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miércoles, 24 abril, 2024
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En la 4T: apoyo como nunca antes para adultos mayores… sin política pública integral

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Por: GERARDO ROMO •

En nuestro país, actualmente, no existe una política integral de atención a Personas Adultas Mayores (PAM), a pesar del apoyo sin precedentes en la historia de México que la llamada Cuarta Transformación ha destinado a este sector, a través de la Pensión para el Bienestar, a la que tan sólo, en este año, el Congreso de la Unión aprobó un presupuesto de 339 mil millones de pesos.

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El año pasado para este programa, el emblemático del Presidente López Obrador, el gobierno le destinó un presupuesto de 238 mil millones de pesos.

En contraste, en 2008, el segundo año del gobierno del ex presidente Felipe Calderón (hoy radicado en España bajo la protección del ex presidente José María Aznar), el monto destinado para el Programa de Atención a Adultos Mayores tuvo un presupuesto para todo el país de sólo 6 mil 216 millones de pesos. 

Mientras que, en 2013, el primer año del Gobierno del ex presidente Enrique Peña Nieto, el presupuesto aprobado por el Congreso de la Unión para la “Pensión de Adultos Mayores” fue de 28 mil millones de pesos, cantidad casi 10 veces menor a la aprobada por el Gobierno del Presidente López Obrador en 2022.

“La políticas públicas para las y los adultos mayores deben pensarse desde la multidimensionalidad de la vejez, es decir, desde una perspectiva bio-psico-social, pero desplegando, en la dimensión social, los aspectos económico, cultural y de integración social, atendiendo, no sólo las problemáticas de salud y condición económica, sino también al desarrollo y movilización de sus capitales cultural y social, estableciendo espacios de integración y convivencia en sus comunidades y especialmente con la población joven”, explica Sergio Lorenzo Sandoval Aragón.

Bajo esta definición, la atención a adultos mayores debe centrarse en mucho más que la entrega de recursos económicos que, si bien son significativos para la mayoría de los beneficiarios, y muchas veces representan su única fuente de ingresos, resulta, insuficiente.

Por ejemplo, el año pasado tuve la oportunidad de platicar con don Octavio, un adulto mayor a quien 2 años atrás, debido a la diabetes, le cortaron una de sus piernas.

El hombre, quien era acompañado por su hija, me contó que, si bien la Pensión del Bienestar le era de gran ayuda, incluso la calificó como “una bendición”, era insuficiente, pues debido a que en el Instituto Mexicano del Seguro Social no había insulina, el costo de sus dosis para un mes le costaban aproximadamente 2, 500 pesos, sin contar sus gastos de alimentación diaria.

“Yo lo que necesitaría es un empleo”, dice a sus 68 años este hombre, cuya hija tuvo que renunciar a su trabajo en una maquiladora de Fresnillo para poder dedicarse de tiempo completo al cuidado de su padre, a pesar de ser madre de tres hijos.  

A partir de este primer bimestre de 2023, las PAM recibirán 4, 800 pesos bimestrales y para antes de que concluya la presente administración (septiembre 2024) la promesa es que el monto llegue a los 6 mil pesos bimestrales.

De acuerdo al Gobierno de México, la Pensión tiene el objetivo de contribuir al bienestar de las personas adultas mayores, y a su vez, que les permita acceso a la protección social.

También es cierto que para una buena cantidad de las millones de personas adultas mayores, la pensión universal que reciben del Gobierno de México es hoy, su “bendición para la sobrevivencia”, al ser su único recurso económico ante el abandono que viven de su círculo más cercano (la familia).

En México, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del INEGI, en 2020 había un total de 15 millones 142 mil 976, que representa el 12 por ciento de la población total. El índice de envejecimiento es de 47 personas de 60 o más años por cada cien menores de 15 años.

En 30 años el porcentaje de PAM aumentó al doble; mientras que el índice de envejecimiento aumentó casi al triple.

Por Política pública integral entendemos, según Raúl Velásquez Gavilanes, como “un proceso integrador de decisiones, acciones, inacciones, acuerdos e instrumentos, adelantado por autoridades públicas con la participación eventual de los particulares, y encaminado a solucionar o prevenir una situación definida como problemática. La política pública hace parte de un ambiente determinado del cual se nutre y al cual pretende modificar o mantener”.

Cuando Velásquez Gavilanes se refiere a la política pública como un proceso integrador de decisiones, implica que la política pública, en este caso la referente a las PAM, debe entenderse que la problemática de las PAM debe verse de manera holística en aspectos, por ejemplo, como atención a la salud, acceso al empleo, educación, cuidados, pensión, esparcimiento, de acceso a cuidados, mucho más allá del mero asistencialismo económico como ocurre actualmente.

Para alcanzar esta visión holística, Sergio Lorenzo Sandoval Aragón, señala que la vejez debe entenderse como un “un archipiélago de realidades físicas, biológicas, psicológicas, sociales, culturales” y de ahí lo complejo de encasillarla como se ha pretendido hacer, sólo a partir de criterios tan arbitrarios como lo es el de la edad, que considera solamente una de sus múltiples aristas.

Se puede detectar en las políticas públicas, orientadas a la población adulta mayor, una tensión entre dos paradigmas dominantes: una visión del envejecimiento pasivo que amerita atención de carácter más asistencial y la mirada del envejecimiento activo y saludable, que implica una perspectiva de derechos (Gutiérrez 2019).

En México es necesario incorporar la perspectiva de derechos al atender y pensar en las personas adultas mayores. 

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