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jueves, 28 marzo, 2024
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Instituto de Ciencias de Zacatecas: José Árbol y Bonilla. Breves de la historia 4

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Por: Juan Manuel Rivera Juárez •

El 27 de noviembre de 1885, durante la periódica lluvia de estrellas de las “Bielids”, Eulogio Mijares vio caer una uranolita, eran aproximadamente a las 21:00 horas en el rancho Concepción, a 13 kilómetros al este del pueblo de Mazapil, lugar en el que vivía. El 2 de diciembre del mismo año, José A. y Bonilla recibió de parte de Eulogio la uranolita, al analizarla consideró prudente enviarla a William Earl Hidden con el fin de que apreciara mejor la importancia científica que poseía. Acompañó su envío con un documento en el que le manifestaba que las evidencias sugerían que pertenecía a un fragmento del cometa Biela-Gambart, perdido desde 1852.

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El hierro metálico detectado en Mazapil se añadía a una corta lista de hallazgos, fue registrado como el noveno observado al caer, en opinión de William su estudio demostraría una importancia científica excepcional. Fue tal su interés en el meteorito dada su historia, que decidió postergar la publicación hasta no sustentar exhaustivamente las evidencias de su descenso. La uranolita mostraba una frescura general en su superficie, la que revelaba perfectamente el flujo de corteza derretida; la presencia de nódulos inusualmente grandes de grafito muy comprimido; la muy sutil oxidación superficial y la disimilitud a otros meteoritos de la región, características interesantes que permitirían confirmar su reciente caída.

Cuando William Earl Hidden recibió el hierro metálico pesaba alrededor de 3 mil 950 gramos, en el año de 1887 su peso era de 3 mil 864 gramos (era evidente la disminución). Su longitud más pronunciada era de 175 milímetros al medirlo diagonalmente. En su parte más gruesa media alrededor de 60 milímetros. Se podía describir como una masa plana e irregular, cubierta con profundas depresiones con una superficie suave.

La descripción del descenso en palabras de Eulogio Mijares fue que: “Eran alrededor de las nueve de la noche cuando fui al corral a alimentar a ciertos caballos, cuando de repente escuché un fuerte silbido, exactamente igual al sonido que se produce cuando un objeto al rojo-vivo se sumerge en agua; acto seguido escuché un fuerte golpe. De inmediato el corral fue cubierto por una luz fosforescente y suspendida en el aire estaban varias chispas luminosas como si se tratase de un cohete. No me había recuperado de la conmoción cuando vi este aire luminoso desaparecer y ahí en el suelo solamente quedó una luz similar a la que se observa cuándo se enciende un cerrillo”.

Agrega en su descripción “Varias personas de las casas vecinas vinieron corriendo hacia mí y me ayudaron a calmar a los caballos los cuales se encontraban bastante perturbados. Todos nos preguntábamos qué podría estar sucediendo, pero todos estábamos atemorizados de entrar al corral por miedo a quemarnos. Después de unos momentos cuando nos recuperamos del susto, vimos que la luz fosforescente desaparecía poco a poco. Cuando trajimos con nosotros luces para investigar la causa, encontramos un agujero en el suelo y dentro de él, una bola de fuego”.

La noche del 27 de noviembre de 1885 fue registrada por Eulogio como el descubrimiento de un hallazgo que conmocionó a los locales durante una lluvia de estrellas, “Nos retiramos a una distancia segura por miedo a una posible explosión. Miramos el cielo de vez en cuando, observamos exhalaciones de las estrellas que pronto se apagaban, pero sin emitir ruido. Regresamos después de poco al agujero y encontramos en él una piedra caliente que apenas podíamos sostener, la cual, al siguiente día, observamos que se asemejaba a una pieza de hierro; toda la noche llovieron estrellas, pero no vimos que ninguna cayera al suelo ya que parecía que se extinguían aun estando muy elevadas”.

Además de Eulogio observaron la fosforescencia algunos de los vecinos de la zona como Luz Sifuentes, Pascual Saeuz, Miguel Martínez, Justo López y otros cuyos nombres no pudo obtener en su visita al lugar José A. y Bonilla. Su prioridad fue examinar el suelo dentro y alrededor del agujero; tras una búsqueda minuciosa y después de lavar, encontró pequeños trozos de hierro que en su opinión debieron desprenderse de la uranolita cuando penetró en la Tierra. El agujero tenía 30 centímetros de profundidad. En su informe señalaba que probablemente la luz observada fue ocasionada por la volatilización de la superficie del cuerpo celeste debido a la alta temperatura obtenida por la fricción con la atmósfera en combinación con su rápido descenso a la Tierra como un polvo incandescente.

El hecho de que no existiera registro de ninguna explosión (como lo informó A. y Bonilla) resultaba semejante a la narrativa del descenso de la uranolita de 56 libras de peso registrada cerca de Wold Cottage, Yorkshire, Inglaterra el 13 de diciembre de 1795. “…esta roca cayó a una distancia de alrededor de 10 yardas de donde estaba el trabajador. Ningún trueno, rayo o meteoro luminoso acompañó el descenso; no obstante, en dos pueblos adyacentes, el sonido de un objeto pasando rápidamente por el aire en dirección a Wold Cottage fue muy pronunciado…”.

La superficie del hierro de Mazapil resultó de gran interés. Las depresiones profundamente huecas cubrían completamente la masa. Una delgada corteza negra cubría la superficie mostrando perfectamente las estrías de flujo, en forma semejante a los otros meteoritos cuyo descenso se había observado. En once sitios de su superficie se apreciaban protuberancias de grafito, uno de esos nódulos tenía casi una pulgada de diámetro. El grafito era muy duro y aparentemente amorfo; troilita y schreibersita fueron observados en una sección del meteorito, que fue cortada para ser analizada y para el desarrollo de Widmanstatten.

La estructura cristalina se apreciaba en su totalidad y en su tamaño natural (proceso de Ives). Las líneas eran relativamente similares al hierro de Rowton en su grosor y distribución y muy distintas a los hierros mexicanos conocidos de Toluca. La superficie lisa del hierro de Mazapil tenía un parecido muy destacable al hierro de Hraschina Agram, el cual cayó el 26 de mayo de 1751. Su peso era similar a los hierros de Rowton (7 ¾ libras), Charlotte (9 ½ libras), Victoria Wets (6 libras, 6 onzas) y Nedagolla (9 5/4 libras), todos ellos, vistos al caer.

Debido a la abundancia de testimonios sobre el descenso, además de las evidencias corroboradas con los estudios realizados al hierro de Mazapil, no se podía negar la inclusión del meteoro como el noveno registrado en caer a la Tierra y posiblemente en otro periodo de las “Bielids” de noviembre, el descenso se había confirmado con todos sus interesantes y pormenorizados detalles. El interés en el meteorito de superficie bellamente fresca y marcada fue amplificado por la coincidencia de la fecha de su caída con la lluvia de meteoritos Biela. Una de las contribuciones al estudio de la ciencia desde Zacatecas promovido por José Árbol y Bonilla.

Sé parte de la Unidad Académica de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia (LUMAT). Informes: http://lumat.uaz.edu.mx/; https://www.facebook.com/LUMAT.UAZ; https://twitter.com/LumatUaz.

*Docente Investigador de la Unidad Académica
de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia. LUMAT.
[email protected]

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