Sumamente oportuno resultó el mensaje del licenciado Peña Nieto a propósito de su tercer informe, habida cuenta nuestra acelerada conversión en una sociedad de viene-vienes, payasitos y vendedores callejeros de tamales oaxaqueños; de empleados sin prestaciones y contratos de tres meses; de tripulantes de camionetas doble cabina con rostros semi-ocultos por lentes ray ban, apiñados en ciudades de casco antiguo mitad pueblo fantasma y mitad basurero, rodeado por decenas de miles de minúsculas viviendas con precarios servicios y en diverso grado de deterioro,
escenarios cotidianos, bajo la vigilante mirada de decenas miles de uniformados, de cientos de robos, secuestros, homicidios, feminicidios, infanticidios, ecocidios y toda suerte de “cidios”; de precios estables no obstante la depreciación de la moneda… gracias a una reducción acelerada de la demanda de bienes y servicios, todo lo cual hacía cada vez más necesario que una voz de aliento como la de del lic. Peña Nieto nos hiciera saber que así como la vemos, sentimos y resentimos vamos en el camino correcto; que ahora que las “reformas estructurales” nos saquen una vez más del tercer mundo y el supersubdesarrollo nos va a ir de lo más bien; pero que eso sí aguas con el populismo, porque ese en unos cuantos días puede acabar con todo el bienestar que gracias a gobiernos tan responsables hemos obtenido.
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Junto con la inauguración, una vez más, de obras públicas pluricentenarias, el gobernador del estado Miguel Alonso refrenda, al igual que algunos de sus más significativos antecesores, su condición de estadista de talla mundial, ya que gracias su providencial intervención para no obstante el percance sufrido por el megadivo Alejandro Fernández haga éste las delicias de chicos y grandes en la ya famosa ex –feria del patrocinio; si bien no en dos ocasiones, como estaba pactado, sino sólo una, con la que cerrarán dichas fiestas; ¡ah!, pero eso sí, con la producción que llevará al Caesar’s Palace ( en el caso de que alguna vez vaya por allá), con lo cual, cual dijese algún simpático jilguero, salimos ganando.
He aquí a un gober no sólo preocupado por el bienestar material, sino espiritual de su pueblo. ■
