METILFENIDATO, Y tienen varios grados de afectación que se manifiestan en su desarrollo.

¡PERO NADA QUE VER CON EL NIÑO CON UN PROBLEMA AUTISTA! Para aquellos que predican un día sí y otro también, EL AUTISMO constituye, como LA TRISOMIA 21, un problema estadísticamente menor, ESTOS DOS PROBLEMAS TIENEN QUE VER NO CON LA CANTIDAD DE NEURONAS que recordemos se pierden en un 15% en el momento del nacimiento y después a razón del 1% residual durante el curso de la vida, y que el alcohol o las drogas incrementan la despoblación neuronal hasta en un 5% anual.

El autismo y la trisomía 21 tienen que ver CON LA CONECTIVIDAD entre las neuronas, y en el autismo – que es el tema que nos ocupa – la cantidad de neuronas es normal pero la conectividad NO eso significa que el niño tiene la posibilidad Y LA CAPACIDAD de utilizar un “elevado número de neuronas” con pocas conexiones que le permiten ser potencialmente experto en algunas tareas – como son las que tienen que ver con la ecuación binaria (0 1), es decir, con elementos como las MATEMÁTICAS o LA MÚSICA.

No olvido haber visto un mapa con un número importante del número 9 e intercalados unos cuantos 6, para una persona normal era prácticamente imposible detectar los 6 pero el niño autista los detecta fácilmente porque los distingue como si tuvieran un color especial.

El último gran congreso sobre AUTISMO se llevó a cabo en la ciudad de AUSTIN, TEXAS antes de la pandemia y ahí se anunció un proyecto conocido como CONECTOME en donde a través de estudios de imagen como la RNM de última generación se podía visualizar las conexiones al nacimiento, en la infancia y en etapas posteriores de la vida, y de esta manera se podía realizar OBJETIVAMENTE EL DIAGNÓSTICO de una reducción del número de conexiones.

Esto se planea realizarlo en niños con sospecha de un TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA para confirmar o descartar el diagnóstico, y poder entender mejor el problema.

PERO RECUERDEN el niño autista se caracteriza POR: DIFICILMENTE SOCIALIZAR, DIFICILMENTE MANTENER LA MIRADA EN OTRA PERSONA, por su aislamiento y sociopatía, por su falta de empatía, y ocasionalmente por actitudes autodestructivas Y CLARO SOBRE TODO POR SU PROBLEMA PARA COMUNICARSE A TRAVÉS DEL LENGUAJE,  por todo ello se puede confundir con el niño con DM, quien puede ser muy hiperactivo pero difícilmente se golpea así mismo, son trastornos diferentes y claro está, el manejo es diferente, EN EL AUTISTA SE DEBE CONCENTRAR LA ATENCIÓN EN UTILIZAR LAS ÁREAS DONDE EL NIÑO ES MEJOR QUE LOS DEMÁS y sacar provecho de ello, cosa que no se puede lograr en el niño con DEFICIENCIA MENTAL.

SON DOS COSAS DIFERENTES y lo primero que tenemos que hacer es ENTENDERLO Y NO SOLO PROMOVER cosas sobre las que sabemos demasiado poco.

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