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viernes, 29 marzo, 2024
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El país es un enfermo crónico y emocional

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Por: MANUEL ESPARTACO GÓMEZ GARCÍA •

En honor al Maestro Marco Vinicio Flores Chávez, hombre que disfrutó la vida. Padre de un hermano por elección.

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La madre del conjunto de problemas que aquejan al país, es sin duda, la impunidad. Porque si hay crimen sin castigo, este se replicara cuantas veces sea posible. Luego viene la corrupción, su hija predilecta. El desinterés bien podría ser también familiar de esta familia “muy funcional” para su mal propósito, porque las personas cada vez se acostumbran más a la violencia y se vuelven también más inmunes al dolor ajeno. Es hasta que el dolor se encarna, cuando la reacción se presenta en manifestación, en gritos… en alaridos.

Charles Darwin no vivió tanto como para estudiar el fenómeno de la involución. Tal vez él creyó que la naturaleza era tan sabia que solo se podía mejorar a las especies, así como el mono fue cambiando su anatomía para dar paso al hombre tal y como lo conocemos, tal vez el científico creyó en la imposibilidad de la reversa evolutiva. En realidad, así debería de ser, no hay ningún animal que involucione o que regrese a sus características de especie original, todas tienden a mejorar a excepción de la raza humana. Si bien es cierto que el hombre ha intentado ser Dios y ha conseguido avances extraordinarios en muchos ámbitos y hay algunos países con una consciencia social superior al resto, queda la duda si hay cuando menos un gen en el ADN del humano que tienda a auto sabotearse. No se explica de otra manera la capacidad de invención y de belicosidad que tiene el hombre para generar armas, guerras, exterminios, extinciones y un sin fin de males en detrimento incluso –repito- de su propia supervivencia.

La involución representada de la manera más cruel pero más ilustrativa, según algunos científicos es el estado primitivo del hombre, donde ocurren acciones como la antropofagia, que es el acto del canibalismo. Este acto ha ocurrido todo el tiempo en todos lados por diferentes circunstancias, casi todas ellas por alguna afectación psiquiátrica severa. En México no hace mucho tuvimos en la ciudad de México a un asesino serial conocido como “el caníbal de la guerrero”, que resultó ser un profesor de universidad sumamente afectado emocionalmente que cometía el acto de enamorar a sus víctimas para después devorarlas y llevarlas –bajo su lógica enferma- con él por siempre. Fue atrapado y pasará el resto de sus días en la cárcel. Ejemplos como ese hay muchos a lo largo de la historia de la humanidad, en las diferentes culturas que han existido, pero hay algo peor: sí, hay algo peor aún que la antropofagia y es cometerla en pleno estado de “consciencia”. ¿Cómo se podría llegar a cometer este acto en estado de consciente? Pues por ello lo entrecomillo, porque de alguna manera se lleva a cabo con el conocimiento de lo que se hace pero sin tomar en cuenta que al cometer dicho acto, se rompe el último eslabón de cordura y evolución y comienza la involución. Estos actos se ven muy a menudo en el México de hoy cometidos por los diferentes cárteles del crimen organizado, sobre todo cuando de rivales se trata. Recordemos que el misticismo y los pactos con “fuerzas sobre naturales” para protegerse son sumamente comunes entre estos grupos y los individuos que los forman, las prácticas como la santería son el pan de todos los días y dicen creer que al comer a un enemigo, se fortalece su alma. Y bien, ¿porque tratar un tema tan desagradable en este espacio el día de hoy? Porque hay preocupantes indicios de que es la sociedad en su conjunto la que se está descomponiendo al grado de presentar claras muestras de comenzar a vivir en estado primitivo, y si esto sigue, después vendrán actos como del que hablo, que es ya el extremo de parar el reloj e involucionar.

¿Acaso lo que pasó el sábado en el estadio de futbol de Querétaro no es una muestra clara de barbarie, estado de salvajismo y conductas primitivas? Es claro que hay en la sociedad, de manera no consciente la tendencia a la involución, es decir, a parecerse más a un animal que sobrevive por instintos que a la punta de flecha de la evolución que es el hombre. El estado emocional y la salud mental de los mexicanos después de casi 20 años de guerra y de dos de COVID, deben evaluarse a la brevedad, porque está claro que vivimos en una sociedad tan enferma, que es imposible inculcar valores, esto sería tan absurdo como pedirle a un diabético que se cure solo.

Los últimos días que ha vivido este país son de terror. Cada despertar en México es un verdadero milagro.

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