8.8 C
Zacatecas
jueves, 28 marzo, 2024
spot_img

Edmund Husserl o la razón como vigía ante el naufragio humano (En memoria de Dionisio Piña, mi maestro)

Más Leídas

- Publicidad -

Por: SIGIFREDO ESQUIVEL MARÍN •

La Gualdra 502 / Pensar a contracorriente: La danza del salmón

- Publicidad -

Pocos hombres han tenido una fe tan inquebrantable en la razón humana y, de manera particular, en filosofía como teoría y método de ésta como Edmundo Husserl. Para un joven interesado en la filosofía moderna, Husserl representaba a los ojos de muchas generaciones como la mía un acercamiento intelectual fresco desde un método riguroso, o por lo menos esa ilusión ofrecía. 

Fue el maestro Benjamín Morquecho quien nos acercó a las Ideas I, cuyo título kilométrico es ya una declaración de principios: Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica (México, UNAM, 2013), donde aparece el planteamiento de la epojé trascendental como acceso a una subjetividad auténtica, una pretendida conciencia pura plenamente real; claro está, las palabras pureza, origen, comienzo radical y sus derivaciones son repetidas tan machaconamente en Husserl y compañía que parecería que no habla el filósofo –quien según él no es más que un funcionario de la Humanidad– sino la Verdad misma. Desde luego que todo ese rollo de lo trascendental debe ser tomado en el sentido kantiano estricto como “condiciones de posibilidad de experiencia humana”. 

Después tuvimos en Zacatecas la presencia de dos maestros fundamentales en Humanidades: Arturo González y Dionisio Piña, quienes nos acercaron con inusitado rigor a la filosofía moderna y contemporánea. El primero especialista en Hume y Kant; el segundo, especialista en Descartes, Husserl y Frege. Con Dionisio Piña leímos y desmenuzamos, argumento por argumento, Las meditaciones cartesianas (México, FCE, 1986) a la luz de la crítica del solipsismo del sujeto idealista moderno. En la UNAM, Dionisio había sido discípulo de un familiar directo de Manuel Cabrera, uno de los pensadores menos conocidos de Hiperión y con mucho más rigor y claridad intelectual que otros que no viene al caso mencionar. 

La obra del embajador en Alemania y Austria expone con lucidez clarividente el problema fundamental de la fenomenología en su búsqueda imposible de alcanzar un fundamento originario sin supuestos y su victoria pírrica de conquistar una subjetividad trascendental libre de toda mácula mundana y que termina por asfixiarse en el más terrible solipsismo. Al respecto la obra que mejor expresa este pathos filosófico de hacer del Saber Puro la brújula de una condición humana descarriada es La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental (Buenos Aires, Prometeo Libros, 2008) donde el autor esboza la peregrina idea de que, ante el horizonte de la guerra mundial, la razón humana es capaz de reorientar el sentido de la humanidad; obra publicada en 1936, justo en el inicio de la barbarie del nazismo, barbarie e ignominia que padeció en carne propia el pensador, al ser despojado de su cátedra e incluso impedírsele el acceso a la biblioteca de su universidad en Friburgo mediante una ley de limpieza racial con la venía de su más preclaro discípulo, nada más ni menos, que el mismísimo Martin Heidegger, quien va a eliminar la dedicatoria a su maestro Husserl de su obra fundamental Ser y tiempo, la cual, dicho sea de paso, resulta inconcebible sin el tránsito de la fenomenología a la hermenéutica. 

De manera fructífera otros alumnos suyos como Max Scheler, Eugen Fink, Edith Stein, Emmanuel Levinas han proseguido el camino del maestro y dejado obras muy valiosas. También para fortuna nuestra y de innumerables investigadores que buscan un objeto inédito de estudio, un ferviente seguidor suyo salvó de la hoguera nazi sus manuscritos, conservándose en los Archivos Husserl del Instituto de Filosofía de la Universidad Católica de Lovaina, más de 45,000 mil folios manuscritos. 

Regresando a nuestros lares, retomo la memoria de mi apreciable maestro. Cartesiano, filósofo analítico y lector del I Ching y del Tao te King, Dionisio Piña encarnó el profesor riguroso que transmite el asombro y fascinación de la filosofía moderna como Odisea de un Sujeto Universal que no llega nunca a Ítaca, pero en su trágico intento se juega el pellejo. Quizá esa sea la moraleja del idealismo alemán moderno, epicentro de la cultura de la modernidad: morir en pos de un fundamento último tan definitivo como imposible de encontrar. Y quizá se antoje tan estéril como ridícula dicha empresa quijotesca, pero en estos tiempos donde imperan otras locuras menos poéticas y más patéticas, tal vez por eso mismo, su relectura sea más que necesaria, urgente.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-502

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -